Futuro

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Sus estudios nunca fueron un problema, estudió en la escuela pública que quedaba a media cuadra del orfanato, aprendía también de las clases extras que daban en el orfanato, habían personas que iban y les enseñaban distintas cosas, aveces eran visitas por caridad y había tomado la costumbre de asistir a todas.

Su nana le enseñaba muchas cosas también, aveces, cuando su nana la veía mucho tiempo en la sala de música, iba y la visitaba, la sacaba de allí y le enseñaba algo que no tuviera que ver con acordes, notas, métrica y música en general, para que ella despejara su mente un rato, las otras señoras encargadas del orfanato le enseñaban a tocar algún instrumento a ella y a otros chicos, pero en especial a ella.

La nana sabía que las posibilidades de que adoptaran a Sabrina era demasiado bajas, los padres que adoptaban, generalmente prefieren bebés o niños pequeños, pero Sabrina no  fue adoptadas  cuando llegó, cuando Sabrina llegó a la adolescencia la nana había entendido que la mayor familia que ella llegaría a tener, sería el mismísimo orfanato, que ella sería la única madre que aparte de su madre biológica, Sabrina llegaría a conocer, era la triste realidad a la que se enfrentan los más grandes, pero Sabrina sólo había entablado una  relación interpersonal con su nana, al resto le hablaba como conocidos, no confiaba más que en aquella señora a quién las canas pintadas en su cabello reflejaban que su edad ya se acercaba a la jubilación.

Fueron tantos años en los que Sabrina estuvo allí que simplemente su esperanza de ser adoptada se desvaneció cuando cumplió los 11, llevaba hasta esa fecha, un total de 6 años y 4 meses dentro de aquel lugar, no era tan feo, amaba a su nana y a la música, aunque procuró no hacerse amiga de sus demás compañeros para evitar sentir que le arrebataron de su vida a más seres queridos si los llegaban a adoptar. 

Ella no era muy bonita que se diga, era bajita, aproximadamente unos 158 centímetros, para sus 17 años ya sabía que no crecería más allá de eso, era simple, sus ropa se resumía a camisas sencillas, jeans y tenis o zapatillas bajitas, odiaba a su manera los tacones muy altos, ella sabía que no necesitaba aparentar la altura que no tenía, el dinero que el orfanato le daba a cada niño para su ropa, se lo daban a las nanas para que lo administrarán, era para todos la misma cantidad, cuando ella elegía su ropa, si algo no le llamaba la atención, simplemente no lo compraba, vestidos tenía pocos, los había comprado por petición de su nana quien cada año le sugería comprar un vestido y ella aceptaba por complacerla, rara vez los usaba, pero valía la pena comprarlos por ver a su nana sonreir. 

Su cabello era raro, nunca se lo dejó crecer, al contrario de sus demás compañeras, ella lo mantenía corto, rara vez sobrepasaba los hombros y al ser castaño claro, rara vez pensó en ondularlo o hacerle algo distinto, lo mantenía así porque en la foto que ella tenía se veía que su madre así lo mantenía. 

Su piel clara le dio siempre muchos problemas, no la podían ni tocar con un poco de presión, porque ya quedaba marcada, era horrible, siempre mantenía moretones porque se pegaba sin darse cuenta, por ello también odiaba los vestidos, sus piernas hacían aparentar que le pegaban brutalmente, cuando se pegaba con alguna cosa sin sentido.

Vivía pálida y parecía que no comiera casi, porque tras del hecho era demasiado flaca, pero es que tras tener la posibilidad de hacer ejercicio demasiado limitada, prefería comer sano y en las cantidades que los nutricionistas del orfanato le decían a tener que someterse a caer en tener que matarse la paciencia con ejercicios que simplemente no podía hacer, era imposible tocar la guitarra o piano si hacía cosas como levantar pesas, tal vez hacer lagartijas o cosas por el estilo, no podía, siempre corría media hora y hacía una rutina de ejercicios mínimos, por estar saludable, pero lo hacía por demostrarle a su nana que cuidaba de si misma, no por más.

Ya casi llegaba su cumpleaños de mayoría de edad y necesitaba que le aprobaran la salida, en caso de no ser así, se quedaría otro año, no podía permitirlo, ya llevaba 12 años y 1 mes allí era algo que ya quería dejar atrás de una vez por todas estaba cansada de estar allí.

Había pedido un permiso para trabajar, pero no se lo dieron porque no había terminado sus estudios y cuando los terminó le dijeron que por menos de un año no valía la pena que esperase un poco más y se evitaba tanto papeleo sin sentido, porque a final de cuentas, ella necesitaba centrarse en la música de lleno por un tiempo, si empezaba a trabajar, le cobrarían los servicios, arriendo y no le darían nada de lo que le daban generalmente, sus cosas de cuidado personal, dinero para su ropa, nada, por no tener el permiso, cuando su contacto con una disquera, esta le dijo que debía esperar a poder trabajar para que firmara con ellos, porque sin ello, era totalmente ilegal sería un perjuicio para la compañía.

 Los contaba con ansias, sólo le faltaban 2 meses y unos días para salir de allí y cumplir sus sueños, dejar todo esto atrás y poder hacer su vida formalmente, sin nadie que la parara, sólo debía esperar un poco más y podría hacer de su vida lo que ella deseaba. 

Pero ese vacío era cada vez más constante, era hambre, no, ya había comido, era sólo una sensación que irrumpía en su cabeza, a veces no le dejaba dormir y tampoco le permitía hacer algo distinto a pensar en ello, algo le faltaba, en serio lo sentía así, estaba cansada de sentirse así sin motivo, en realidad odiaba aquella sensación, debía encontrar la razón de aquello, necesitaba descansar de nuevo, lo anhelaba. 

Un Sueño Para SabrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora