«Sueños»;;; Heathers fanfic.

«D»

Dormir era lo único que ahora quería, era lo que más necesitaba su cuerpo en este mismo instante.

Heather Chandler, la perra mítica de la escuela y líder del grupo de las "Heathers", yacía recostada en un sofá que primeramente, no era el más cómodo. Podría, de remate, el potente ruido que los jóvenes en esa fiesta arruinar el intento dormirse sin que nadie lo note. El no poder descansar la irritaba, lo peor es que el único y más probable consuelo, estaba quién sabe dónde.

— ¡Hey, Heather! — esperanzada de que, lo más mínimo, ese llamado haya sido de McNamara, se levantó de su asiento y buscó con la mirada a quien le había llamado. Sus ilusiones se fueron por el caño al ver que solo era Ram acercándose a ella, con claras intenciones de querer terminar en la cama.

— Ugh, ¿Qué quieres, Ram? ¿No te dije hace unas 2 horas que me sentía de la mierda y quería tomar un descanso? — la molestia de la rubia sorprendió algo al chico de polera con rayas azules gruesas, pero eso no evitó que se acerque más y más.

— ¡Vamos! Se te pasará si tomas un trago, ¿Quieres vodka o ron? — a pesar de que esas opciones eran tentadoras para su lado fiestero, luchó por ignorarlo y seguir en pie con su único objetivo: dormir, descansar, cerrar los ojos y a la mañana siguiente despertar, lo que sea.

— He dicho que quiero dormir, y si sigues jodiendo, juro que te hago más mierda de la que te hizo JD esa vez. — claramente no estaba bromeando y Ram lo sabía, se apartó, dando a entender que tenía todo el espacio que quisiera y más. — Gracias, amor, que Duke te pague por mí con sus implantes. — le guiño un ojo al contrario, sonriéndole pero solo para pasar del momento.

A pasos apresurados subía las escaleras, para llegar a un determinado cuarto y entrar por fin en este. Sin embargo, por si fuera poco, al otro lado de la pared, se oían determinados sonidos muy incómodos, que de seguro al escucharlo no podrías dormir.

— Por un demonio, lo que me faltaba.  .  .— maldijo todo lo que pudo maldecir, pataleó como niña de 5 años por no poder conseguir lo que quería. Se aventó a la cama y tapó sus oídos con la almohada, para evitar que los "ruidos" interrumpan su descanso.

Y finalmente, logró dormirse.

Pero su sueño no fue de lo más bonito.

Se encontraba ella, fuera de su escuela, observando cada detalle que sus ojos atrapaban y lograba percibir.

Un extraño sentimiento de desesperación, dolor y tristeza llenaba su pecho, formándole un nudo en su garganta.

Unos sonidos agudos, como de cuenta regresiva, provenían de algo pero no sabía de qué. De repente, sus ojos se tornaron cristalinos y su respiración se volvía agitada, como si la culpabilidad que jamás sintió ahora se hiciera presente, abrazándola y envolviendola en angustia.

Quería hablar, pero su boca temblaba y le era imposible hacerlo. Había una persona en frente, no lograba distinguirla, pero se le hacía conocida. Esa persona le decía unas palabras, unas palabras que le rompían el corazón en mil pedazos.

— Nuestro amor es Dios.  .  .

"Soy atea". Sí, un chiste de mal gusto ante semejante situación. Si quiera ha intentado ser positiva, ¿No?

Aquella frase era repetida una y otra vez, y a medida que era así, el sonido agudo de retroceso se hacía más fuerte.

Entonces fue cuando la capacidad de hablar que creía perdida, volvió como por arte de magia.

— Di "hola" a Dios.

Una gran explosión.

Despertó de golpe, con el maquillaje ahora arruinado por las posibles lágrimas que derramó en el sueño que tuvo, que lloró, sí, lloró.

En definitiva, estaba muy confundida, a tal punto que empezó a tener dudas existenciales.

Tuvo un sueño muy raro, hasta perdió la noción del tiempo.

¿Seguía de noche o era ya mañana?
¿Es muy temprano, muy tarde o intermedio?
¿Cuánto durmió?
¿Y cuando se supone que cesó el terrible ruido de la fiesta? Si pareciera que apenas cerró sus ojos y la gran celebración se detuvo como si alguien hubiera puesto pausa.

Quizá, hablaría de esto con su grupo y Veronica mañana, si, eso haría.