-¿Dónde has puesto la correa del perro, Gyro? -preguntó Johnny, iba vestido con un abrigo y una bufanda rodeándole el cuello, iban a salir a pasear-. Ah, ya la he encontrado, está aquí -estiró su cuerpo para recogerla del suelo-. Nicholas, ven, ven aquí.
Llamó al perro, pero este no vino, así que salió de la habitación y fue al salón viendo a Gyro ponerse las botas, el perro estaba encima del sofá moviendo la cola. Cuando vio a Johnny bajó enseguida y se acercó a él ladrando.
-¿Ya estás listo? -preguntó Johnny intentando coger a Nicholas desde la silla de ruedas, lo consiguió y lo puso encima de sus piernas mientras le acariciaba la cabeza y sonreía mirándole-. ¿Puedo llevar yo a Nicholas?
-Claro Johnny, es tu perro, ¿no? -el italiano acabó de calzarse y cogió el móvil y las llaves-. Vamos -Gyro cogió de la silla de ruedas y Johnny giró su cabeza para mirarle-. ¿Qué pasa?
El pequeño rubio estiró su brazo hacia el rostro de Gyro, sin decir nada, este entendió lo que quería y se agachó un poco hacia él besándole en los labios un par de veces, suavemente. Se separó con una leve sonrisa y le acarició el pelo. Si no hubiese sido por Johnny ahora mismo sería un día como otro cualquiera, pero ahora era todo distinto... además un nuevo miembro se les había unido a la familia.
Nicholas a pesar de solo haber pasado un par de horas con ellos ya parecía estar un poco más acostumbrado. Al salir a la calle Johnny llevaba la correa mientras el perro olisqueaba y pisoteaba la nieve con sus patas.
-Después tengo que coger todas las cosas que he comprado para Nicholas del coche.
-¿Ah sí? ¿Has comprado muchas cosas? ¿Estás feliz de tener un perro? -preguntó Johnny.
-Bueno... Podría estar más feliz teniéndote solo a ti, porque ahora le vas a poner más atención a ese chucho que a mí -gruñó Gyro-. Pero supongo que tendré que aguantarme...
-Así que estás celoso... ¿qué te parece dormir en el salón y Nicholas dormir conmigo?
-Yo no pienso dormir en el salón, déjate de tonterías -Gyro frunció el ceño.
Llegaron a un parque al poco rato, había un lago congelado en el que había personas patinando sobre él y muchos niños y jóvenes estrenaban sus regalos de Navidad. Johnny sintió algo de pena por no poder hacer lo mismo que las personas normales; le encantaría poder levantarse y jugar con el perro, patinar por el hielo aunque no tuviese patines, tirarle bolas de nieve a Gyro. Pero sabía que le sería imposible, nunca podría hacerlo, nunca podría hacer nada como bañarse en la playa o en la piscina o hacer alguna excursión por la montaña.
Agachó la mirada aunque no tuvo tiempo de pensar más en aquellas cosas ya que Gyro paró frente a un banco.
-¿Nos quedamos aquí un rato? -preguntó Gyro-. Después podemos ir a alguna cafetería para tomar algo calentito, ¿quieres?
-Vale... -le dijo mientras Gyro le ayudaba a sentarse en el banco-. ¿Crees que si suelto a Nicholas se escapará?
-Mejor no lo hagas aún -Gyro suspiró levemente apoyando una mano sobre la pierna de Johnny y le acarició-. Vamos a esperar a que se acostumbre un poco más.
Johnny asintió con la cabeza levemente y se acercó un poco más hacia Gyro.
-Oye... No hay nadie pasando por aquí... -dijo en voz bajita mientras su rostro estaba cada vez más cerca del italiano.
-¿Y qué más da si lo hubiera? -Gyro miró los labios de Johnny y no se resistió en besarle.
La verdad es que Johnny aún no se sentía seguro de hacer ese tipo de cosas en público. No le gustaría que nadie les viese porque le daba vergüenza y algo de miedo porque no todas las personas miraban con buenos ojos a dos hombres besándose. Sin embargo aquel día solo pensaba en estar así con Gyro, gracias a él se sentía muy feliz y cada vez sus sentimientos hacia él crecían más.
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En un mundo de estrellas
Fanfiction[AU] Gyro es un hombre que vive solo y tiene su propio negocio: una pequeña cafetería cerca del centro de la ciudad. Cada día, a lo largo de dos años, tiene la misma rutina, hasta que un día se presentó un chico que cambiaría su vida por completo. ...