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Lo siguiente que sé es que todo pasó muy rápido. Atiné a salir corriendo de la oficina, tomar el primer taxi que me encontré y pedirle que manejara lo más rápido posible, muy lejos de ahí. No me importó si quiera la voz de Hyukjae gritando mi nombre porque en realidad lo único que quería en ese momento era desaparecer.

Si, desaparecer y no volver jamás.

No me mal entiendan ¿Si? Pero que el amor de tu vida se entere de esa manera lo mucho que lo amas no es el sueño de nadie.

Voy a matar a Heechul.

Si no es que me suicido primero.

Mi vida ahora sí esta arruinada. Ese hombre era el amor de mi vida imposible. Yo sabía que nunca tendría algo con el, por eso lo mantenía oculto, pero ahora ya no tengo si quiera un trabajo al cual volver.

No pisaré esa oficina jamás.

Estoy en un punto en el que ni siquiera las lágrimas salen porque me siento mareado y con ganas de vomitar todos los sentimientos  que me están embargado ahora.

No sé cómo logro darle la dirección de mi departamento al chófer, hemos andado rondando alrededor de una hora por la ciudad y se que lo último que me queda de la paga se va a ir en el, así que le digo que me deje a unas calles para evitar que la tarifa suba aún más.

Después de darle mi último centavo, bajo y camino por las calles aledañas al complejo de departamentos en el que vivo. Agradezco tanto que ni Heechul ni mis demás amigos sepan en donde vivo. Arrastré los pies hasta llegar ahí y subí las escaleras hacia el tercer piso, no me apetecía esperar el elevador.

Cuando llegue a mi departamento no encendí las luces, el lugar estaba tan obscuro que parecía que estaba en plena madrugada, pero no me alcanzaba para arrendar un piso en el que la luz entrara lo suficiente.

Me arrastré, literalmente me arrastré hasta el sofá y me dejé caer en el. Solo hasta ese momento me dejé volver a llorar. Acababa de perder mi trabajo y mi dignidad.

Lloré, lloré y lloré hasta que la cabeza me dolió, mi móvil no paraba de sonar y ver el número de la oficina marcado ahí no mejoraba las cosas.

Lo ignore hasta que una llamada de un número desconocido entró.

Contesté porque soy muy curioso y porque soy muy estúpido para no darme cuenta de que era una llamada de alguno de mis amigos.

—¿¡Maldita sea Donghae dónde estás!?

—¡No me molestes Heechul, te odio!

Y le colgué.

Estaba tan enojado que me puse a llorar de nuevo, realmente lo odiaba, era momentáneo, pero consideré que quizá después de esto jamás volveríamos a ser amigos.

Yo lo quería mucho, por eso le había confesado mi amor hacia Hyukjae, con pelos y señales. ¿Y que hizo el? Irselo a contar. Seguramente ahora estaba siendo el hazme reír de la oficina entera. Y no señor, yo podía hacer de tonto algunas veces, pero nunca a costa de mis sentimientos.

Pov Hyukjae

Ha pasado una semana. Donghae no aparece y su número de teléfono suena fuera de servicio. No sé cuántos mensajes de voz he dejado, incluso Heechul se dio a la tarea de investigar con recursos humanos la dirección de su departamento, pero resulta que hace mucho se mudó y no había actualizado sus datos.

¡Maldita sea!

—Lo siento Hyukjae. Jamás pensé que fuera a ponerse así de mal.

—Ya deja de desculparte. Solo quiero saber en dónde está, si está bien. ¿Y si le sucedió algo? Tú sabes que a veces es torpe...

—Estoy seguro de que está bien. Solo está tomándose un tiempo... Supongo que no volverá a la oficina, pero tendrá que venir a recoger las pocas cosas que le que...

—¿Qué cosa?

—¡Ya sé dónde buscar!

Heechul salió como alma que lleva el diablo de la oficina para ir directo a su escritorio, ese que lleva una semana vacío y que cada vez que lo veo así me siento a morir.

Rebuscó hasta que dió con su agenda. Resulta que había un recibo de pago de arrendamiento ahí, la dirección estaba plasmada en una de las líneas traseras.

—¡Lo encontré!

No hice más que arrebatarle el papel de la mano, corrí a mí auto y manejé como loco hasta llegar a aquella zona. Él no podía vivir aquí. ¿O si? Es decir, no es una zona pobre, pero si una zona considerada peligrosa. Si el andaba por aquí con las pintas que llegaba al trabajo, seguramente sería asaltado.

Mi temor por qué algo malo le pasará se acrecentó.

Cuando llegué a su departamento me di cuenta que estaba del lado en el que la luz no solía dar, se sentía frío y solitario. Toque varias veces la puerta, pero nadie salió.

Muy por el contrario, su vecina, una mujer de muchos años, me informó que hacía días no veía a nadie entrar o salir de ahí.

Le pregunté por Donghae, le mostré incluso una foto que le había tomado a escondidas en la oficina.

—Oh! Claro que lo conozco. Es el chico de la sonrisa bonita. A veces me ayuda a cuidar a Leah. Es una gatita muy huraña y no le gustan las personas más que él. Lo vi entrar hace como una semana, pero no sé si salió o a regresado de su trabajo.

—Disculpe, sabe si el encargado del edificio tiene llaves de repuesto? Debo asegurarme de que nada malo le ha pasado.

—Oh, yo tengo una, es muy despistado y luego olvida sus llaves, yo siempre tengo una por si las olvida.

La señora seguramente era un ángel, estaba salvandome la vida. Le rogué para que me diera la llave o que al menos me abriera para asegurarme de que no estaba en casa evitando abrir la puerta.

No tardé nada en convencerla, ella me abrió y yo me permití entrar. El departamento no era muy grande, así que busqué rápidamente en este indicios de que Donghae estaba yendo ahí. Y los encontré, un par de envases vacíos de ramen y agua embotellada que parecían haber sido usadas por la mañana.

Me senté en el sofá a esperar. Además de que repase mi mirada por todo el sitio.

Donghae podría ser muy despistado y desordenado en la oficina, pero su casa, esa era una cosa distinta.

Todo estaba en su sitio, limpio, ordenado, no había rastro de polvo, además de que no había un televisor en su centro, solo un estante con muchos libros.

Mi curiosidad pudo más ¿Qué clase de lectura tendría Donghae?

Para mí sorpresa había muchos libros de muchos géneros distintos. Todos parecían haber sido ojeados una y otra vez, pero el que más llamó mi atención fue uno. Ese parecía bastante viejo y usado.

Cumbres borrascosas.

¿Ese era su favorito?

No pude seguir mirando porque el dueño del departamento entró arrastrando los pies, parecía estar sollozando.

—Esos eran Gucci imbecil... Valían más que tú estúpido móvil de quinta...

Estuvo murmurando enfurruñado, sus lágrima caían, yo escondido en una esquina trataba de decifrar porque estaba llorando.

Me tomó un mes entero pagarlos, para que,  para que los vendiera por una miseria para poder comer. ¡Agh, como los odio!

¿Donghae?...

Rum Dee DeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora