Capítulo XI

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Emma estaba inclinada sobre la mesita de centro, sacudiendo con precaución todos los muebles que rodeaban la sala de estar. El ojiazul se mantenía haciéndole compañía a un lado, echado en el sofá con la atención entretenida en un suéter color rosa que estaba tejiendo para él mismo.

La rubia había estado muy callada toda la mañana desde el día anterior, pero Louis podía notarla inquieta, como si no aguantara las ganas de tocar un tema que el omega conocía muy bien.

Y la comprendió. Comprendió que tal vez no quería mencionar nada por alguna advertencia que Harry le había hecho o por querer obedecer al máximo la palabra que el rizado le dio antes de que se fuera. Pensó que Emma seguía dándole vueltas a todo, maquinando entre la duda y la sospecha una corazonada que no era cierta y que merecía una explicación.

Así que el más bajo suspiró audiblemente, llamando la atención de la de ojos cafés.

—¿Quieres hablar sobre anoche, Emma?

La aludida se detuvo un momento, vacilando entre voltearlo a ver o hacerse la sorda y seguir limpiando lo que veía a su paso. Decidió dejar el plumero sobre la mesita y recibió una sonrisa cálida por parte del castaño cuando se sentó en el sofá a sus pies.

—Harry me dijo que no hablara sobre esto contigo, que él me explicaría en la noche, pero... —Removió las manos en su regazo, con la voz quebrándose al final—. Eso mismo me dijo ayer por la tarde y terminó corriéndome de la casa.

—Oh cariño, no te lo tomes personal —El omega se reincorporó, acercándose a ella—. Harry era así con su hermano y lo es conmigo, eso me hace pensar que con todo el mundo se comporta como un bruto.

—¿Pero eso no te hace sentir mal? —El rímel corrido se derritió bajo sus ojos—. Es decir, ¿cómo lidias con eso? De la nada se enojó y me trató así cuando los últimos días nos estaba yendo de maravilla.

—Al menos tu tuviste días de maravilla —Hizo un gesto amargo—. Desde que llegué me ha estado tratando de ese modo y peor, Emma. Peor. Al principio solo lloraba y me sentía muy mal porque, ya sabes, tenía la idea de que debía estar agradecido por permitirme quedar con él incluso si eso significaba que me agrediera o me dijera cosas feas.

—¿Entonces solo te acostumbraste a eso?

—La verdad es que sí, lo hice por un tiempo, pero —Sonrió—. Los últimos días me puse a reflexionar y me dije que yo no merecía eso ni mucho menos mi bebé. Es pequeño, pero sé que escucha y siente cuando estoy triste. —Su sonrisa se hizo más amplia—. Así que ayer junté todo el coraje que tenía y le callé la boca.

—¿Y cómo te sientes ahora? —Preguntó la chica, acercándose más a las caricias que el omega le estaba dando en el pelo.

—Con ganas de callarlo más seguido.

Ambos rieron suavemente, hasta que sus risas se desvanecieron en un silencio que les supo amargo.

—¿Y no has pensado irte, Louis? —Cuestionó, mirándolo a los ojos—. Es decir, en algún momento comenzarás a anidar y necesitaras espacio y un ambiente muy tranquilo para eso.

—Claro que sí —Sus ojos brillaron alegremente—. Te diré un secreto: estoy ahorrando para poder rentar un departamento. Para la próxima vez que Niall venga, ya tendré lo suficiente para el pago inicial y quizá el primer mes de renta.

—Wow, eso es genial Louis. —Le sonrió de vuelta—. ¿Harry lo sabe?

—No —Contestó de inmediato—. Es mejor que no se entere.

—Entiendo —Hizo silencio—. Niall te paga bien, ¿no?

Louis asintió, sabiendo a donde quería llegar.

The war is blue || L.S. (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora