Capítulo 8

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Con el tiempo echándose encima de ellos siguieron recogiendo las cosas para irse rumbo a Inglaterra, debían empaquetar objetos y preparar la ropa ya que tenían pensado quedarse algún tiempo ahí. Diego Brando era un famoso jockey dentro del mundillo de la equitación, estaba entre los más populares. Tenía clase, carácter, buen ver y un caballo excepcional, y con tan solo veinte años vivía por su cuenta en una mansión en Manhattan junto a su compañera Hot Pants, de la misma edad que él. El dinero y la fama era de lo que menos le faltaba.

Hot Pants había acompañado a Diego en todas sus carreras cuando él apenas tenía trece años, eran amigos desde hacía mucho tiempo y ella siempre había estado a su lado para lo que hiciese falta. Le daba consejos y le ayudaba, Diego tan solo confiaba en una persona, y esa era su amiga Hot Pants.

Por casualidades de la vida acabaron viviendo juntos y ahora Hot Pants aparte de estudiar también acompañaba a Diego a todas partes, pero ella, sin embargo, no montaba a caballo. Lo que Diego no sabía o tal vez se hiciese el tonto y no quería verlo es que su amiga pelirrosa estaba enamorada de él, ¿cuántos años habían sido ya? Hot Pants no lo recordaba pero aquel sentimiento cada vez se hacía más grande y le costaba aguantarlo y aún así nunca se confesó. ¿Qué diría Diego? Era un chico con un carácter bastante... especial, y Hot Pants no quería que se enfadase o se riese de ella, aunque no quería aceptarlo la chica sabía que Diego no sentía lo mismo. Lo sabía porque su amigo siempre estaba rodeado de mujeres guapas y jóvenes, siempre que iba a fiestas o eventos las chicas se le acercaban y muchas de ellas eran de buena fortuna o de padres importantes.

Sin embargo Diego nunca había intentado acercarse a Hot Pants más de la cuenta, eran amigos y el chico mantenía cierta distancia con ella. Y aún sabiendo eso no dejaría de apoyarle.

-¿Se supone que a Silver Bullet te lo traen la semana que viene?

Hot Pants y Diego se encontraban en el salón, metiendo en cajas lo que iban a llevarse, en las habitaciones había dos de los sirvientes de Diego quienes recogían la ropa en maletas y una cocinera preparando la comida para el mediodía.

-Sí, tienen que preparar el avión para que vaya cómodo y no le pase nada, así que esta semana la tendremos libre antes de que comience con el entrenamiento -dijo el rubio, haciendo una breve pausa-. Por fin vuelvo a Inglaterra, después de tantos años... Mis padres tienen una propiedad ahí, pero como no la usan me han dicho que podemos quedarnos todo el tiempo que necesitemos.

Diego Brando no iba a perder su preciado tiempo en cocinar o limpiar, así que tenía algunas personas contratadas para que hiciesen todo eso por él. Básicamente su vida se trataba de disfrutar, entrenar, ganar y divertirse. Hacía lo que le daba la gana cuando le daba la gana y no se preocupaba por nada.

-Ah, por cierto, pasado mañana nos han invitado a una fiesta de bienvenida, será por la noche en un hotel de lujo, creo que se llamaba Steel Hotel Resort o algo así, bueno, lo que sea, acudirá gente importante y seguramente mis próximos rivales -Diego sonrió de medio lado-. Aunque pueden olvidarse de ganar porque la victoria será únicamente mía, ¿me vas a acompañar, verdad?

Hot Pants alzó su vista para encontrarse con los ojos azules de su amigo y después volvió de nuevo a sus cosas.

-No tengo otro remedio porque si no te acompaño te enfadarás, ¿es qué no puedes ir a ningún lugar sin mí o qué?

Diego frunció levemente el ceño.

-Ni que fueras esencial en mi vida... -gruñó-. Pero sí, me enfadaré si no vienes -admitió-. ¿Sabes que tenemos el vuelo mañana y aún nos quedan mil cosas por recoger?

Sin más interrupciones siguieron recogiendo, Diego era una persona que odiaba los agobios o las prisas y pensar en todas las cosas que debían recoger le estresaba. Sabía que debían haberlo hecho mucho antes pero siempre acababan distrayéndose con cualquier cosa.

En un mundo de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora