Giselle Hale tiene tres grandes problemas: primero, ser la chica nueva en Beacon Hills es más complicado de lo que pensó. Segundo, alguien está haciendo sacrificios humanos. Tercero, no puede evitar sonrojarse y que su corazón lata frenéticamente ca...
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—Creo que morí. ¿Estoy muerta? Realmente creo que estoy muerta —balbuceó Giselle, bajándose de la moto de Scott apenas llegaron a la escuela. Scott rio a entre dientes.
—Nunca habías viajado en moto, ¿eh? —preguntó, sonriendo divertido.
—¿Qué tanto te molestarías si vomito en tu casco? —jadeó, tambaleándose un poco. Scott se apresuró a ella, tomándola del brazo.
—¿Estás bien? Solo respira —dijo, suavemente. Scott supuso que por la cercanía debería de sentir algo, como mariposas en el estómago o las manos sudorosas, pero en realidad no sentía nada. No entendía por qué, Giselle era linda, tenía que reconocerlo. No era su tipo, pero sabía que era atractiva.
—Estoy bien —suspiró Giselle finalmente—. No sería genial vomitar en mi primer día de clases, ¿eh?
Scott pareció distraerse, mirando de reojo que al lado de donde se había estacionado, había dos motocicletas mucho más geniales que la suya. Giselle se dio cuenta de esto, y le dio un golpe con el codo intentando distraerlo.
—La tuya es verde, por lo que es mil veces más cool que un aburrido negro —dijo, intentando animarlo.
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Giselle tragó saliva al darse cuenta de que apenas al poner un pie dentro, la gente empezó a verla. Fue consiente de cada detalle en ella, sintiendo la ropa que llevaba puesta extrañamente más incómoda y pegada al cuerpo.
—¿Estás bien? —preguntó Scott, al notar que Giselle se detenía abruptamente en la entrada.
—Esta fue una terrible idea —balbuceó apresuradamente—. Voy a decirle a mi hermano que no voy a venir a la escuela por ningún motivo, que estudiaré viendo videos por YouTube y que nunca más volveré a salir de mi casa.
—Giselle, solo es la preparatoria —Scott sonrió, tratando de tranquilizarla—. Estarás bien.
—Es la preparatoria en Beacon Hills —lo corrigió—. Esa chica podría ser una bruja a punto de lanzarme un hechizo –dijo, mirando de reojo a una chica rubia que la estaba mirando mal de arriba para abajo—. O peor, podría ser normal e inventar horribles chismes sobre mí.
—Primero, respira. Vamos, Giselle. Respira —dijo Scott. Giselle tomó aire a regañadientes—. Todo estará bien. Si te lanza un hechizo, tienes a un hombre lobo a tu lado.
—Cierto, es más probable que te hechice a ti que a mí.
—¿Qué? ¡No! Hablaba de que podría defenderte.
Giselle soltó una risita, sonriendo traviesa.
—Lo sé, solo me pareció que era gracioso decirlo —siguieron avanzando por el pasillo, mientras Giselle intentaba no concentrarse en los demás alumnos mirándola raro—. Oye, ayer tuve una idea sobre tu tatuaje. Mi hermano tiene un tatuaje, estoy segura de que podría hacerte uno.
