Imprevistos.

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Stiles amaba la escuela.

Él realmente disfrutaba de la rutina que había tomado. Todas las mañanas su padre iba a dejarlo, después de eso, entraba y tomaba sus clases junto a Cora (que se había convertido en su mejor amiga también, eso no tenía muy feliz a Scott), para que a la hora del almuerzo ambos salieran juntos y esperaran a cierto pelinegro que, "accidentalmente", se confundía de tupper para los desayunos más seguido de lo que se imaginan. Por lo regular Derek llegaba a veces sudado (por los entrenamientos de basketball), o muy apurado porque sus amigos le hablaban, o con una cara que los dos menores ya identificaban como "tuve clase de matemáticas".

A pesar de todo eso, siempre que Derek llegaba a donde estaba los dos pequeños, es como si todo se le olvidara. Bastaba ver unos ojos miel muy bonitos y tiernos, y Derek no podía evitar sonreír, incluso si antes tuvo clase de mate, o supiera que tendría clase de geografía.

No es que el ojiverde no amara ver a Cora también, él adoraba a su hermanita. Constantemente estaba cuidando de ella y sabía que la menor también sabía cuidarse sola. Pero, algo había en Stiles, algo tenía el pequeño niño que fascinaba a Derek. A pesar de sólo tener 11 años, a Derek se le apretaba el corazón cuando Stiles lo recibía con esa carita de emoción, él no se sentía merecedor de tal admiración. Stiles hablaba demasiado, eso es algo que había descubierto con experiencia. Recuerda perfectamente cuando llegó con esos calcetines de Batman y, quién sabe cómo, Stiles los notó. Derek había tenido que enfrentarse a lo que sería "El mayor debate de la vida de por qué Stiles ahora prefería con todas sus pequeñas fuerzas a Clak Kent" (así lo había nombrado Derek, y estaba secretamente orgulloso de ser una de esas razones). Sin embargo, Derek sería capaz de perder horas y horas de su tiempo con tal de ver la emoción que desprendía Stiles mientras hablaba.

Derek conocía perfectamente la situación de Stiles, él sabía sobre la señora Claudia, sobre el trabajo exhaustivo del Sheriff, sobre Melissa, sobre Scott. Él sabía que Stiles no pasaba mucho tiempo en un solo lugar, que corría de la casa McCall a la Stilinski a lo largo de los días. También sabía que, a pesar de que la señora McCall le quería mucho y era muy amable, no tenía la total atención en Stiles. Por eso Derek siempre procuraba dar todo de sí para el pequeño, darle eso que él sentía que le hacía falta.

Es por eso que, por iniciativa de Derek (después de enterarse por Stiles que la señora McCall obtuvo un puesto de enfermera en el Hospital de Beacon), Stiles empezó a frecuentar muy, muy seguido la mansión Hale por las tardes. La señora Talia ni siquiera se sorprendió cuando Derek le hizo la pregunta.

"-Mamá, ¿sabes que la señora McCall, la señora que cuida de Stiles por las tardes, acaba de obtener un trabajo como enfermera?-le había comentado el pequeño a Talia- ¿Qué pasará con Stiles? ¿Dónde se va a quedar?- le cuestionó con una cara bastante preocupada para un niño de su edad, sus ojitos verdes abiertos y sus cejas fruncidas.

-Oh, bueno... Creo que el Sheriff Noah debe de tener ya una opción, cariño.-le contestó Talia bastante confundida, aunque ya sospechaba a dónde iba todo eso, a fin de cuentas no era un secreto lo bien que se llevaban el pequeño Stiles y su bebé Derek- No te preocupes, seguro todo irá bien.

-Bueno... Es que... Estaba pensando que...-dijo Derek bastante nervioso, mientras miraba hacia sus pies y retorcía sus manos entrelazadas- Quizá, sólo quizá... Stiles podría pasar las tardes aquí,-bingo- ¡así Cora tendría con quien jugar!-recalcó en seguida. Claro, Talia se tomó la libertad de reírse internamente de eso.

-Oh, bueno... Esa es una ¡gran idea, cariño!-animó Talia- Mañana hablaré con el Sheriff, tú no te preocupes.-respondió mientras estiraba una mano para acariciar la carita sonriente de su pequeño niño."

En ti quiero estar. ~STEREKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora