VIII

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Su cabeza dolía cuando se despertó y tenía la sensación de haber sido golpeado.

Cuando su vista se acostumbró se dio cuenta de que no estaba en la habitación de siempre.
Lo último que recordaba era estar charlando sobre su plan con Peter antes de sentir un golpe en la cabeza.

Estaba en una oficina, notó.

Peter no estaba ahí pero vio una de las playeras del chico en el escritorio.

Se sobresaltó un poco cuando la puerta se abrió con fuerza y por ella entró el beta con el que Peter había hablado.

—¿Dónde está Peter? —no pudo evitar la necesidad en su voz pero no le importaba.

El beta lo miró, sus ojos marrones más fríos de los que había visto antes.

—Vendrá pronto, no te desesperes.

No contestó, cerrando los ojos.

Tenía un poco de miedo, no por él si no que por Peter. Tenía miedo de que le hicieran daño a Peter sin saber que llevaba a su hijo y que lo lastimaran.

El beta permaneció a su lado sin decir ni una sola palabra. Él comenzaba a sentirse más preocupado cada segundo que pasaba.

Hasta que Peter entró a la oficina luciendo completamente bien y serio.

—¿Estás bien? —interrogó, Peter se sentó en una de las sillas sin siquiera verlo.

—Si.

La voz del chico sonó tan fría que le sorprendió.

Estaba a punto de decirle algo cuando alguien más entró a la habitación.

—Pero miren a quién tenemos aquí. Cuanto tiempo de no verte, Tony.

La burla en la voz de Norman Osborn le irritó más de lo que debería.

—Norman —su voz salió neutral, le sonrió irónico sabiendo que él estaba detrás de todo —. Debí haberme imaginado que una sabandija como tu estaría detrás de todo esto, pero sinceramente no creía que tu cerebro pudiera planificar algo así. Me has sorprendido.

Norman se puso serio.

—Ya ves, Anthony. No todos somos lo que parece —Norman miró a Peter, cosa que le hizo sentirse furioso a él y a su alfa.

—Tienes razón —evitó mirar a Peter, no quería saber en que parte entraba él —. Así que dime, cuál es tu increíble razón para secuestrarme. Suponiendo que tienes una.

Osborn ignoró su tono de voz.

—Verás, si no mal recuerdo, la última vez que los vimos me dijiste que no era competencia para ti y que jamás lo sería. Esa no es la razón original, Tony. Yo estaba pensando en una manera de hacerte ver que no era así pero entonces, una magnífica persona me dio la idea de sacarte de juego mientras yo me hacía con nuevas ideas adivina quién fue.

Norman miró a Peter, confirmando lo que ya se imaginaba.

—Era predecible —fue todo lo que dijo, sin querer ver a Peter aún. Sentía que sus ojos iban a delatar toda la traición que estaba sintiendo —. Mi padre me enseñó a jamás confiar en personas que se victimizan y quieren ser justos, ¿sabes? Al principio creí que era una exageración. Él dijo que todos eran traidores en su interior. Supongo que tenía razón. Ya comprobé dos veces.

Osborn le sonrió complacido ante el veneno en su voz.

—Exacto. Muy bien, Tony. Aunque la idea de Peter fue brillante, hay algo que no me gusta de todo el plan.

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