Capítulo XVI

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Terminó de desvestirse y estaba por entrar al baño cuando la voz a sus espaldas lo asustó.

-Realmente eres hermoso.

-Lárgate, me hiciste quedar en ridículo frente a Shura.

-¿Y que? ¿Acaso te importa mucho lo que piense?

-¿Y que si así fuera?

Milo caminó directo a él, lo acorraló en la pared y sin dudarlo le robó el aliento en un beso que dejaba en claro su autoridad sobre él (o al menos eso era lo que él quería pensar).

-Recuerda que tu eres mío, nadie tiene derecho a tocarte o besarte, solo yo ¿entendiste?

-Tu si que estas loco, yo no te pertenezco y nunca lo haré.

-Verás que si...

Lo besó de nuevo, esta vez pasando su mano a lo largo de sus hermosas piernas, sujetó con fuerza su cintura para poder cargarlo y así llevarlo hasta la cama.

-No hagas nada de lo que después te arrepientas idiota.

-No me arrepentiría jamás de disfrutar tu hermoso cuerpo.

Camus quedó sorprendido por las palabras de Milo tanto que simplemente le permitió continuar.

Milo recorrió el cuerpo de Camus con devoción y sin prisas simplemente disfrutando cada centímetro de su perfección.

Besó su cuello arrancándole suspiros que lograban estremecer su cuerpo de manera increíble, jamás se había sentido así y ahora que descubría que era posible obtener semejantes niveles de placer se sentía estúpido por ignorarlo teniéndolo tan ridículamente cerca y todo por su tonto orgullo.

Hicieron el amor con tanta calma que tardaron horas pero no tenían prisa alguna, estaban tan concentrados buscando el placer en el cuerpo ajeno que se olvidaron de todos los demás habitantes de la casa, de una en especial que estaba que se moría de celos y le preocupaba que todos sus planes de viniera abajo.

Salió de su habitación haciendo un gesto de asco por los sonidos eróticos que emergían de la habitación de Camus, sin hacer demasiado ruido caminó hasta las habitaciones de servicio, entrando a la que estaba al fondo del pasillo dentro de la cual se encontraba el chofer que había contratado Milo especialmente para ella.

-Sabía que vendrías esta noche desde que vi a tu querido novio entrar a la habitación de su esposo.

-Cállate y házmelo de una buena vez.

-Tranquila, tus deseos son ordenes.

Comenzó a besarla con rudeza innecesaria nada comparado a lo que hacían Milo y Camus, lejos de disfrutarse solo buscaban satisfacer sus necesidades a costa del otro, sin sentimientos pero ahora lo que le urgía a Mariam era quedar embarazada, de lo contrario Milo la echaría de la casa y ya no tenía a donde ir.

Ante esto se dio cuenta de que hacerlo solo con Milo no era suficiente, por lo que sedujo a su chofer con quien mantenía relaciones desde el primer día en que llegó a trabajar ahí.

A la mañana siguiente Milo despertó en una cama ajena a la suya pero se acordaba perfectamente el por que, cuando giró la vista se topó con el perfecto cuerpo de Camus descansando boca abajo con las sabanas cubriendo desde su cintura hasta sus rodillas, no aguantó la tentación de acariciar su espalda haciendo a un lado sus cabellos rojos y hundiendo la nariz entre estos para disfrutar su aroma, el detalle fue cuando al separarse un poco de él se percató de algo que lo descolocó por completo, se sentó en la cama y comenzó a mover a Camus con intención de despertarlo.

-Mmmm.... Milo?, ¿que ocurre? - Camus solo giró la cabeza para observarlo con los nervios de punta - ¿estas bien?

-Tu cabello... no es rojo natural ¿cierto?

-En realidad no... ¿por qué?

-¿De que color es?

-Aquamarina.

A Milo casi le da un infarto ante la posibilidad de que se tratara de su primer amor.

-¿Te puedo pedir un favor?

-Dime...

-¿Podrías dejar que se te caiga el tinte?

-Creo que si... ¿para qué?

-Nada es solo que creo que te verías aun mas lindo si te dejaras tu color natural.

Camus no evitó sonrojarse, claro que si lo pedía de ese modo lo haría, valla que ese día había amanecido excelentemente, Milo y Camus bajaron juntos a desayunar, caminaban alegres casi como una verdadera pareja de esposos pero al llegar al comedor los regresaron a la cruel realidad.

-¡¡¡MILO AMOR!!!

Mariam apenas lo vio entrar se colgó de su cuello y lo besó frente a los ojos de Camus quien con dolor simplemente los ignoró y pasando de largo le ordenó a Saga con voz fría , tanto que lo sorprendió, que le llevara su desayuno a la mesa del jardín.

Milo lo vio nervioso, intentaba separar a Mariam de él pero era inútil se aferraba tanto a él que empezaba a molestarlo.

-Mariam basta ya.

-¿Pero por qué mi amor?, si hoy es un grandioso día, te tengo una noticia, ¿a que no adivinas de que me enteré esta mañana?....

Milo cansado de todo simplemente decidió seguirle el juego.

-¿De qué te enteraste?.

-¡ESTOY EMBARAZADA!

Decir que el alma se le fue es poco, ahora temía la gran posibilidad de perder a Camus, sabía que si todo continuaba como hasta ahora Camus aceptaría el divorcio al final del plazo y ya no lo vería de nuevo, además sabe de sobra que pretendientes no le faltaban y la simple idea de que otro tocara lo que es suyo lo ponía mal.

No hizo expresión alguna ante la noticia simplemente salió de la casa iría a pedir ayuda sabia que le iría mal pero era necesario, además ahora no podía hablar con Camus por que seguramente estaría molesto mejor trataría de buscar solución al problema y después hablaría con el.

Mas tarde sabría que esa fue la peor de las decisiones que pudo tomar.

Recuerdos del corazón (Milo X Camus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora