CAPÍTULO 2

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MAJO.

Al llegar a la fiesta fui consciente de que muchas miradas se posaron en nosotros, creí reconocer varios rostros, pero la gran mayoría ni idea de quién carajos era. Repentinamente empecé a sentirme nerviosa, miré a Erick y el emanaba un aire más calmado, estaba acostumbrado a ese ambiente y a llevarse las miradas, sin embargo, nunca le daba más de la importancia que merecían esas cosas.

— Que diva la hermanita mía. Esta, señoras y señores — dijo señalándome ante todos — es la más hermosa, digan lo que digan y duélale a quien le duela — gritó Luna recibiéndome, a la vez que se acercaba a mi, con notables copas encima.

— Amiga contrólate, ¿A quién le dolerá que me vea bien? — y reí, mientras ella me miraba confusa, como si no entendiera mis palabras — tú también te ves muy hermosa.

Y si, era cierto, yo me veía bien, pero ella destacaba entre todas, y eso que habían varias muy lúcidas con su vestuario. Ella llevaba un vestido negro ajustado que le favorecía a su cuerpo de modelo, unos tacones de perlas color dorado, que por cierto yo le había acompañado a comprar, su cabello rubio liso, a diferencia del mío lo llevaba suelto, y un maquillaje que le quedaba extremadamente espectacular, se veía divina.

— Gracias bebé — y miró a mi acompañante, como si apenas lo hubiese notado. Inmediatamente supe a que se refería con esa mirada.

— Ah mira. Luna, él es Erick Thomlinson. Erick — dije ahora mirándolo a él — ella es Luna O’Neill.

Ambos se dieron la mano y se encontraron miradas por un tiempo más de lo necesario, sentí algo extraño, pero preferí no darle mente, era obvio que mi amiga no estaba totalmente sobria. De la nada apareció un chico moreno, bastante simpático, al lado de Luna y le rodeó las caderas.

— ¿Seguimos con lo nuestro, reina? — y le dio un beso en la mejilla, para luego mirar a Erick, en señal de estar marcando territorio. Pero luego pareció caer en cuenta de que yo estaba ahí y sus facciones se relajaron — O prefieres seguir hablando con la… ¿Parejita?

Ninguno de los dos dijo nada, estabamos tan acostumbrados a dar explicaciones, que simplemente no quisimos aclarar nada, o eso fue lo que pensé yo. Los dos desaparecieron en la multitud y nuevamente Erick y yo estabamos solos.

— Qué situación más extraña ¿Cierto? — me dijo como para calmar la marea.

— Ni me lo digas, pero ya estoy acostumbrada.

Y antes de que Erick pudiese responder algo, apareció una chica alta, blanca, de ojos negros, muy simpática, pero que jamás había visto en mi vida.

— Hola Erick — y lo saludó con un beso en la mejilla — cuanto tiempo...

Él al principio parecía no tener ni idea de quién era la chica, pero no tardó más de un minuto en devolverle la sonrisa, en lo que pareció, recordó quien era.

— ¡Samantha! Casi no te reconocí, has cambiado muchísimo, estás más guapa que nunca — al escuchar esto, un instinto asesino que no sabía que existía surgió en mi, sin saber por qué.

Se llaman celos, querida.

— Gracias — y le sonrió de manera pícara. ¿Eran ideas mías o la tipa le estaba coqueteando? — tú también estás muy bombón, como para chuparte — y soltó una risita nerviosa. Mis ojos se abrieron tanto, mi expresión de sorpresa y asco debía ser un poema — ¿Recuerdas?, Como solías decirme — espera ¿Qué cosa?. ¿Entonces sería una costumbre de este tipo llamarle así a todas? o ¿cómo es el cuento?.

Erick me miró. Al parecer sabía muy bien que estaba pensando, a lo que la chica al fin pareció percatarse de mi presencia, ¿Qué estaba pasando? ¿Es que acaso traía la capa de invisibilidad de Harry Potter o que?. Ella alternó miradas entre Erick y yo, como intentando comprender la situación, hasta que pareció sospechar algo, aunque no acertó del todo.

Buscando La Felicidad.. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora