Simplemente no puedes.

766 86 19
                                    

¿Han tenido esa sensación de seguridad plena cuando, en un día lluvioso, se quedan simplemente viendo cualquier cosa en la televisión, arropados y bebiendo chocolate caliente? Pues bueno, esa mágica sensación estaba kilómetros atrás de lo bien que se sentía Derek abrazando a Stiles.

—Te extrañé demasiado, Der.— dijo el menor con su rostro enterrado en el cuello de Derek, empezando a sollozar de emoción.

—No, no, no Stiles, no llores, vamos.— Derek lo abrazó con más fuerza, acomodando al menor para sus piernitas le envolvieran las caderas y evitar que se cayera.

—Es q-que... Y-yo n-no quería que.. Que te pasara n-nada.— los hipidos atacaban al menor, provocando que hablara entrecortado, pero su cuerpo no se despegaba ni un centímetro de Derek.

—Ya estoy bien, Stiles, estoy aquí. Te prometo que no volveré a irme de tu lado nunca.— le consoló el muchacho, acariciando el sedodoso cabello castaño de su pequeño amigo.

Derek escuchó murmullos provinientes del pasillo, las voces haciéndose cada vez más fuertes.

—... Sí, pero ahora más que nunca debo ponerle toda mi atención.— Talia Hale apreció por la puerta de la habitación, hablando con el Sheriff mientras Peter los seguía.

El joven Hale se sobresaltó, y como si estuviera haciendo algo malo, bajó rápidamente a Stiles de sus brazos. Claro, con cuidado de no lastimarlo.

—M-mamá, ¿qué haces aquí?— dijo el ojiverde algo nervioso.

—Yo vivo aquí, inteligente.— bromeó Talia, le gustaba fastidiar a su hijo de vez en cuando —Hola, Stiles, ¿te parece si vamos todos a la sala? Tenemos que hablar de algo importante?— la mujer sonrió amablemente, debía reconocer que ver al niño de nuevo le alegraba, ya echaba de menos tenerlo en casa.

—¿Estoy castigado?— preguntó el pequeño con cara asustada, viendo entre la alcaldesa y su padre.

—No, no, no hijo.— le tranquilizó el Sheriff —No es nada malo. Sólo debemos hablar sobre algunas reglas que hay en la casa Hale a partir de ahora, ¿no es así, muchacho?— dijo dirigiéndose a Derek, quien asintió un poco más tranquilo —Me alegra verte fuera de aquella habitación fea.— bromeó.

—Gracias, señor Noah. A mi también me alegra ya no estar ahí.— respondió el pelinegro con una sonrisa.

—Bueno, vamos a la sala, ahí hablaremos bien de esto. Voy por Cora.— dijo Peter, provocando que todos se movieran a la planta baja.

Noah y Talia se dieron la vuelta, caminando escaleras abajo, mientras que Peter avanzó por el pasillo a la habitación de la menor de los Hale.

Stiles tomó la mano de Derek, alzando una mirada nerviosa y apretando entre sus deditos los del contrario. Derek sonrió para tranquilizarlo, sosteniendo con firmeza la pequeña mano entre la suya. Ambos avanzaron así escaleras abajo.

Derek ya sabía de lo que iban a hablar, y aunque le parecía un poco ridículo (porque él ya se encontraba bien) entendía la preocupación de su madre. Él mismo estaría así si lo que le pasó ocurriera con su hermana o con Stiles.

—¿Qué pasa, Der? ¿Estamos en problemas?— preguntó el pequeño castaño en voz bajita, lanzando una mirada confundida al azabache.

—No, Stiles, tranquilo.— susurró Derek —Solo que mamá debe contarles algo que nos dijo el doctor antes de que saliera del hospital.

—¿Y es malo?— dijo Stiles con sus ojitos abiertos con pánico.

—No, no, no te preocupes pequeño.— el ojiverde bajó el último par de peldaños de la escalera, y se puso frente a Stiles —Ven, te prometo que no es nada malo.— seguido de esto, tomó a Stiles de las axilas para cargarlo, lo que le sacó una risita al menor, Derek sabía que él tenía muchas cosquillas ahí.

En ti quiero estar. ~STEREKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora