IV

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Ghiaccio había aprendido algo, la mujer que hablaba con los muertos y su Stand no eran tan aterradores como creía en un inicio.
Su opinión actual era que hasta podía ser algo tonta, sus juegos de palabras sin sentido ponían al peliazul de los nervios.

¿Qué clase de persona boba podía nombrar a su habilidad con un nombre tan largo para después acortarlo a un juego de palabras tan simplón?

Stand By Me se reducía a Stand, esa pereza a la hora de hablar molestaba a Ghiaccio.

Lettura había ganado esa costumbre de invitarlo a comer, a diferencia de otros miembros de La Squadra, la mujer parecía tener un pequeño cariño al adolescente.

Luego del primer encuentro, las reuniones con la mujer se hicieron cada vez más frecuentes entre el recién formado escuadrón de asesinos y la medium. Sabía que la mayoría de las sesiones eran por él, eso dejaba un mal sabor de boca. Incluso los miembros más nuevos como Illuso o Melone daban resultados más eficaces.

- ¿Ahora qué pasó, ice baby? ¿Por qué tienes esa cara?

Sin olvidar aquellos estúpidos apodos.

- No pasa nada.- Bramó molesto mientras aplastaba bruscamente un par de verduras de su plato con el tenedor.

La respuesta no parecía convencerla del todo, desde que entró por la puerta, Ghiaccio nunca volteó a verla. No era difícil saber que había algo mal con el peliazul.

- ¿Estás seguro de ello?

Los ojos negros tras la gruesa montura de las gafas por fin se alzaron, eran dudosos e inseguros.

- Estás más feliz que de costumbre.- Dijo al tratar de evitar el tema.

Ella rió ligeramente mientras sus mejillas se pintaban de un pequeño color rosa.

- Sabes de lo que realmente quieres hablar. Vamos, dímelo.

- Miss Morte.- Dijo al fin el adolescente.- ¿Ese es tu nombre, verdad?

Era tan raro ver a la (c/c) seria, la sonrisa en sus labios bajó lentamente hasta convertirse en una línea recta. No estaba molesta, más bien parecía una mueca de desagrado e incomodidad.

- Así que lo sabes.

Aquél nombre fué fácil de descubrir, después de todo no era un secreto. Ghiaccio debía admitir que se sorprendió al ver el rostro de la joven mujer en una revista, el muchacho de 15 años nunca fué especialmente aficionado al cotilleo de medios tan vulgares de entretenimiento.

El tan solo estar cerca de uno de esos artículos le recordaba su gloriosa niñez siendo considerado el prodigio de una nueva generación de patinadores. Recordaba con cierto disgusto como su exigente padre dejó de lado la diversión de aquél deporte y lo convirtió en una obligación.

Quizá lo mismo pasó con Lettura, al menos eso quería pensar el peliazul, había un gran cambio en la mujer de las fotografías y la que tenía enfrente en ese momento. Radiante como el brillante sol del verano, fresca como una lechuga, pero sobre todo, tan felíz que no podía ocultar una sonrisa a dónde quiera que fuese.

- ¿También te molestaron, verdad?- Preguntó de la nada, ganando una mirada confusa de la mujer.- Hablo de los periodistas en general, esos idiotas solo buscaban alguna excusa para meterse en tu vida y contarla en un artículo de empresa como si a alguien le importará de verdad.

- Era exactamente eso.- Habló con voz calmada.- No podía tener una vida, todo era para mis padres.- Explicó.- Entrar a Passione fué casi como hallar mi...

- Libertad.- Interrumpió incrédulo el muchacho.

Ghiaccio se dió cuenta de lo que había dicho, sus mejillas se volvieron rojas por la vergüenza, aún con el ceño fruncido acomodó sus gafas en un intento fallido de esconder su rostro.

Senza Fine [Risotto x Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora