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Era domingo por la mañana, no se escuchaba casi nada más que el viento soplando y tal vez uno que otro escorpión a la lejanía, sin ningún vecino que los pudiese molestar, ventajas de vivir en el desierto.

Dos chiquillos subían y bajaban las escaleras lo más silencioso posible siendo difícil por el crujir de la madera de la casa, mientras que una chica, más grande que los niños, trataba con todas sus fuerzas de llevar un pastel pequeño y dos regalos colgados de sus antebrazos.

Una vez que los tres estaban del todo seguros de que no habían hecho tanto ruido, se dirigieron a una habitación en específico, esquivando a un gigantesco lobo con tonos turquesa en el pelaje.

Abrieron lentamente la puerta, aunque un poco menos silencioso esa vez, la bisagra de la puerta requería de un poco de aceite.

Se dieron cuenta de que los objetivos estaban tal y como lo habían planeado, dormidos y roncando bastante alto, bueno, solo uno de los dos objetivos.

La chica veía el reloj en la mesa de noche de aquellos objetivos, solo un minuto para que den las nueve de la mañana, solo un poco más. En cuanto dio la hora, llamó al lobo lo más bajo que pudo y este se acercó a quien le llamó.

-Muy bien Kosmo.-Susurraba la chica.-Cuando cuente hasta tres ladraras lo más fuerte que puedas.-Kosmo inclinó la cabeza.-Muy bien ¿Listo?-El lobo se puso en posición.-Uno...dos...tres.-El lobo solo ladró una sola vez, haciendo que los hombres que dormían cómodamente se pusieran rectos del susto.

-¡Feliz día del padre!-Gritaron los tres niños, los más chicos se lanzaron a abrazar a sus padres, que todavía estaban atontados porque hace menos de un minuto estaban plácidamente dormidos. Sin embargo abrazaron a sus hijos con fuerza, dejándoles besos en sus cabezas.

Cuando estuvieron del todo consientes, la chica se acercó a dejar el pastel en la mesa de noche y los regalos en el piso para poder abrazar a sus dos padres.

-Niños.-Hablo algo rasposo uno de los festejados.-Sé que nos querían festejar el día del padre el mismo día que en Cuba, pero hay otras maneras de despertar a las personas.

-No sabíamos cómo despertarlos papá.-Dijo uno de los niños.-Si decíamos que se estaba quemando la casa nos regañarías por asustarte y si decíamos que había un ladrón papi tomaría su cuchillo como un demente.

-Eh ¿A quién le dices demente, renacuajo?

-Al único de aquí que tiene el cuchillo de la abuela debajo de la cama.-Respondió la mayor entre risas.

Todos empezaron a reír, era verdad, nadie lo podía negar.

Keith y Lance estuvieron bastante rato con sus tres hijos, abriendo los regalos que les habían traído.

Uno de sus pequeños, Adam, les dio a ambos un dibujo de ellos mismos al estilo de una vieja serie que les encantaba a sus padres.

El siguiente fue Demian, quien con ayuda de Hunk, les había traído a ambos unas ricas malteadas de mora azul, como aquellas que alguna vez habían probado en el castillo de los leones.

Mientras que Layda, logró obtener con ayuda de su tío Kórann unas pequeñas figuritas de los leones que sus padres habían pilotado, el imponente león negro y el audaz león rojo.

También sus hijos dividieron el pastel entre los cinco para que pudieran disfrutarlo a gusto.

En todo el día, los hijos de los antiguos paladines de Voltron no los dejaron salir de casa. Se dedicaron todo el día a consentirlos, haciéndoles y llevándoles la comida, lavando los platos sucios, evitando que Kosmo se teletransportara cuando veía a un escorpión en el patio trasero y lavando ropa.

Ambos adultos veían con una sonrisa como sus hijos trataban de calmar a Kosmo, pues además de querer teletransportarse, quería atacar al estúpido escorpión.

Las marcas alteanas de Lance se iluminaron, estaba muy feliz y orgulloso de esos mocosos.

-¿Te imaginaste en algún momento que terminarías así?-Preguntó Lance, esperando una respuesta de Keith, quien lo vio un poco confundido.-Me refiero a tener una familia, conmigo.

-Considerando que antes nos llevábamos muy mal, que estabas enamorado de Allura y que yo apenas y comprendía un sentimiento así de fuerte, no.

-Irradias optimismo ¿no es así?.-Rio el cubano, ganando que su esposo también empezara a reír.

A pesar de todo lo que vivieron en la guerra, cada perdida, cada lágrima que soltaron, no les había impedido seguir adelante.

Lance extrañaba muchísimo a Allura, por supuesto que si, pero no por eso su vida acababa allí. Se dedicó a seguir su camino, y sin planearlo se enamoró de Keith, se casó con él y tuvo tres hijos que son su adoración.

Si, había días llenos de viento, llenos de furia y lágrimas, pero también existían los días llenos de amor, que le daban el coraje de seguir adelante. Eso había aprendido de Allura y le agradecía desde el fondo de su corazón haberle enseñado aquella lección hace años, pues sin eso, no estaría en ese lugar, en ese momento, con Keith y sus hijos a su lado.

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Si quieren continuación de este o cualquier otro one shot lo pueden pedir sin ningún problema 💕.

Klance //One Shots//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora