20.

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Todo retumbo en sus oídos cuando la puerta del restaurante se cerró de golpe y el seguro fue colocado por la misma intención de no permitirle el paso.

Las palabras del hombre el cual lo crio dolieron, se clavaron en su cuerpo como pequeñas dagas afiladas; todo lo que tardo construyendo, los años de miseria, los segundos de tranquilidad se fueron al demonio en ese instante cuando se sentía en la cima.

Escuchaba el hablar de alguien pero era tan lejano como lo era su paz, incluso a pesar de que la gran figura se movía frente a él se encontraba absorto en sus pensamientos intentando averiguar que hizo para merecer eso.

―Jisung. Jisung.

A pesar de que su cuerpo era movido estaba enrojeciendo en la rabia que comenzaba a sentir.

―¿Estás bien?

La voz del mayor se tiño de una preocupación por la persona que amaba pero incluso esta no reaccionaba hasta que el atrevido de Minho intento consolarle, sus dedos fueron como pequeñas plumas deslizándose por la piel del pálido chico, envolviéndolo en un placer que solo Lee pudo darle sin embargo el cristal era tan delgado y frágil que se rompió en pedazos. Pedazos que jamás podrían reconstruirse.

―¡No!

Su voz era trémula pero iracunda, Minho frunció el ceño confundido y con el dolor corriéndole por el rostro.

―Bebé, ¡mírame! ¡Hey! Demonios. Mírame, Jisung. Te prometo que todo estará bien, ¿sí? Saldremos adelante, bebé, lo haremos, cuentas con mi apoyo.

Sonaba tan desesperado por conseguir una respuesta del menor quien se encontraba negando con su mirada perdida, sus manos se colocaron en ambas mejillas para detenerlo, necesitaba que se concentrara en otra cosa que no fuera su dolor pero... era Jisung, él ya no sabía si sentía dolor o era algo normal.

―¡Detente! ¡Nada está bien! ―escupió el castaño dando un paso hacia atrás vacilante, su cuerpo golpeo con las cajas.

―¡Lo estará!

La sonrisa que se dibujo en el rostro del pálido chico de moretes fue tan llena de sarna que cualquiera que lo hubiera visto pudo sentir el dolor que estaba viviendo.

―No lo estará. ―su risa se mezclo con un llanto que nadie fue digno de ver alguna vez.― ¡no mientas!

― Jisung. ―La paciencia de Minho se colmó cuando el chico comenzaba a alejarse entre las cajas, ¿por qué demonios hacía eso?, ¿por qué le dolía el pecho de verlo de aquella forma? Apresuro sus pasos para alcanzar a tomarlo de los brazos y mantenerlo firme frente a él, pero nunca dio la cara.

―No, Minho. ¡Es que tú no entiendes! ¡Acaban de echarme de mi casa! Acaban... de... ―era tan duro ver como las lagrimas caían de los ojos del menor― pase años intentando construir una imagen digna de mi familia, no causar problemas, no ser alguien que no sea lo que ellos querían y... Arruine todo. ¡Me enamoré! ¡Es mi culpa! No es bueno amar a un hombre, já, obvio que no lo sería. Mírate, mírame. ―los labios de Jisung estaban rojos por el llanto, y las palabras salían como si fuera una laguna de lamentos.

Minho quedo serio, no entendía como era que el sonriente castaño que logro conocer en su casa, el chico de risas y traviesas palabras de hace segundos se desapareció en un parpadear. La vida era tan dura.

―No es malo. El amor no tiene raza, sexo o edad. El amor se da en cualquier momento... el amor es lo que importa, ¿me amas? ¿cierto? ―los ojos desesperados de Minho buscaron los de Jisung quien lo encaro, todo se reflejo en ellos, el miedo, la tristeza y anhelos. ― ¿Me amas? ―repitió.

Un relámpago ilumino mejor el callejón y estremeció a los dos.

¡Demonios, Jisung! ¡Dime si me amas o no!

Un trueno fue el único sonido que se emitió en ese espacio haciendo que la sonrisa de Minho tan incrédula apareciera, ahí estaba de nuevo la persona hablando con la piedra.

El menor no se atrevió a dar una palabra a esas, su pecho estaba siendo apretujado, estaba intentando encontrar la razón exacta por la cual nada salía de su boca, lo amaba.

Sí, lo hacía.

Se enamoro perdidamente de él, era su primer amor, aquel que le llevo a las estrellas incluso con una caricia o una palabra, el que le enseño el placer de dos cuerpos iguales, la paz de un beso lleno de cariño y la mirada más estremecedora.

Le enseño a vivir, pero incluso la realidad le ataba de tobillos, le corto la lengua y lo dejo vacilante frente a él, viendo la decepción en los ojos que encontraba tan bellos, llenos de un espíritu libre.

―¡Al menos ven conmigo! ―termino diciendo el mayor cansado de esperar lo que hace tiempo le menciono, sus dedos se deslizaron hasta encontrar sus manos y unirlas, pero carecían de tacto y mucho más de calor.

Tomaba las manos de alguien muerto. Jisung renegó, no podía, se zafo de los agarres de Minho sacándole la vuelta con pasos veloces hasta la puerta del restaurante.

El silencio perduraba, los pasos eran torpes y solo decepción corría por el aire.

Minho sentía que la sangre le hervía por completo, empuño sus manos.

¡Vete! ¡Lárgate de aquí y no... no vuelvas, Minho!

El cielo se volvió a iluminar y pareció que el rayo cayó sobre el chico quien se negaba a entrar en razón de aquellas palabras, sabían que no eran ciertas, ese no era su Han.

―Sé que lo nuestro no durara, sé que tú y yo no somos buenos juntos, demonios, ¿cómo amarías a alguien como yo? ¿cómo podrías ver un futuro conmigo? No puedo irme contigo, no puedo fingir que seremos felices, nada de esto debió suceder, no debiste aparecerte frente a mi ese día solo debiste seguir tu camino, no ser el tipo genial, lindo y amoroso que fuiste, debiste dejarme ahí, si solo no hubieras intentado entrar a mi vida estaríamos bien, estarías bien. No hiciste nada más que empeorar todo, yo... no puedo abandonar mi apellido... no puedo ser un maldito desviado, esta es una ilusión, sólo eso... ―sus manos temblaban y sus ojos estaban inundados, las lagrimas corrían por sus mejillas y aunque intentara apartarlas aparecían más torturándolo. Sus palabras eran rudas, y nada ciertas, arreglo todo lo que estuvo roto pero volvió a ser tan frágil que se quebró cayendo en lo mismo de siempre.― ¡Esta mierda jamás acabará! ¡Y no debes hundirte conmigo! Por favor... haz esto por mí.

No escucharía sus suplicas, no podía, él no tuvo la culpa de nada, o eso creía, creyó que le entregó todo lo que pudo... y supo que debió rescatarlo, ¿por qué no pudo darse cuenta en ese momento que él podía ser su salvación?

Jisung...

¡Adiós, Minho!

Y la figura macilenta, camino lejos de su verdadero amor. Se alejo como un cobarde, con las lagrimas desbordándose, con sus piernas temblando y un dolor incesante en el pecho. Salió de ese callejón y las calles se volvieron oscuras, la lluvia azoto contra su delgado cuerpo y su cabeza martillo, no escucho su nombre entre el silencio solo las gotas danzando, un motor rugiendo  y una brisa... aquella figura... jamás volvería a aparecer...

La luz se propago en suspupilas mareándolo, un chillido destruyo su cerebro y sus rodillas fallaronsintiendo el asfalto duro dar contra su pecho, el dolor se iría desvaneciendocomo su cuerpo, la gente se alarmo e hizo bullicio pero no había nada que vermás que un pobre diablo vahído.

Honey.-MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora