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Mi mañana había empezado de lo más horrible. En primera, mi alarma no había sonado, o si lo había hecho, no la escuché.
En segunda, el auto de mi padre no encendió, por lo que tuve que irme en autobús, el cual iba llenísimo por ser tarde.
Y en tercera, una señora derramó algo de su café sobre mi playera.
Fastidiado, y casi dado por vencido, miré la hora en mi teléfono. 7:54. Bien, no era tan tarde. Aún era probable alcanzar al chico de la lavandería en la puerta. Cuando llegué al paradero, bajé de un brinco y corrí hacia la entrada. Rápidamente pude ver al chico de ayer sentado en los escalones mientras veía su teléfono.
— Hey, perdón por la tardanza. -dije al llegar frente a él. Sus ojos viajaron hacia mi y una sonrisita de lado de formó en sus labios.
— Llegaste justo a tiempo, Jimin. -poniéndose de pie, limpio sus jeans y bajó los dos escalones que nos separaban. — Pensé que eras de esos que llegaban 10 minutos antes y dicen que acaban de llegar cuando no es así.
Entrecerré los ojos, mirándolo algo fastidiado.
— Ni siquiera sé tu nombre. ¿O gustas que te diga "chico de la lavandería" todo el tiempo?
Dio otro paso al frente. Un escalofrío me recorrió el cuerpo al sentir su mano fría tomar mi brazo y estirarlo. Mentiría si dijera que no estaba nervioso. Sus ojos eran pequeños pero oscuros, y afilados. Definitivamente sería aterrador verlo molesto. Barrió su mano a lo largo de mi brazos hasta llegar a la palma de mi (sudorosa) mano y dejó mi identificación sobre ella.
— Oh, una disculpa Jimin. Mi nombre es Yoongi, Min Yoongi.
