Narra Adrián
Era un martes por la noche y me encontraba en mi habitación. Las 11:30 pm según el reloj en la mesa de junto a mi cama. Tenía un desastre de libros, hojas, notas y cuadernos. Además de mucha cafeína corriendo por mi sangre. La noche anterior no logré pegar el ojo, maldita sea.
A pesar de todo el esfuerzo de estar preparado, de estudiar; no lograba concentrarme por más de 10 minutos. No podía dejar de preocuparme, de pensar y darle una y mil vueltas a este asunto del "anónimo". ¿Quién, joder, quién? ¿Es real? Es que no encuentro quien podría saber. Al menos que alguien me haya seguido desde New York hasta Canadá. Lo cual me parece una locura. No..., no. Esto un chiste —golpeé el escritorio, lo que hizo remover los papeles—. Era demasiado irreal salir de esa mierda invicto. Joder.
Necesito hablar de esto con mi madre. Quizá ella sepa algo que yo no. Quizá ella tenga una pista. Algo que me ayude a descubrir qué hay detrás de esto. Algo que no entiendo, es... ¿Por qué aparecer de esa manera? ¿Por qué no delatarme sin más? No entiendo a que juega. Si me quiere hacer pagar; sólo con unas palabras se llevaría toda mi vida. No entiendo que espera.
Escuché a mi teléfono sonar, avisando que tenía un mensaje. Mierda... Sentí mi corazón parar de latir, y de repente tuve nauseas.
Con todo el temor que me estaba consumiendo en esos diez segundos, levante el teléfono.
Elena:
Hey, ojitos, como vas esta noche?
11:43pm
Al mismo tiempo que el alma me volvió al cuerpo, y mi sangre empezó a correr con normalidad, tiré el celular en la cama. Y pasé las manos por mi rostro. Restregando mis ojos, como si eso de alguna manera lo resolviera todo.
Quisiera estar en una horrible pesadilla. Sólo quisiera devolver el tiempo y haberme detenido. Que la policía hubiese llegado, que alguien me hubiese parado. Eso habría hecho mi vida. Literalmente, estaría en paz.
Joder, joder.
Respiré profundo tratando de contener las ganas de voltear y tirar todo al suelo. Gritar, golpear lo que sea. Las ganas de destruir la realidad que me rodea. La misma que me destruye.
En lugar de dejarme llevar por mis impulsos enfermos, salí de la habitación, hacia mi madre. Subí las escaleras a zancadas. Noté a Valentina pasar en dirección contraria, pero para sumar mis desdichas, ni siquiera me miró. Como si no estuviera allí. En este momento quisiera no estar.
Le di unos toques a la puerta, queriendo golpearla en realidad. Escuché un "adelante" y menos de un abrir y cerrar de ojos ya estaba sentado en su cama.
— Okey, tengo que decirte algo —me apresuré a decir—.
— Buenas noches, Adrián —me miró con mala cara por entrar de esa manera— .
— Esto es muy serió, madre. Tienes que decirme la verdad. ¿Hay algo que no sepa, alguien que no conozca? ¿Me has estado ocultando detalles? Lo que sea, sólo dime.
— Espera, espera. Ve de espacio. ¿A qué va todo esto, hijo?
— ¡RESPONDEME MIERDA! — Grité exaltado y lleno de desesperación. Ella me miró en silencio y cautelosa, con cuidado de mí. De su hijo— Lo siento... yo... lo siento. No me mires así, por favor...
Coloqué mis manos en mi rostro, maldiciedome a mí mismo.
— Hijo, por favor, cálmate, y dime que sucede. No puedo ayudarte si no me dices está pasando.
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I Love a Killer
Gizem / GerilimElena, una chica universitaria de 25 años, centrada en su carrera de medicina. Sumergida en su mundo, en sus pensamientos. Tranquila, determinada y dispuesta a ayudar. Golpeada por el paradero de su padre, ¿Dónde estará? ¿Las abandonó? No lo haría...