Capítulo 4

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Había pasado casi una semana desde que Gyro y Johnny habían empezado a hablar por primera vez. Los días se pasaron tan rápido para Johnny estando en aquella cafetería metido todas las tardes y compartiendo algunos momentos con Gyro que no se dio cuenta que justo aquel martes Valentine ya iba a entregar las notas del examen de la semana pasada, cosa de la que Johnny casi se había olvidado por completo.

El rubio parecía estar de bastante buen humor, al menos lo parecía cuando estaba con Gyro, fuera de aquella cafetería su vida seguía igual que siempre, sus compañeros seguían burlándose de él y su padre seguía diciéndole que era un inútil, aunque hacía algunos días que ni se dirigían la palabra. La comunicación entre ellos dos era prácticamente nula. Pero estas cosas Gyro no las sabía y Johnny procuraría que nunca se enterase. ¿Qué pensaría de él entonces al ver que era un don nadie? Tampoco sabía si debería considerar a Gyro como un amigo, nunca habían hablado de eso, además se llevaban cinco años, Gyro era un hombre con un negocio propio que se valía por si mismo y Johnny seguía siendo un niño ante los ojos de él, al menos eso era lo que pensaba.

Aquel día al salir de la universidad fue directo al local de Gyro, estaba contento porque ya sabía la nota que había sacado en su examen de historia y quería decírsela a Gyro. "¿Realmente le importará lo que haya sacado en un examen?" Pensó Johnny al llegar y entrar dentro.

Soltó un leve suspiró de satisfacción al notar el calorcito que hacía dentro, pudo ver que no había ningún cliente en esos momentos, como siempre, al mediodía el local se quedaba vacío.

-Cada día está empezando a hacer más frío... -comentó Johnny mientras se quitaba la bufanda y el gorro, dejando ver su pelo rubio algo despeinado.

-¿Por qué nunca me saludas al entrar? -Gyro salió de detrás de la barra mientras se ajustaba la coleta-. Cada día vienes con un comentario distinto, ¿no es más fácil decirme un simple "hola"?

-Si fuese así no tendría gracia... ¿no crees?

Los labios de Gyro formaron una media sonrisa.

-Tienes razón... No te lo voy a negar, ¿no has comido, verdad? ¿Quieres que te prepare algo? Bueno en realidad... -se rascó la cabeza-. Te estaba esperando, sé que vienes siempre por esta hora así que supongo que es mejor comer en compañía que estando solo.

El rubio observó por unos segundos a Gyro como si no entendiese lo que le estaba diciendo. "¿Me estaba esperando?" Johnny sintió que su corazón latía un poco más deprisa, le gustaba esa extraña sensación de calidez que sentía. Había pasado todo muy rápido, pero de lo que se dio cuenta en esta última semana es que realmente podía confiar en Gyro, no sabía por qué pero lo intuía, él no era como los demás, y a pesar de parecer tonto algunas veces en realidad era alguien muy responsable y maduro.

-¿Y con qué me vas a sorprender esta vez? -preguntó Johnny-. Espero que tengas algo mejor que esa carne...

-Puede que no algo tan bueno como eso, pero si lo preparo yo siempre será delicioso, ¿te gusta el arroz? ¿O prefieres algo de pasta? -Gyro se puso dos dedos sobre la barbilla pensando en lo que podía preparar, Johnny le observó, le gustaba esa forma suya de "creerse el mejor".

-Sorpréndeme, aunque supongo que cualquier cosa estará bien.

Gyro tardó casi veinte minutos en preparar la comida para ellos dos, trajo cuatro platos, dos se los sirvió a Johnny y otros dos eran para él. En los platos había arroz y carne con una salsa que olía bastante apetitosa.

-Bueno, al final hice algo simple -Gyro se sentó frente a Johnny y le entregó un par de servilletas-. Prometo que algún día te prepararé algo realmente delicioso, sé cocinar muy bien.

En un mundo de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora