Como el gato y su frio justo,
mudo de voz y soplos
quizás sean solo los susurros.
Instancias de so penas y condenas,
sin barrotes y desolación.
El castigo fue el silencio
a manos echadas
por un poco de desprecio.
Copas en el suelo, intactas,
además de vino hirviendo,
mesa servida para dos.
¿Quién levantará la mesa
y me ayudará con la resaca?
¿Quién comerá mis versos?
Y hoy te niego de mi.
Olvidamos dar las gracias.
Si nos sobran las despedidas
quizás vuelvas por la mañana
con tantas ganas de despido
de los ambientes entre sábanas
cerradas con algún motivo.
Besos hechos de sal,
cegados por la vanidad,
no hagas un juego con la necesidad
y no des agua para redimirte,
tengo mis cicatrices
bien pegadas con alquitrán.
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Y no recordaré lo que existió
PoésieUtopia, el lugar que no existe...o el lugar que no puede ser.