DAENERYS (3)

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A la distancia los miraba. Parecían tan inocentes que era casi un pecado dejar que aquellos dos se separaran. En sus ojos se reflejaba lo blanco de la nieve cayendo sobre sus hombros, y sus lágrimas saladas parecían congelarse en sus mejillas antes de llegar a enjugar sus labios.

—Prométeme que no vas a morir —creyó leer en los labios de Missandei. Sus ojos negros centelleaban ante la despedida de Torgo Nudo.

—Nos iremos lejos —escuchó de la boca del Inmaculado en su intento de apaciguar la mente de la más confiable de los consejeros de la Targaryen, y su única amiga—. Cuando Daenerys recupere su trono, no habrá espacio para nosotros en esta tierra. ¿Hay algún lugar al que te gustaría visitar?

Era cruel permitir que tal amor, tan puro y desinteresado, pereciera

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Era cruel permitir que tal amor, tan puro y desinteresado, pereciera. Daenerys se hubiera opuesto a separar a Missandei y a Torgo Nudo si la decisión fuera de ella, pero no era solo su vida la que estaba en riesgo en aquella afrenta contra la muerte misma, sino que su hijo nonato también correría su mismo destino. Ya el dios de la muerte le había arrebatado a su Rhaego, y el Rey de la Noche, a su Viserion, por lo que no estaba dispuesta a perder a otro hijo más.

—Narth —respondió la antigua esclava, a la que Dany la había liberado de sus cadenas—. Me gustaría ir a Narth.

"Su tierra natal. Su paraíso. Su hogar." Pensó Dany mientras una sonrisa se escapaba de sus gruesos labios al ver a sus dos consejeros darse el beso del adiós. En su mente, rogaba a todo lo divino que el manto oscuro de la muerte no cayera sobre su general, pues aquella sería un pérdida que Missandei no sobrepasaría.

—Hay algunas cosas que se escapan incluso de las manos de una Reina tan poderosa como usted —habló una voz extraña a la Khaleesi de los Dothrakis. Al voltearse, una figura envuelta en rojo la esparaba a sus espaldas, y con una mirada cansada, como el que conoce y espera que el peso de su propio destino le caiga encima, le habló—. Ellos no se volverán a ver, y ambos lo saben —sentenció.

Un trago amargo bajó por la garganta de la Targaryen y una presión arreció su pecho.

—¿Acaso alguno de nosotros sobrevivirá? —preguntó la muchacha en un intento de no temerle a su propio final.

—Solo sé que yo no haré —aseguró la Sacerdotisa Roja sentándose junto al fuego bailarín que consumía la leña.

Daenerys siempre había sentido que las flamantes llamaradas rojas, naranjas y amarillas le susurraban canciones al oído, y siempre creyó que era su sangre Valyria la que la ayudaba a comprender aquellas baladas que escuchaba del fuego. Nunca pensó que se tratara de una deidad de ningún tipo, pues ningún dios la había salvado de sus tragedias cuando más lo necesitaba. Aún así, poder hablar con alguien que comprendía las visiones que se presentaban ante sus ojos, era algo que la joven Reina nunca había experimentado.

 Aún así, poder hablar con alguien que comprendía las visiones que se presentaban ante sus ojos, era algo que la joven Reina nunca había experimentado

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The Last War [Game of Thrones Season 8]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora