Recuerdo y geografía del cuerpo

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El silencio perpetuó el vacío.

Codicioso de espacio

llenó de imaginación

y cosió con piel agujas del reloj.

Sábanas de minúsculas espigas

sembradas en sus campos áridos.

Camino a la pesada vista del labriego

hecha de barro y endurecida al sol.

Obra de alfarería a distantes manos.

Faro de Alejandría en burdeos océanos.

Es madera que regala bálsamos.

Es zumbido sobre un crisantemos.

Es la calidez de un corte que no sanó.

Doradas lluvia, espejo del ocaso.

Un atlas en cuerpo de trazos inconclusos.

Una soledad en un mar de rieles oxidados,

el dolor es hotel de los trenes sin destino.

Culpable anunció el veredicto.

Delató una sombra oculta al sol.

La verdad, luz u oscuridad profirió

y el silencio al instante se contradijo:

Cálido temblor en sus pasos por el barro,

arcilla agrietada, en el interior Pompeya ardió.

Desgranando arena el tiempo hizo espacio,

playa sin mar, y el contorno perdió.

Sábanas de pasto más el abrigo del sol,

y una nube de trazo fino voló dibujando,

pequeño rayo del barco en el viento,

para pescar letras lejos navegó.

Demasiado dentro en el océano.

Canta la sirena y me hundo,

en el breve placer de ese acto,

siempre, al fondo del recuerdo.

Y no recordaré lo que existióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora