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Había pasado una semana.

Jungkook no pensó que iba a durar tanto tiempo ahí, sin ser golpeado, sin ser tocado, sin ser insultado, sin ser echado.

Lo único que había pasado es que había hecho una amistad con Yutaro, ese chico solo lo había cuidado como un bebé y lo trataba como princesa.

¿Acaso él era el príncipe azul de los cuentos de hadas?

Era lindo, era amable, era cariñoso y lo procuraba mucho, alguien que hasta hacía muy poco tiempo, se le hacía ficticio, no creía que hubiera gente tan buena en el mundo.

En sus desventuras por la ciudad mientras moría de hipotermia no se había topado con nadie así, una que otra vez alguien lo veía con pena, pero jamás le ayudaron, jamás se acercaron a preguntarle que hacía ahí.

Su apariencia para ser un vagabundo era de lo más inusual, mientras que los vagabundos suelen ser hombres viejos los cuales fueron abandonados por sus familias o que el dinero jamás les cayó, él era un adolescente con cara de niño adorable, de piel lechosa y suave y ojos grandes y brillantes.

La única gente que se acercó a él fueron borrachos que se dieron cuenta de que él era extremadamente lindo y estaba indefenso, de todos esos ataques salió ileso pues sabía como escapar, estaban tan intoxicados que un simple golpe en la mejilla los hacía caer.

Pero él no era un borracho, él no quería aprovecharse de él, él era bueno, le tomó cariño en muy poco tiempo, pues había hecho muchas cosas solo para que estuviera bien.

Aun así, Jungkook se resistía a salir a la calle para cualquier cosa, prefería quedarse en la casa con su calefacción y su peluche, no quería saber de las calles en mucho tiempo.

Pero Yutaro no se quedó de brazos cruzados, ese niño tenía que salir de las mantas, y conocer el mundo, además necesitaba ropa e ir al doctor, pues estaba enfermo.

Así que, una mañana, en medio del silencioso desayuno, sacó el tema de salir a la calle.

-Jungkook -dijo su nombre para captar su atención- tengo que salir a comprar.

-Oh, ¿en serio? -dejó su taza en la mesa- ¿qué debe de comprar?

-A eso voy -sonrió- debo de ir a comprarte ropa, y para eso me debes de acompañar.

Un puchero apareció en la cara de Jungkook.

-¿De verdad debo de ir?

-Sip, además quería hablarte de otra cosa... -levantó las tazas y las llevó al fregadero- en unos días te voy a presentar a un amigo, porque necesito que te cuide.

-¿Me va a abandonar con alguien?

-No Jungkook, solo te va a cuidar -revolvió su cabello- tengo que trabajar, y regreso hasta las seis de la tarde.

-Oh, es cierto, eres enfermero -sonrió al recordar lo que le había dicho hace unos días.

-En unos días te llevaré con él, mientras tanto, ¿aceptas salir conmigo? Solo serán unas horas.

Se quedó unos segundos en silencio.

-De acuerdo.

-Entonces báñate y ponte algo de mi clóset, cepillate los dientes y nos vamos.

Jungkook asintió y se levantó para arreglarse, cuando terminó de bañarse y cambiarse, se miró en el espejo, ¿acaso para la gente esa cara se veía linda?

Porque para él no.

Se cepillo los dientes y, después de mucho tiempo, pasó un peine por su cabello. Así descubrió de que su cabello no era rizado.

Learn To Live; JK Bottom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora