Capítulo VI

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Louis había preparado pastel sola una vez en su vida.

Aun trabajaba en la cafetería cuando el repostero enfermó y todos supusieron que, por ser un omega, debía tener los suficientes dotes culinarios para copiar la receta del famosísimo pastel de chocolate por el que todos llegaban al lugar. Así que cuando se terminó la última rebanada, tomaron al pequeño ojiazul, le colocaron un mandil y lo metieron a la cocina a hornear algo que jamás había hecho.

Por suerte Louis sabía seguir ordenes muy bien, por lo cual seguir una receta no le fue complicado. Al final, el pastel salió mejor de lo que esperaba y fue lo suficientemente bueno para que terminara vendiéndose en el mismo día.

Eso había sucedido hace aproximadamente dos años, por lo cual, Louis no entendía de donde había sacado el coraje para querer recrear un pastel del cual no recordaba los pasos y a duras penas recordó los ingredientes.

Quizá la visita de Niall fue lo que lo animó a seguir esa idea tan descabellada. Había ido para entregarle su primer sueldo y la emoción de Louis revoloteó porque no se lo esperaba tan pronto. Apenas había transcurrido una semana y el omega ya tenía el dinero para su próxima cita y un poco más. Pensó en que esas libras restantes las ahorraría para el bebé, las invertiría en más estambre para tejer, las usaría para una manta...

Sin embargo, Harry se le cruzó por la mente. Harry, el mismo alfa que le había dado la oportunidad de vivir bajo su techo y que, además, lo había ayudado a conseguir el dinero que tenía entre sus manos gracias a su intervención a la hora de negociar el contrato.

De la nada, el dinero extra se convirtió en harina, leche, huevos y mucho, mucho betún de chocolate. Se convirtió en un omega emocionado por hacer un pastel que, esperaba, supiera delicioso. Entonces, cuando finalmente lo metió al horno, esperaba con toda su alma y corazón que el rizado no malinterpretara el gesto, que no terminara insultándolo y rechazando aquel biscocho que tanto le costó hacer —y recordar—.

Esperaba que le gustase, que lo hiciera sonreír por un momento y endulzara un pedacito de su día.

—Ojalá le guste el chocolate —Suspiró, terminando de decorar el pastel para después llevarlo al refrigerador.

-

Harry llegó a casa emitiendo un largo suspiro, girando la cabeza y los hombros hasta que consiguió que le tronaran. Se quitó el exceso de ropa y lo colgó en el viejo perchero, alivianándose los músculos de la espalda.

Ese día en especial había sido malditamente agotador, tuvo que hacer el doble de lo que solía hacer y, sinceramente, pudo haberse desplomado en el suelo a dormir sino fuese porque el olor de la cena lo atrajo lo suficiente para arrastrarse a la cocina.

Como siempre, encontró a Louis frente a la estufa calentando la cena. Estaba de espaldas a él, por lo cual ignoró totalmente cuando entró y se sentó a la mesa. No dijo nada; no tenía fuerzas ni ganas. Simplemente se sumió en el respaldo y cerró los ojos por un momento, abriéndolos cuando escuchó un grito ahogado provenir de su lado derecho.

—Dios —Se llevó una mano al pecho, suspirando—. No escuché cuando llegaste.

—Acabo de llegar —Contestó vagamente—. Huele bien.

—Gracias —Sonrió—. Hice algo nuevo... para variar. Si no te gusta puedo hacerte otra cosa.

—Estoy muy exhausto para quejarme —Resopló—. Ojalá sea algo bueno porque muero de hambre.

—Bueno, si te gustó el olor puede que te guste el sabor —El omega le puso el plato al frente, un poco nervioso—. Provecho.

La cena en sí no lucía desagradable: era una porción de carne sofrita salpicada en especias, unas verduras gratinadas en queso y puré de papa. De hecho, el plato se vería bastante apetitoso para cualquier persona, pero era Harry con quien estaba tratando. Al final, él decidía si aquel platillo era digno de su paladar en una cena tranquila y silenciosa o todo acababa en gritos estridentes reclamándole por qué había hecho algo como eso.

The war is blue || L.S. (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora