¡El mariscal de campo es gay! - KookV

06 - {II}

Canción en multimedia: Sweet but Psycho - Ava Max 🎵🎶

¿Qué haces cuando la persona protagonista de tus fantasías sexuales reprimidas te está besando?

Lo apartas.

No te hagas el interesante. Si Zac Efron tratara de meterse entre tus piernas no estarías tan tranquilo.

Y eso hizo Taehyung. Al instante, sus manos estaban en el pecho de Jungkook, empujándolo tanto como sus escazas fuerzas se lo permitieron porque, oh, Dios, a alguien le iba a explotar la cabeza y era precisamente a él.

—¡Qué demonios! —chilló. Le indignó ver la cara confunda del mariscal pero le molestó más darse cuenta que Jeon Jungkook era un rompehogares porque él estaba felizmente planeando un matrimonio con Seokjin y ahora tendría que pensar en los jodidos gastos del divorcio. ¡No y mil veces no!

—Aquí vamos. —Jungkook rodó los ojos y esperó pacientemente a la escena dramática del castaño, pero era precisamente eso lo que hacía todo tan divertido para él. Primero, el chico limpió sus labios con el dorso de su mano y luego se abanicó, casi hiperventilando. Realmente, qué chico tan encantador. ¿Era culpa del mariscal que Taehyung fuera tan lento?

—Eres gay —dijo Taehyung, o casi preguntó—. O sea, ¿gay de verdad? Porque amigo, no voy a chupártela solo porque quieres experimentar —aclaró de inmediato, airado, levantándose del sofá y asemejándose más a una madre en pleno regaño—. Tampoco voy a acostarme contigo. Joder, no. Aunque... si eres sincero conmigo tal vez lo considere.

—Nada de eso —contestó el pelinegro mientras se levantaba con una calma errónea y una sonrisa que hizo a Taehyung retroceder un poquito (un poquito mucho: casi corrió hacia la puerta)—. Rayos, ni siquiera puedo creer que no lo notes. Me encantas, fosforito. —Y luego, soltó esa bomba.

—¿C-Cómo que te encanto? —balbuceó Taehyung.

—Adoro cuando te molestas, cuando gritas y cuando haces tus estúpidas amenazas sobre usarnos como piñata. ¿Sueno muy cursi? —Jungkook se echó a reír y Taehyung tuvo un pajazo mental cuando el mariscal tomó sus mejillas, inclinando su cabeza hacia arriba; su espalda chocó contra la puerta y todo lo que supo después es que él estaba muy acorralado—. Porque yo de verdad adoro tu sonrisa y la mirada que me estás dando ahora mismo.

Sí. Esa mirada de cordero asustado a punto de ser asesinado vilmente por un navajazo en el cuello porque Taehyung de verdad no sabía en qué momento se había metido en ese enredo. ¡El mariscal de campo es gay! Que alguien lo cacheteara. Su corazón latía fuerte contra su pecho mientras veía los finos labios de Jungkook y relamía los suyos, tragando después. Uf, él dejaría que esos labios hicieran con él lo que deseasen pero...

—Seokjin —balbuceó. Jungkook ni siquiera se inmutó. Su sonrisa se hizo más amplia y seductora, un poca burlesca incluso. Él estaba tan cerca que Taehyung se sintió un poco embobado por el olor de su perfume y no hizo mucho por apartarse cuando el mariscal entrelazó sus dedos con sutileza, llevando sus manos por encima de su cabeza después. Estaba inmovilizado, a merced de la endemoniada sonrisa del pelinegro. Pero él no se estaba quejando en absoluto.

—¿Qué pasa con Seokjin? —Lejos de responder, Taehyung simplemente cerró los ojos, dejándose llevar por la meliflua necesidad. Sus labios rozaron los de Jungkook y muchos dragones volaron en su estómago por los nervios. Ni siquiera sabía por qué estaba nervioso en primer lugar, pero se sintió como en su primer beso, todo inexperto y pendejo. Dejó que el pelinegro lo besara, primero el labio inferior y luego deslizándose con mucho cuidado hasta el de arriba. Las cosquillas se extendían como pequeñas hormigas. Su pecho se presionaba contra el de Jungkook y su ansiedad creció, gimiendo con suavidad contra los labios ajenos, pidiendo un poco más, hasta que sus labios juntos encontraron el ritmo perfecto, entre la suavidad y la dureza, lento, lo suficiente como para hacer que sus piernas temblaran. Tardó en darse cuenta de que sus manos apretaban firmemente las de Jungkook, y que si no fuera por eso tal vez estaría en el suelo, derretido como chocolate.