45 - El psicólogo

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Me lo he ganado...
¡No he conseguido adaptarme a esa escuela! Al final conseguí que dejaran de molestarme, pero empezaron a tratarme de "bicho raro" con mucha más frecuencia.
Quienes se hacen llamar monitores contactaron con mis padres y... ¡De cabeza a un psicólogo!

La verdad no tengo ni idea sobre esa profesión humana. Pero hoy, ya aquí en este cachivache de vehículo, lo podré ver.
Aunque... Mis padres no parecen muy contentos al respecto al tener que recurrir a esto.
Parece que no sirvo como humano...
¡Pero me da igual! ¡Por mí que se acabe cuanto antes este infierno!

Y nada, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en una sala enorme llena de gente.
Habían muchos niños y niñas que actuaban extraños y otros no tanto.
Supongo que aquí viene la gente con "problemas" o más bien aquellos que dan "miedo" por ser diferentes a lo estándar de esta especie.
Agg... Al menos tienen pinta de que no van a molestar. ¡A esperar pues!

...

¿Sabías que ya llevo aquí 3 horas? ¡Es increíble cuánto tardan! Pero ya estoy en movimiento, ya estoy llegando a tal famoso psicólogo.
Y ¡Tachán!
¡Un humano normal y corriente con una bata blanca, gafas y de aspecto un tanto peliagudo!
Rodeado de cuatro paredes blancas, muebles que parecen caros, su despacho de pijo y una ventana enorme con vistas a un supuesto jardín trasero.

Pues nada especial. Esperaba algo más...
Debo de decir que los musgos tienen mejor estilo de decoración, impresión y calidad. 
Mi vida de musgo fue bastante sistemática y estricta pues tienen leyes muy rectas. Pero en lo poco que he sido trabajador musgo he visto crecer su tecnología y ciudades.
Su objetivo era la máxima expansión y nada más.
Como seres, eran inquietantes. Todos eran lo que los humanos llaman ¡Hipsters!

Fuera del tema musgo, te he distraído lo suficiente como para concluir el test del psicólogo.
Era un test ridículo con preguntas obvias.
¿Quién va responder mal esas preguntas? ¿Quién se va confundir en diferenciar algo bueno con algo malo?
¡Esto ha estado muy fácil! Esperaba algo más entretenido.
¡Mira, mira! Ahí vienen mis padres raritos todo orgullosos a ver los resultados.

—Oye... —Con tono preocupado dijo mi padre.

¡Ves! ¡Se han sorprendido! Era de esperar, seguro soy un genio entre los humanos por todos los conocimientos que llevo guardando por milenios.

—¿Satella puedes venir aquí?—Preguntó mi madre con un tono que parecía más de orden.

—¡Voy!—Respondí toscamente porque aún me cuesta hablar en este cuerpo.

Seguiré insistiendo. No me gusta hablar. ¡Y mucho menos tener nombre! ¡Es muy molesto! Prefería la comunicación de otros seres que no tenían que mover ninguna parte para ello y la carencia de nombre.
Pues nada...
Seguro van a felicitarme y bla, bla... 

—Hija... Estás completamente enferma. —Afirmó mi madre con la voz a punto de romper a llorar.

—¡¿Qué?!—Dije.

Ese ¡¿Qué?! Ha sido la primera vez en mi vida que me sale completamente natural de mi boca humana. ¡Estoy orgulloso, orgullosa!
Pero... ¿Cómo que estoy enferma?
¡He respondido a la perfección! 
¿Me están diciendo que las estrellas no son orgías y discotecas organizadas por planetas? ¡Si yo he vivido una de esas! Los planetas se excitan tanto por las provocaciones de sus Soles o Lunas que terminan montando una fiesta explosiva. ¡Luego todos acaban en coma por unos millones de años! ¡Nada más en especial!
¡Anda ya! ¡Especie primitiva!






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