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| Antes de México | [ Parte 1 ]

[ Aclaración del Capítulo ]

Ésta parte se sitúa, como dice el título, "Antes de México" durante la infancia de los hermanos ---tienen más edad pero físicamente son unos chamacos de 12 y 10 años :^---.

Aclarado esto, ¡corre capítulo!

En medio de la poderosa capital de Tenochtitlan, un respetado imperio condecorado como guerrero águila había llevado a la cima del templo mayor a sus dos hijos con tal de darles alguna enseñanza que reforzara lo aprendido ese día en el ¹Calmecac. Desde la cima, observando al gran astro diurno iniciar su apacible deceso marcando el final del día, el adulto sostuvo el hombro de su hijo mayor con su mano izquierda mientras la diestra tomaba firmemente la pequeña mano de su hija.

---¿Pueden verlo desde aquí? ¿Todo aquello que tocan los tiernos rayos del sol en el horizonte, arropándose con el verde y marrón de las montañas y volcanes? ---Ambos menores asintieron, asombrados por el paisaje. Su progenitor continuó ---. Todas las tierras conquistadas y las que vendrán después, serán un día su legado y su responsabilidad, hijos míos. Cuando estén listos, el tesoro de nuestro imperio, recaerá entre sus manos ---Explicó el Imperio Mexica con un semblante de orgullo y satisfacción en su rostro sin dejar de lucir aquella sonrisa tan suya.

En ese momento, el adulto no sabía que estaba haciendo referencia a una película infantil bastante conocida en un futuro que por ahora se encontraba muy lejano.

Los pequeños mexicas no entendían a que quería referirse su padre con "tesoro". En lugar de pedir una explicación, ambos supusieron que el feroz guerrero solamente había hecho uso de una metáfora ---las cuales usaba con frecuencia obligando a los pequeños líderes en desarrollo a romperse la cabeza pensando en un significado trascendental---. La voz profunda y calmada del Mexica mayor llamó de nuevo su atención:

---Confio plenamente en que glorificarán el nombre de nuestro hogar ---Aseguró con la vista clavada en el horizonte, como si pudiera encontrar en las nubes una visión sobre el destino de los jóvenes---. El retorno profetizado de Quetzalcoatl en fechas cercanas promete que los sacrificios terminarán finalmente, trayéndonos la más próspera de las eras —Confirmó su progenitor con tangible esperanza en las profecías sagradas.

El hermano mayor miraba al imponente paisaje con emoción. Su nerviosismo era ahogado por la añoranza de crecer para volverse junto a su hermanita en un imperio tan deslumbrante y respetado como su padre, ¡quiza incluso más que el de su padre!, confiaba en los dioses para que eso sucediera. Mientras tanto la menor se maravillaba viendo el aspecto mágico que la luz de las últimas horas del día daba al territorio, dándole a la piel morena de sus habitantes un brillo dorado como si fuera oro. Ella creía fervientemente en que su cultura, su conocimiento, su gente, eran el más grande tesoro que tenían.

Ambos menores tenían un orden diferente en cuanto a prioridades, pero sin duda alguna, aún con su corta edad estaban dispuestos a hacer lo que fuese necesario por defender el hogar que los había visto nacer.

El sonido retumbante de los tambores² llamó no sólo la atención de las tres representaciones en la cima de la construcción, sino la de todos los pobladores de la gloriosa ciudad quienes inmediatamente escucharon aquella señal dejaron de lado sus actividades: Era hora de volver a casa.

Los mercaderes recogieron sus puestos, los hombres del campo dejaron de labrar, los administrativos y los sacerdotes dejaron sus labores para retirarse. Mientras tanto, los tres country con aquel peculiar símbolo en el rostro bajaron los peldaños del templo mayor... Aunque cada uno a su manera. La más pequeña y el joven guerrero jaguar estaban en medio de una carrera por quien llegaba primero al inicio de la construcción mientras su padre al inicio corrió tras ellos tratando de detenerlos, pero de una forma u otra, terminó ganando la competencia contra el par de niños.