firebrick

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GISELLE SE atragantó con su propia saliva

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GISELLE SE atragantó con su propia saliva. Dios, ¿qué clase de pregunta era esa?

"¿Hay algún chico de la escuela que te guste?", había preguntado Allison, con total naturalidad. Giselle no sabía qué responderle. "No, me gustas tú. ¡Tú!", quería gritarle. "Soy lesbiana. Me gustan las chicas y me gustas tú".

Allison seguía viéndola, esperando una respuesta. Mierda, necesitaba decir algo. Vamos, Giselle, se dijo a sí misma. Di lo que sea. Lo que sea.

Estaba comenzando a marearse. El aire le faltaba.

Allison parpadeó.

—Giselle, ¿estás respirando? —preguntó lentamente, extrañada.

Oh, era eso. Giselle tomó una gran bocanada de aire, sintiendo sus pulmones quemarle.

—Lo lamento —tosió—. Se me olvidó respirar.

Allison ladeó la cabeza, sin entender lo que acababa de suceder.

—¿Se te olvidó respirar?

Alguien tocó la puerta. Giselle nunca estuvo más aliviada de ver a un cazador que cuando vio al padre de Allison al borde de la puerta.

—Buenos días —dijo Argent, removiéndose incómodo—. Uh, ¿Allison? ¿Podemos hablar?

Allison salió de su habitación, dejando a Giselle sola con sus pensamientos. Mierda, quería cavar un túnel e irse en ese momento. A dónde ir, era la pregunta. No podía quedarse en casa de Allison, eso era obvio. No podía molestarla de esa manera. Pero regresar a New Orleans no era una opción, al menos no por el momento. La manera en que su corazón se aceleraba cuando sus dedos rozaban los de Allison era suficiente razón para quedarse. Nunca había sentido ese tipo de conexión con alguien.

—Te ves bonita pensando, pero te van a salir arrugas —dijo Allison, levemente divertida, sobresaltándola.

—Lo lamento —balbuceó Giselle, sonrojándose.

—¿Por qué? —rió. 

—No lo sé. Parecía como algo apropiado qué decir.

Allison soltó una risita, negando con la cabeza. A pesar de la sonrisa en su rostro, Giselle percibió que algo había cambiado en ella. ¿A caso su padre la había regañado por su culpa?

—Hablé con mi papá —dijo Allison—. Te daré un aventón a casa de Derek por tus cosas y regresaremos a la casa. Dice que te puedes quedar el tiempo que necesites.

—Oh, no —comenzó a negar Giselle, fervientemente—. En serio, Ally, yo...

—No era una pregunta —la cortó Allison, tomándola de la mano, ayudándola a ponerse de pie—. En serio.

Giselle la miró fijamente, dándole un apretón a su mano, su corazón latiendo a mil por hora. Definitivamente valía la pena quedarse. 


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