Giselle Hale tiene tres grandes problemas: primero, ser la chica nueva en Beacon Hills es más complicado de lo que pensó. Segundo, alguien está haciendo sacrificios humanos. Tercero, no puede evitar sonrojarse y que su corazón lata frenéticamente ca...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—UH, ¿LLEGUÉ DEMASIADO tarde? —balbuceó Giselle, mirando confundida la escena frente a sus ojos.
Scott estaba completamente empapado de algo que olía como gasolina, Stiles parecía como si fuera a llorar en cualquier momento, Lydia lucía histérica y Allison...
—¡Llegaste! —exclamó Allison, sin pensarlo dos veces, abalanzándose sobre Giselle y abrazándola. Los pies de Giselle se tambalearon, pero se mantuvieron firmes en el suelo, sosteniéndola.
—Por supuesto —murmuró Giselle—. Te dije que vendría, ¿cierto?
—Lo hiciste —sonrió Allison, separándose ligeramente para verla—. Condujiste como una abuela todo el camino, ¿verdad?
—No tengo mi licencia aún, no quería que me detuvieran —se quejó Giselle, poniendo los ojos en blanco, devolviéndole la sonrisa. De alguna manera, se sentía más fácil respirar ahora que Allison estaba con ella.
Stiles las observó un instante, como si intentara descifrar qué estaba sucediendo allí y no pudiera encontrar qué era.
Los demás fueron al autobús a dormir, incapaces de volver a las habitaciones del motel después de lo sucedido. Giselle y Allison, por otra parte, se deslizaron en la parte trasera de la camioneta de Derek que Giselle había tomado prestada.
Con la estación de radio local reproduciendo rock antiguo de fondo, Allison procedió a contarle a Giselle todo lo sucedido. Le contó sobre Scott actuando extremadamente extraño con ella cuando se estaba bañando, sobre Lydia escuchando las voces de suicidas, Ethan, Isaac y Boyd queriendo acabar con sus vidas. Y finalmente, sobre Scott empapándose de gasolina queriendo quemarse vivo. Cuando acabó, su garganta era un nudo y no podía dejar de temblar.
—Nadie salió herido, ¿sí? —murmuró Giselle, tomando su mano tímidamente, temiendo la alejara. Sin embargo, Allison la tomó sin pensarlo, aferrándose a ella—. Lo hiciste muy bien hoy, Ally.
—Tantas cosas pudieron haber salido mal hoy —gimió Allison, sintiendo los hombros, la cabeza y el cuerpo entero pesarle. Suspirando, recargó su cabeza en el hombro de Giselle.
Giselle se quedó quieta, tensa, pero lentamente cedió, relajándose y recargando su cabeza en ella también.
—Pero no pasó. Todo está bien. Todos están bien —musitó, tímidamente manteniendo su mano entrelazada con la de Allison.
—Lamento haberte hecho venir hasta acá solo para escucharme quejarme —suspiró Allison, negando con la cabeza—. Soy la peor persona del universo. Deberías estar buscando a Derek, no aquí.
—¿Y qué si todos tienen razón? —Balbuceó Giselle, tragando saliva pesadamente—. ¿Y si realmente está muerto?
Allison se separó de Giselle para poder verla directamente a los ojos. Su corazón se rompió un instante cuando la vio. Tenía los ojos brillosos, como si estuviera a punto de llorar. La tomó del rostro, obligándola a verla, sosteniéndola.
