Esa había sido una de las mejores noches que Johnny había pasado en mucho tiempo. Durmió tranquilo, sin despertarse ni una vez siquiera, su mente estuvo calmada y no tuvo pesadillas. Estaba tan a gusto y relajado que por la mañana ni siquiera se enteró que Gyro se había despertado.
Aquella mañana de lunes seguía lloviendo, el cielo estaba oscuro y para hacerlo mucho peor también había viento, el cual golpeaba con fuerza las ventanas. Gyro se despertó más o menos a la misma hora de siempre, aunque para esa mañana ya tenía planes, y no precisamente era abrir la cafetería si no que iría a la casa de Johnny para recoger todas las cosas del chico.
Le vio durmiendo a su lado, estaba despeinado y con las mantas cubriéndole todo el cuerpo. Gyro sonrió levemente porque se le veía bien, mucho mejor que otros días. Acercó su mano para quitarle un par de mechones de la cara, y sus labios se posaron suavemente en la frente del rubio. Quería ver si Johnny tenía fiebre o no tras lo de ayer, y descubrió que estaba algo caliente así que probablemente enfermaría si Gyro no le daba algún medicamento.
Gyro se quedó un rato observándole. "¿Así que a partir de ahora todas las mañanas serán así?" pensó el hombre mientras bostezaba levemente. No despertaría a Johnny, sabía que era lunes y que tenía clase pero Gyro no le dejaría ir con ese estado. Ahora iba a ser él quien cuidase de aquel chico y realmente estaba feliz de tenerle en su casa.
"Si lo hubiese sabido antes... Johnny ya podría haber estado bien hace tiempo...". No sabía por qué pero por una parte se culpaba por no haber insistido más para que Johnny le contase más sobre su vida, aunque ahora de nada servía, ya estaba con él y ya estaba bien, eso era lo único que importaba.
Gyro al levantarse de la cama fue primero al baño y después se vistió. Le prepararía algo de desayuno a Johnny antes de irse porque no sabía cuanto tiempo tardaría en volver y no quería que se quedase sin comer.
Lo puso todo en una bandeja de plástico redonda, había zumo, un par de magdalenas y dos tostadas junto a una nota de papel que escribió y una pastilla para la fiebre para cuando despertase. Todo lo dejó encima de la mesita de noche y ya listo salió de casa. No sabía que pasaría cuando viese al padre de Johnny, no sabía si lograría controlar sus impulsos ni si le trataría con respeto. Toda la historia que le contó le parecía irreal, ni siquiera su padre había sido tan hijo de puta como lo era el de Johnny.
Agradecía haber conocido a ese chico porque de otra forma, ¿qué habría pasado con él a lo largo del tiempo? Johnny había sido muy fuerte durante toda su vida, pero habría un momento en el que no podría seguir siéndolo porque no recibía apoyo de nadie, y todos le estaban hundiendo poco a poco. Pero eso se había acabado porque Gyro iba a estar para él e iba a coger esa responsabilidad. Sabía que no iba a ser fácil, porque Johnny no era del todo dependiente pero tampoco iba a dejarle abandonado en la calle. Ese chico le importaba y ni él mismo comprendía por qué se preocupaba tanto por él.
Gyro llegó a la casa al cabo de unos quince minutos. ¿Estaría el padre ahí? ¿Y si no que haría? De todas formas Gyro llamó al timbre, esperando que alguien contestase, iba con un paraguas negro para cubrirse de la lluvia. Entonces alguien respondió al cabo de unos segundos.
-¿Si? ¿Quién es?
-Vengo a por las cosas de Jonathan -se le hizo hasta raro pronunciar su nombre completo, sin embargo lo dijo con un tono serio-. Soy Gyro, supongo que sabrás quien soy ya que prohibiste a tu hijo no verme, ¿puedes abrirme?
No hubo contestación hasta un rato después, la puerta de fuera se abrió, y Gyro entró atravesando el jardín para ir a la entrada principal donde el padre de Johnny había abierto la puerta, observando a Gyro desde ahí. Los dos hombres se echaron una mirada de pocos amigos, como si en cualquier momento uno de los dos fuera a atacar al otro. Gyro no le había visto en su vida pero tenía una cara de mierda que no sabía ni como se aguantaba mirarse en el espejo cada día.
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En un mundo de estrellas
Fanfic[AU] Gyro es un hombre que vive solo y tiene su propio negocio: una pequeña cafetería cerca del centro de la ciudad. Cada día, a lo largo de dos años, tiene la misma rutina, hasta que un día se presentó un chico que cambiaría su vida por completo. ...