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Los cuatro hacían un grupo bastante singular, aún así no les importaba la opinión de los extraños, pero tanto Sasha como Ricardo lo único que no toleraban era que ofendieran o lastimaran a Shadi o a Gregor, tanto como hermanos por como parejas ambos estaban siempre dispuestos a defenderlos de quien fuera, y eso incluía a la propia madre de los mellizos.

Con el avanzar de las semanas la situación en su casa se había vuelto cada día más difícil. Ella en ocasiones insistía en acosar a Shadi por su comportamiento, forma de hablar, de vestir y por cualquier cosa que le hiciera notar el no semejarse a la conducta habitual de un chico. Trataban de tolerarla lo mejor posible, aprovechando que ella pasaba largas horas en el trabajo, pero Sasha sabía que todo aquello seguía dañando las emociones de su hermano, y aunque Shadi intentaba disimular, en especial para que su madre no se enterara de su relación con Ricardo y no le restringiera las salidas, aún así, era cada vez más notorio que todo ello le hacía sufrir en silencio.

Fue por esto que Sasha decidió comenzar a buscar a su padre en secreto. Intentar hallarlo y averiguar si él podría, o quería, hacer algo para ayudarlos.

El día que por un descuido ésta se enteró que Shadi estaba en una relación amorosa con otro chico de su misma escuela, puso el grito en el cielo. Armó un escándalo de proporciones gigantescas en el hogar, el cual se intensificó aún más cuando Sasha le confesó que él, al igual que su hermano, también estaba saliendo con un chico. Lo hizo para que dirigiera su enojo hacia él y dejara de insultar a Shadi, pero la noticia fue demasiado para la inflexible mujer, la cual decidió en ese preciso instante tomar medidas desesperadas y acabar con la raíz de lo que ella consideraba todos sus males: Shadi. Con la certeza que era este el que estaba influyendo de forma negativa en su mellizo, pensó que al menos podía salvar a uno de la inmoralidad y corrupción sexual.

Como una desquiciada intentó atacar a su propio hijo con lo primero que hallaron sus manos. Una puntiaguda tijera se abría camino directo al cuerpo del muchacho, empuñada por las manos de su progenitora, pero fue Sasha quien intentó interponerse en el camino para proteger a su hermano, y si bien logró desviar el impacto de la improvisada arma, esta terminó igualmente enterrándose en la parte superior de la pierna izquierda de Shadi.

Fabiana al ver sus manos ensangrentadas se detuvo, tal vez incapaz de reconocerse a si misma en el vil acto que acababa de perpetrar. Los chicos lloraban y gritaban, Shadi de dolor y miedo, y Sasha de furia y desesperación al ver a su hermano lastimado.

—¡Llama la ambulancia! —oía Fabiana que le gritaba su hijo Sasha, pero se hallaba en un completo estado de shock.

Finalmente, fue el mismo Sasha quién llamó la ambulancia, mientras la tijera seguía incrustada en la pierna de su hermano, el cual temblaba histérico sin parar de llorar.

Fabiana sin más confesó y dejó que la policía la arrestara cuando en el hospital preguntaron por el causante de la agresión. Shadi fue atendido de inmediato quedando hospitalizado, y Sasha estuvo al pendiente de él en todo momento.

Poco después llegaron a acompañarle Ricardo y Gregor, asombrados y estupefactos con lo acontecido. Y para cuando todos pudieron ver a Shadi, este ya estaba dormido a causa del sedante que le habían administrado por vía intravenosa, se veía pálido y sus ojos hinchados aún por el llanto, lo cual conmovió en sobremanera a los chicos.

A la mañana siguiente, un hombre de unos cuarenta cinco años, con el cabello entrecano, y la chaqueta arrugada luego de viajar toda la noche, llegó hasta la habitación de Shadi.

Sasha aún estaba allí, no había querido separarse de su hermano en ningún momento, pero este no había despertado aún desde que le dieran el sedante. Se sorprendió de ver a su padre en la puerta. El hombre se emocionó y comenzó a llorar apenas vio a sus hijos, con quienes no tenía comunicación desde hacía varios años.

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