VII

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Peter regresó más temprano que otras veces ese día.

Esta vez, un alfa que no había visto antes fue a dejarlo y él se preguntó si también era conocido del omega o solo hacia su trabajo.

La duda quedó en su mente.

—Me muero de cansancio —Peter se dejó caer en la cama pero él ni siquiera lo volteó a ver —. Oye, ¿estás bien?

El chico se incorporó un poco en la cama.

—Si —contestó, aún sin verlo —. Solo...estoy pensando. Mis amigos deben estar preocupados por mi y el mundo quizá ya se volvió loco porque aún no aparezco.

No mentía completamente. Pepper seguramente estaba tratando de mantener la compostura mientras lo seguían buscando y Rhodes probablemente ya había mandado al demonio a unos cuantos funcionarios del gobierno.

Peter lucía culpable cuando él lo miró.

—Ya.

Peter no dijo nada más, en cambio se volvió a recostar completamente y cerró los ojos.

—Pero, en fin, eso no importa ahora —si lo hacía —. ¿Pudiste hacer lo que habíamos planeado?

Peter asintió.

—Todo está listo para mañana.

No contestó.

Su plan B ya estaba listo también.

—Bueno.

En la noche, tuvo una pesadilla.

Vio a un pequeño de ojos ámbar y cabello castaño con pequeños rizos llorando.

El pánico lo invadió en el sueño cuando se dio cuenta de que estaba llorando por su papi. Por Peter.

Antes de poder saber porque lloraba, se despertó.

El sueño le dejó un sabor agridulce. Jamás le habían gustado los niños y mucho menos cuando lloraban, pero esta vez había sido distinto porque su alfa se había sentido familiar con el pequeño.

Notó que Peter aún dormía y no quiso molestarlo.

Estaba más que seguro de que el chico estaba embarazado. Lo sentía y su alfa se lo aseguraba. No sabía como iba a terminar todo. Peter era joven aún y no sabía si no se iba a querer hacer cargo del pequeño o simplemente iba a desaparecer para que él no lo viera. O si solo se iba a quedar para que él pudiera ser un intento de padre para el bebé aunque no fueran pareja.

No sabía nada y eso le asustaba.

Toda su vida había tenido respuesta para todo. Por eso era uno de los hombres con más dinero en el mundo. Era un genio, era un filántropo, había tenido su época de playboy y era un científico. Habían pocas cosas a las que él no le había podido dar una respuesta. Por eso tenía miedo, porque lo incierto era inseguro por todos lados.

—¿No puedes dormir?

La voz de Peter lo hizo sobresaltarse un poco.

—No.

Peter suspiró y se acercó un poco más a él hasta que terminó casi abrazándolo.

Sentía un poco de incomodidad porque desde los tres años estaba acostumbrado a dormir solo y eso sólo había cambiado un poco cuando salía con Pepper.

—¿Quieres hablar sobre algo?

Por un mísero momento, quiso reclamarle el por qué no le había dicho que estaba embarazado. Por qué no había confiado en él para decirle que tenía aliados entre los guardias. Pero no lo hizo, porque sabía que todo se terminaría de arruinar.

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