Giselle Hale tiene tres grandes problemas: primero, ser la chica nueva en Beacon Hills es más complicado de lo que pensó. Segundo, alguien está haciendo sacrificios humanos. Tercero, no puede evitar sonrojarse y que su corazón lata frenéticamente ca...
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GISELLE SUSPIRÓ frustrada, el péndulo en su mano yendo de un lado a otro sobre el mapa de Beacon Hills. Debía de estar roto de alguna manera o algo más tenía que estar pasando porque su señal estaba siendo bloqueada. No había rastro de Derek Hale en todo Beacon Hills.
La otra opción era, claro, que estaba muerto. Y Giselle se negaba a pensar siquiera eso como una posibilidad.
Estaba a punto de tomar un descanso y prepararse un té para aumentar sus poderes cuando su teléfono celular sonó. Confundida, lo tomó. Rápidamente una sonrisa se extendió al ver que era Allison quien llamaba. La sombra de lo que había pasado el día anterior aún pesaba sobre ella. Las manos de Allison alejándola, el arrepentimiento escrito en su rostro... pero eso no evitaba que sintiera su corazón flotar cada que hablaba con ella.
—¿Ally? —saludó Giselle, titubeante.
—Hola, Gi —la voz de Allison sonaba tensa, carecía de la energía que siempre transmitía. Inmediatamente, Giselle supo que algo andaba mal.
—¿Qué sucede? —Allison procedió a contarle cómo Scott no estaba sanando. Era absurdo. Sí, las heridas de un Alfa tardaban más pero deberían mejorar y no empeorar.
—Espera, el autobús se detuvo, voy a ponerte en altavoz —dijo Allison. Giselle asintió, y dándose cuenta que no podía verla, respondió:
—Sí, está bien.
🌈🌈🌈
Lydia y Stiles ayudaron a caminar a Scott fuera del autobús, hacia los baños, mientras Allison hablaba por Giselle por teléfono. La bruja parloteaba sobre hierbas que podían encontrar en el camino y cómo intentaría hacer un hechizo desde lejos pero ambas opciones eran inciertas. Nada garantizaba que Scott mejoraría.
—¿Cómo se ve la herida? —preguntó Giselle por teléfono, una vez que escuchó la puerta del baño cerrándose.
—Horrible —admitió Stiles— Está negra.
—Lo siento —se disculpó Scott, como si fuera su culpa.
Allison, Lydia y Stiles se alejaron un poco para hablar entre ellos, tratando de formular un plan con Giselle.
—Esto está mal. Lo he visto curarse de cosas peores —balbuceó Allison, nerviosa.
—¿Qué hacemos? ¿Llamamos a una ambulancia? —sugirió Stiles.
—La medicina convencional no lo sanará. De hecho, podría empeorar las cosas —respondió Giselle—. Podrían intentar traérmelo, pero... -no pudo terminar la frase. Allison tragó saliva pesadamente.
—Tal vez ya sea demasiado tarde —concluyó quedamente.
—Tenemos que hacer algo —insistió Stiles.
—Puede ser psicológico —dijo Lydia, pensando en voz alta.
