Del frío, florecer.

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Una nueva mañana prevalecía en Isla Ballena, el cálido sol de las diez brindaba una sensación agradable a los pobladores, quienes disfrutaban su lunes como habitualmente lo hacían, vendiendo productos en el puerto o pescando en la costa.

Sin embargo, un niño de cabellos oscuros no venía exactamente a gozar de los mariscos. ¡Por supuesto que no! En este verano haría algo mucho mejor: ver a Killua otra vez.

Tan pronto como terminó de desayunar, se vistió y arregló para ir directo al bosque de la montaña, lo más rápido que sus delgadas piernas pudieran dar.

Sentía una especie de adrenalina cada que pensaba en el albino, mucho más al saber que disfrutaría de su compañía otro verano, de alguna forma, se sentía como si fuese un sueño.

--Cumpliste tu promesa, de verdad eres de fiar --, reconoció Killua, sentado entre los hierbajos de las escaleras, limitándose a observar cómo Gon recuperaba el aire que terminó perdiendo al correr de esa manera.

--¡S-Sí! --. Levantando su mirada con una sonrisa, el azabache prosiguió--. Hola de nuevo, Killua.

--Bienvenido, Gon.

Y ahí estaba esa paz que entre ambos se transmitían, era algo extraña, pero agradable, como si la presencia ajena te invitara sin palabras ni gestos, que puedes estar aquí. Cómodo, en la noche de las luciérnagas.

--¿Qué traes puesto? Nunca había visto algo como eso --. Killua comenzó la conversación un poco... directa, nada mal para matar el tiempo en el recorrido hacia lo profundo del bosque.

--Oh, es mi uniforme de la primaria, Mito-san me dejó usarlo hoy, ya que son muy pocas las ocasiones en la que debo de usarlo.

Gon alzó levemente las esquinas de su atuendo, prácticamente, era un conjunto sencillo, una especie de mini marinerito de tonalidades azules, pero con shorts y saco, además de un gorro, por supuesto.

--Los humanos de verdad están locos --. El albino se quedó sin respuestas.

--Tal vez. Oye, ¿qué hiciste durante todo el año, eh? --, preguntó el moreno, marcando mucho sus pasos al caminar.

--Lo de siempre, nada.

--Eso suena aburrido.

--Lo sé --. Killua no mentía, toda su vida había permanecido en el bosque de la montaña, no conocía otro lugar. Este sitio era su todo, especialmente, ahora más con la presencia del pequeño.

A lo largo de su existencia, se topaba con ocasiones donde el arbolado sólo le transmitía frío, ni siquiera sus amigos podían quitar esa horrible sensación que inclusive duraba semanas, pero, Gon le brindó el suficiente calor para permanecer aún.

Él era la luz.

Así, las demás estaciones se la pasó explorando el bosque, quería hallar todos los lugares posibles en donde pudiese gozar su tiempo con Gon cuando este volviera en verano.

El frío desapareció, junto al miedo de que jamás en su vida lograría cumplir una meta impuesta hace mucho, mucho tiempo.

Su anhelo, que por ahora, estaba escondido.

--Llegamos --, anunció sosegado el de máscara, disimulando que veía atento la reacción del ojimiel. Tan lindo como debía de ser.

Un estanque fue el primer sitio al que Killua quiso llevar a Gon, contaba con nenufares y peces, además de un puente de madera algo antiguo, que daba una mejor vista al cuerpo de agua.

--¡Es grandioso! --, dijo sin más el azabache, acercándose velozmente a la orilla del pequeño lago, no divago ni un segundo en quitarse los zapatos, al contrario, en cuanto los lanzó a un lado, introdujo sus pies dentro--. ¡Está fría!

--Claro que esta fría, ¿qué esperabas? --. Sarcástico, Killua sólo soltó una inaudible risa, decidiendo colocarse de cuclillas al lado del moreno. Era placentero estar cerca de él.

Ansiaba que todos los días fueran así.

Aunque muy en el fondo, sabía que no todo se puede cumplir.

--Si no fuera porque tengo puesto el uniforme, ya estaría dentro de este estanque, ¿podemos venir mañana de nuevo, Killua? --. Con esa mirada tan dulce e inocente, ¿cómo se le podía decir que no?

--Ah, claro --. Nuevamente, el albino daba las gracias a los dioses por traer su máscara encima, ¡sería muy vergonzoso que esa criatura angelical viera su rostro totalmente sonrojado!

Y eso, sería raro.

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--¡Yaha!

--¡Ten cuidado, Gon!

Al día siguiente, volvieron al mismo sitio, esta vez el ojimiel estuvo más preparado, pues traía una polera blanca junto a sus característicos shorts verdes.

Saltando desde el viejo puente, Gon arribó hacia el estanque, salpicando de paso a Killua, quien más que nada se preocupó por si el pequeño se lastimaba que de su ropa empapada.

--¡Vamos Killua! ¡Juega conmigo en el agua! --, propuso animado el moreno, debido a su chapuzón, ya contaba con el cabello mojado, así que sus puntas anti gravitacionales ahora caían, curiosamente, se veía igual de tierno.

--Esto, no soy fan del agua, mejor te veré desde aquí --. Dió como respuesta el ojiazul, retirando la máscara, con la intención de dirigirle una sonrisa.

El pelinegro sólo hizo un corto puchero antes de ponerse a nadar como si nada entre la fría agua.

"¿Cómo puedes vivir tan confortablemente en la frialdad que te rodea, Gon?", pensó el pálido, sentado en la hierba con las piernas entrelazadas, teniendo su puño apoyado en su mejilla.

"¿De verdad eres tan cálido que ni una ventisca te puede inmutar, pequeño?". Cerrando sus ojos, Killua suspiro lentamente.

"Solo espero, que esa luz nunca se extinga".

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--Lamentablente, se apagó.

¿Podré volver a encenderla, a pesar de todos estos años, Killua?

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La insípida hoguera, calienta mi mente.
Tus manos, la leña, avivan mi alma.
Sé mi voluntad siempre, nunca te vayas.
A pesar de que un ser frío visite mi ventana.

~♡~

EOOOOOO, comenzaré a actualizar mis historias beibes, un capítulo bien a la ahí se va para empezar JAJA.

Perdonadme si es que hay un error ortográfico o de narración, asies.

La Noche de las Luciérnagas (KilluGon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora