EL CUERVO DE LOS TRES OJOS (1)

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—Ya no soy Bran Stark —dijo El Cuervo de los Tres Ojos cuando el Maestre Wolkan le pidió ir adentro. Llevaba la mitad de la tarde y gran parte de la noche sentado junto a la puerta que le daba la bienvenida a los forasteros y refugiados a la seguridad de Winterfell.

La mueca en el rostro del Maestre le confirmó al Cuervo que a los humanos se les hacía difícil no referirse a él como su antigua persona. Lo había explicado miles de veces, pero su mente conocía que debía responder por Bran Stark para que los hombres lo escucharan. ¿Y acaso no lo habían hecho?

—Me quedaré aquí un rato más —habló el muchacho dirigiendo su mirada perdida al suelo nevado del patio del castillo—. Ahora retírese. Alguien está aquí para hablar conmigo —le pidió, y volviéndose, el Maestre Wolkan descubrió la diminuta figura de Tyrion Lannister.

Ambos prestaron sus saludos y el Maestre se marchó, dejando al enano y al Cuervo solos a la merced de la pequeña nevada nocturna.

—Haz la pregunta que quieres hacer, Tyrion —le dijo el Cuervo—. Ahora tengo la respuesta para dar.

Un escalofrío sacudió al de los cabellos rubios y rostro parcialmente desfigurado por batallas anteriores. ¿Cómo demonios aquel tullido conocía las dudas que resonaban en su cabeza? Pensó Tyrion.

—¿Y cuál es esa pregunta, según tú? —le retó el Lannister.

—Te estabas cuestionando si, después de tantos años, recordaba lo que vi justo antes de caer de la torre de Winterfell, o si conocía a quién me aventó de ella —se aventuró a hablar el joven de apellido Stark. Tyrion dejó asomar una sonrisa en su magullado rostro, maltratado por los años y arrugado por las lecturas.

—No era eso precisamente en lo que pensaba, Mi Lord...

—No —le interrumpió Bran—. Pero tú verdaderamente no quieres saber la respuesta de la otra pregunta que se levanta en tu mente.

El rostro del Gnomo palideció. Su paladar se volvió agrio y por alguna razón, creyó que sus piernas iban a comenzar a temblar. Tragando en seco, se dispuso a escuchar lo que aquel niño tenía para decir.

—La pregunta a la que te refieres —se dignó a hablar Tyrion luego de un prolongado silencio— ha estado rondando en mi mente desde que tengo recuerdos —sonrió escondiendo sus diminutas manos en los bolsillos de su abrigo bordado con el pin que le daba el título de la Mano de la Reina— ¿Y ahora me dices que tú tienes la respuesta...? —preguntó incrédulo.

—También te dije que no querías saber esa realidad —aseveró Bran. En el fondo, Tyrion sabía que aquel niño Stark tenía razón y que él no quería saber su verdadera procedencia, ni su naturaleza.

Hubo una vez, durante su niñez, que deseó con todas sus fuerzas no ser hijo de su padre, pero en su adultez comprendió que un apellido no bastaba para convertirlo en una cosa u la otra, y que un título no saldaría todos sus pecados, sino que, posiblemente, los agravaría.

—Tu duda es sustentable, Tyrion —habló Bran y los pensamientos agitados en la cabeza del enano de Casterly Rock hicieron silencio—. El dragón siempre tiene tres cabezas —dijo y el rostro de La Mano de la Reina se frunció un poco—. Tu fascinación por el fuego, tu admiración por los dragones y las conclusiones que hiciste acerca de los rumores que se esparcieron en la corte de Aerys Targaryen un año antes de tu nacimiento, te llevaron a dudar; como también hicieron dudar a Lord Tywin —sentenció Bran.

Tyrion negó con su rostro. El Stark no podría saber sobre todo aquello pues solo era un niño. Pero recordó que Bran no era Bran, sino que se hacía llamar a él mismo El Cuervo de los Tres Ojos. "Todos los cuervos son mentirosos" recordó el Gnomo de boca de su ama, y Bran sonrió pues su propia nodriza solía decirle esas mismas palabras mientras yacía postrado en su cama de pieles.

—Además —continuó el tullido—, los dragones son muy selectivos con las personas a su alrededor ¿Acaso, en las catacumbas de Meereen, no fuiste tú  quien los liberó? —terminó. La duda de Tyrion se acrecentaba cada vez que Bran hablaba y ahora, su interior se debatía entre conocer la realidad u olvidarla—. Después de todo, las dos personas que han tocado a los dragones, son de sangre de Valyria —aseguró Bran.

Tyrion se perdió nuevamente en lo que creyó eran las elaboradas paradojas del Cuervo, y sentirse ignorante de una realidad era algo a lo que el pequeño león no estaba muy acostumbrado. Sin embargo, no le dio importancia a su discurso, sino que guardó aquellas palabras en su memoria.

—Soy un Lannister de Casterly Rock —aseguró Tyrion con una sonrisa aliviada en sus labios, y ya fuera esto cierto o no, el enano no quería que se le dijera lo contario. Ya no. No desde que conoció a Daenerys y a Jon, quienes serían los mejores y más justos Reyes de Westeros si alguna vez se daban esa oportunidad—. Mi padre fue Tywin Lannister, y mis infame hermanos son Cersei y Jaime Lannister.

Bran sonrió y asintió. Tyrion al fin había dejado esa duda atrás y con ella, toda parte del conflicto que se levantaba en su interior se había extinguido.

—Tengo muchas historias para contar, Tyrion Lannister —le habló Bran— ¿Le gustaría escuchar una más? —le preguntó con perspicacia el muchacho. Incapaz de negarse, el Gnomo aceptó de buena gana.

—Vayamos adentro, junto al fuego, y escucharé todo lo que tenga para decir, Mi Lord —respondió Tyrion ya intrigado por las verdades que conocería de boca de aquel hombre.

—No puedo —le sonrió Bran y el enano rubio se sintió perdido—. Estaba esperando por un viejo amigo y acaba de llegar. En él, tienes la respuesta a la pregunta que viniste a hacerme.

Tyrion asintió y se dispuso a mirar en derredor para encontrar a ese amigo al que Bran había querido esperar desde la tarde. Tan pronto encontró el rostro avejentado y sucio de cabellos dorados bajándose del caballo y la mano de oro macizo, la Mano de la Reina Dragón borró la sonrisa de su rostro y la sustituyó por una mueca de preocupación.

 Tan pronto encontró el rostro avejentado y sucio de cabellos dorados bajándose del caballo y la mano de oro macizo, la Mano de la Reina Dragón borró la sonrisa de su rostro y la sustituyó por una mueca de preocupación

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—Bienvenido a Winterfell, Ser Jamie Lannister —le saludó Bran y Jaime se sintió morir—. Por favor, pasa adentro —le pidió—. El Dragón y el Lobo te están esperando.

The Last War [Game of Thrones Season 8]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora