Angel Wings°Kim Taehyung°

VII

Aquella espada había sigo la de Gabriel.

Me sorprendí al ver que el había evitado que me matarán.

—Valla Gabriel,—dijo Stephen—pense que no te unirás al juego.

—No me quedaría con las ganas de exterminar me por completo Stephen.—los ojos azules de Gabriel lo miraba con ferozmente, parecían navajas, que si lo hubiesen sido, ya habrían matado a Stephen.

Y de un fuerte golpe, lanzó a Stephen lejos de mi y de el.

—Eres demasiado inferior a mi poder Taehyung, alejate de aquí antes de que salgas lastimado.

Aquellas palabras las dijo con mucho odio hacia mi.
Estaba seguro que mi padre sabia lo que sentía hacia Isabella, ya no había duda, ahora solo era cuestión de esperar.

Gabriel estiró sus grandes alas, y se posicionó en guardia, en cambio Stephen,se quedó de nuevo inmóvil, esperando el primer movimiento de Gabriel.

—Empieza tú, mi querido Gabriel.—dijo Stephen.

—No deberías de pronunciar mi nombre.—dijo Gabriel lanzando al ataque.

Stephen seguí tan tranquilo, eso me estaba empezando a preocupar.
Estaba viendo cómo ambos peleaban, entonces Erick llegó y me intento atacar por la espalda.

—Tu y yo tenemos algo pendiente V.—dijo sonriendo macabramente.

—Si lo recuerdo, pero esta vez me encargaré de matarte definitivamente,me asegúrate de que no vuelvas a la vida.

Dije estoy y me lance al ataque, cómo le había dicho,me encargaría de acabar con su maldita existencia definitivamente, está ves no permitiría que me haga algún rasguño.

Namjoon...

—¿Dónde está Jin?—me pregunto Isabella.

Dude sí debía  decirle o no.

—Lo siento, el , ya no está con nosotros.—esto último se oyó como un susurro.

Los ojos de Isabella se cristalizaron, pequeñas lágrimas corrieron por su mejillas, me acerqué a ella y las limpie.

—¿Dónde está Taehyung?

—Esta peleando con Erick en este preciso momento.

Isabella tenso su cuerpo y se pego un poco hacia mi. En ese momento llegó Miguel, sus grandes ojos grises de posaron en la pequeña Altair.

Se acerca a nosotros lentamente, sin despegar la vista de la pequeña,cuando estuvo cerca de Isabella, está de pego contra mi.

—No tienes que temer,—dije—el está de nuestro lado, el es Miguel.

—¿Puedo acercarme a la pequeña?—le dirigió una mirada a Isabella,ella no quería despegarse de Altair, pero terminó accediendo.

Miguel tomo a la pequeña en sus brazos, sus ojos brillaban como dos pequeñas luces.

—Jamas pensé en volver a verte Altair, y menos así, tan pequeña e indefensa, tan frágil, espero que cuando seas adulta fuerte,—le dijo a la pequeña—tienes mi bendición pequeña, nada ni nadie podrá lastimarte.—toco con su dedo índice la punta de su nariz y la regreso a los brazos de Isabella.