1 - ¡La llegada a Morioh!

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Morioh, tan soleado, tan alegre, tan... rosa. Era un lugar tranquilo, con pocos habitantes y lleno de vida, a pesar de todo. La gente trabajaba, los estudiantes iban a sus escuelas... todo era como debía ser.

El desastre ocasionado por Yoshikage Kira había pasado un año atrás; una nueva etapa había llegado, ¡era el año 2000!

Josuke se dirigía a la escuela junto a su mejor amigo Okuyasu. Traía entre sus manos un walkman. Eran la emoción de sus días, ya tenían integrado antishock para poder caminar sin que se interrumpiera su música. Simplemente era genial, podía escuchar a Prince donde quisiera usando discos compactos. ¡Genial! La música era uno de sus pasatiempos, a parte de los videojuegos y la televisión.

Josuke no era un chico de deportes por muchas razones, a pesar de tener una gran capacidad atlética: el sudor le desagradaba, era demasiado esfuerzo y podía despeinarse. Con estos pensamientos en mente, se quitó los auriculares, guardando su walkman y sacando un peine, retocando ese estilo extravagante pompadour.

—¿Ya dejarás ese aparato, hermano? —preguntó Okuyasu observándolo de reojo, caminando con ese andar desgarbado.

—Por ahora. Estamos a punto de llegar a la escuela... —contestó Josuke con tono aburrido.

—¡Ánimo! Siempre puede pasar algo nuevo e interesante.

—No creo... espero que no...

—¿De qué hablas, Josuke?

—Jotaro llamó... —Josuke dejó escapar un suspiro de angustia—. Dice que debemos investigar un poco. Al parecer hubo más víctimas de la flecha, pero no son tan hostiles como los enemigos que enfrentamos, ¿entiendes? Quiere estar seguro que son gente que no ocasionará problemas.

Okuyasu dudó un momento, divagando.

—No lo sé, hermano, no soy muy listo, pero si Jotaro lo dice, debemos apoyarlo, ¿no crees?

Josuke resopló, algo cansado.

—Supongo... pensé que estaría tranquilo con mi madre por fin, pero no me podré librar tan fácil del linaje Joestar, por lo que veo. No quería ocasionar problemas en su familia.

—¡Pero lo hiciste! —se carcajeó Okuyasu—. Le robaste la billetera a tu padre, ¿o ya se te olvidó?

—Como soy su hijo me debía una compensación, además, gastó todos mis ahorros en productos de bebé —respondió Josuke con un ligero sonrojo. Okuyasu siguió burlándose hasta que unos gritos de chicas los llamaron.

«¡Josuke! ¡Josuke!». Un grupito de chicas uniformadas se le acercaron, agarrándolo de los brazos, mientras que otras daban saltitos.

«Espero que nos toque en el mismo salón, Josuke», «te prepararé almuerzo todos los días si es así», «¡no te le insinúes!, ¡cocinas horrible, de todos modos!».

Josuke las escuchaba con paciencia, mientras Okuyasu lloraba en silencio, lleno de envidia.

—Chicas, lo siento, se hace un poco tarde para la escuela y tengo que atender unos asuntos con mi amigo —se disculpó Josuke, tratando de alejarse, de manera delicada, de las chicas.

—¡Más tarde nos veremos, Josuke! —gritaron en grupito, corriendo hacia la escuela.

—¿Por qué a mí no me buscan? —preguntó Okuyasu, mientras Josuke lo incitaba a caminar y le daba palmaditas en la espalda.

—Tú mismo lo dijiste: siempre puede pasar algo nuevo e inesperado. Quizá consigas novia esta vez, Okuyasu.

Su amigo asintió, tratando de animarse a sí mismo, a pesar de que ya estaba acostumbrado a la popularidad del joven rebelde.

Una nueva emoción en Morioh. Josuke Higashikata x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora