Capitulo XVIII

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Milo condujo por largos 20 minutos hasta la empresa de su padre, a pesar de no sonar demasiado para Milo fue una eternidad, el corazón le latía desbocado, pensaba seriamente como decirle a su padre lo que estaba ocurriendo.

Seguramente le gritaría y le hecharía en cara su incompetencia pero lo que le daba animo para enfrentar todo lo que seguramente se vendría era la esperanza de tener a Camus a su lado.

Con las energías renovadas gracias a este pensamiento caminó decidido hasta la oficina de su padre, entró sin llamar encontrando a su padre ocupado analizando unos cuantos papeles.

-Hola.

-Milo, que sorpresa hijo, ¿cómo está Camus?.

-Hermoso

Kardia levantó la mirada topándose con algo que en su vida creyó posible, su hijo tenia cara de tonto enamorado y él no podía sentirse más dichoso.

-Me sorprende escucharte decir eso hijo.

- Es la verdad padre, Camus es el ser mas hermoso que existe y por eso mismo no quiero perderlo.

- No digas tonterías hijo, ¿Como lo vas a perder su estás casado con él?.

- Voy a ser papá.

-¡Eso es perfecto!, ¿ya lo llevaste al medico?, debes vigilar que coma bien, ya me imagino a Camus con su barriguita, se verá adorable.

-Papá, mi hijo no es con Camus.

-¿Pero qué carajo estás diciendo?

-Tal como lo escuchas, me acosté con otra mujer.

El ambiente fue perturbado por el sonido estridente de una bofetada, Kardia lloraba de rabia y Milo solo mantuvo la mirada gacha.

-Maldigo la hora en que acepte hacer este trato con Krest, de haber sabido que mi hijo era una vergüenza jamás hubiera hecho pasar esto al pobre Camus.

-Padre, yo amo a Camus, por favor ayudame.

-¡SILENCIO!, me decepcionaste Milo, no es posible que seas tan ciego como para lastimar tan deliberadamente a un ser tan puro.

-No es necesario que me lo recuerdes, estoy consciente de lo que ocurrió y quiero arreglar esto.

Justo en ese momento son interrumpidos por Krest quien avanzaba más que furioso dirigiéndole una mirada de desprecio a Milo quien ya se temía lo peor.

-Kardia, al encontrarme aquí a Milo espero que sea por que estas enterado de la situación si no me veré en la penosa necesidad de informarte lo que ocurre.

-No es necesario Krest ya estoy enterado de todo y quiero pedirte disculpas por el comportamiento reprobatorio de mi hijo.

-Señor Krest, ¿dónde se encuentra Camus?.

- En el lugar del que jamas debí permitir que saliera, en su hogar.

-Permitame hablar con él.

- Estaría loco si permitiera eso, mi niño ya sufrió bastante por tu culpa, si está en mis manos ahorrarle mas sufrimiento no dudaré ni un segundo en hacerlo.
Kardia, me siento devastado por como terminaron las cosas, lastimamos a un ser inocente por eso te pido la autorización para el divorcio.

Milo palideció, divorciarse no estaba en sus planes y no lo permitiría.

-No me divorciaré de Camus, necesito hablar con él.

-Tu no puedes imponer nada ahora, lo único que harás es ir con esa mujer a la que embarazaste y casarte con ella, mínimo a eso responde como hombre y deja a Camus ser feliz.

-¿Pero no entiendes padre?, yo no seré feliz si no estoy a lado de Camus él es mi felicidad, sólo él y nadie más.

-Eso debiste pensarlo antes de cometer tantas estupideces.

Milo sólo contemplo a ambos señores hablando sobre los tramites del divorcio y a su padre planeando una manera para disculparse con Camus.

Desesperado solo una cosa se le vino a la mente, buscar a Camus.

Ahora que estaba en su casa, sólo, era la oportunidad perfecta para arreglar de una vez por todas la situación.

Con cuidado de que no se percataran de su retirada, salió de la oficina y subió a su auto para conducir a casa de su suegro, no tardó mucho cuando empezó a sonar su teléfono, era su padre seguramente quería detenerlo pero no lo haría, el amor de su vida estaba en juego y no lo arriesgaría.

Cuando finalmente llegó al jardín principal de la casa aparcó frente a la entrada pero se sorprendió de ver a Krest de pie en la puerta.

-Te dije que no tenias permitido verlo.

-Por favor suegro.

-¡NO ME LLAMES ASÍ!

-¿Papá? - Camus salió al escuchar loa gritos fuera de su casa, no se imaginaba encontrarse a Milo discutiendo con su padre - ¿Qué haces aquí Milo?

-Camus te lo suplico, dejame  hablar contigo.

-No es necesario que lo hagas hijo, vamos entra a la casa.

-No, dejame hablar con él papá.

Krest refunfuñando lo dejó pasar y muy a su pesar permitió que ambos entraran a el despacho para hablar.

- ¿Qué ocurre Milo?

-Primero que nada, ¿por qué te fuiste de la casa?

-¿Tenía que quedarme?

- Esa es tu casa.

-No, disculpame pero esa casa es para tu familia y tu familia se encuentra en ella ahora mismo.

-Camus... Perdoname, se que todo lo que te hice esta mal, las cosas que dije he sido un completo idiota.

-Eso ya no tiene sentido ahora Milo, vas a ser papá, esa es una responsabilidad enorme, tal vez ahora pienses que no quieres esto pero te aseguro que cuando conozcas a tu hijo te enamoraras de él y todo estará bien.

-Pero yo quiero mi familia contigo... - los ojos de Milo estaban inundados de dolor, veía a Camus alejarse y la impotencia de no poder frenarlo lo irritaba.

-Eso ya no será posible jamas, por favor dale una vida feliz a tu hijo - se acercó y con lágrimas en los ojos lo besó, un beso que dolía demasiado y Milo solo pudo aferrarse a él con él corazón destrozado.

- No dejaré de luchar por ti, lo prometo.

-Adiós - se separó de él y se dirigió a la puerta para dejarlo pasar, Milo comprendió que ya no tenía nada que hacer ahí así que derrotado salió de la casa, pensando en una y mil maneras de recuperar el amor de Camus.

Recuerdos del corazón (Milo X Camus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora