Desde una edad temprana edad (__) sabía que había algo raro con ella.
En una familia tan grande, donde los 8 hijos peleaban por el afecto de ambos padres, era angustiante para la niña más callada tener algo de atención.
Ella no era la más lista, ni la más bonita, no tenía habilidades o talentos, era un número más, tanto que había veces en las que sus padres o hermanos olvidaban recogerla del colegio y tenía que regresar a casa a pie.
Para ella no era angustiante, eso le daba libertad de moverse por la ciudad, trataba de verle el lado bueno a la vida desde su perspectiva infantil.
A veces tomaba el camino más largo solo para pasar por lugares llenos de familias que paseaban, los parques y pequeños negocios llenos de gente felíz le contagiaban la alegría mientras caminaba. De vez en cuando le gustaba imaginar que sus padres le trataban igual, pensaba en ella montando una bicicleta mientras que su madre le guiaba con ternura y su padre miraba orgulloso de ese pequeño logro.
Otras veces caminaba lentamente por la ruta corta para admirar la florería que quedaba no muy lejos de casa, era alérgica al polen pero eso no evitaba que el maravilloso resplandor de los pétalos que se veían por el vitral dejase de ser hermoso y atrayente.
Los viernes eran sus favoritos.
En esos días juntaba todo el dinero que había ahorrado en la semana para comprar un cono doble de gelato que terminaría compartiendo con su única amiga, su vecina que era un par de años menor.
Su familia y la familia Cesare habían vivido en el mismo barrio durante años pero nunca se encontraban, si llegaban a toparse de casualidad solo se saludaría y no dirían nada más. No existía nada personal entre las familias pero por alguna razón no se llevaban del todo bien.
Muy a diferencia de (__), Margarita tenía una padres amorosos que siempre están para ella. Ella podía darse el lujo de ser una niña caprichosa pero no lo hacía, su nobleza era natural. Todo tan diferente a la (c/c), desde una corta edad fué conciente de ciertas cosas, como el favoritismo de sus padres a sus hermanos mayores.
Había veces en las que sus hermanos mayores o la propia Margarita se quejaban de cuán estrictos podían llegar a ser los padres, pero la (c/c) nunca escuchó un regaño de ninguno de ellos. Ella sabía perfectamente que si se portaba bien y no causaba problemas nunca le tocaría ningún tipo de riña.
A temprana edad comprendió que no podía llamar la atención.
Era esa la razón por la que, al entrar a la adolescencia, sus amistades se reducirán exclusivamente a su pequeña vecina.
Muy de vez en cuando se escapaba de casa para dormir en la casa de su querida amiga, la madre de esta le alimentaba y llenaba del afecto que necesitaba en cada visita. Nunca tuvo problemas con las fugas, después de todo era invisible.
Margarita decía que ese era su superpoder, eso solo hacía que la (c/c) se sintiera especial. Aunque después de eso el padre de Margarita le dió un regaño por decir algo como eso, al perecer decir que alguien es invisible era un insulto, pero para (__) fué al halago más grande que pudieron haberle hecho.
Un buen día, mientras que (__) jugaba con las muñecas que su amiga le había regalado, vió como la pequeña niña corría en su dirección.
- ¡(__)!- Llamó emocionada. Su rostro tenía una gran sonrisa de oreja a oreja.- ¿Qué crees? El primo Giotto vendrá a verme. Él está por llegar.
La niña que jugaba con muñecas parpadeó incrédula, la pequeña rubia daba pequeños saltos de emoción, los holanes de su falda volaban ligeramente a cada saltito de emisión.
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Senza Fine [Risotto x Reader]
FanfictionSer raro de nacimiento te lleva a una vida de soledad, lo único que puede calmar ese vacío es el amor que una familia puede brindarte. Parece un momento sin ayer y sin mañana, algo hermoso y sin final.