Capitulo XI... Tú Cercania

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El dolor del cuerpo era casi inaguantable, dormir con dos felinos, quizás no era la más brillante idea. Aunque ver el rostro de Yuri tan tranquilo durmiendo hacia que todo aquel sufrimiento valiera la pena...

Al momento de abrir sus ojos color esmeraldas, lo primero que noto fue la serena respiración de Otabek enfrente de él, sus labios esbozaron una sonrisa mientras se preguntaba a sí mismo.

— "¿Como alguien tan genial, podría estar siempre sereno aún despierto?". — Se preguntaba Yuri.

Las largas pestañas del moreno, cautivaban su vista. ¿Quizás pasar mucho tiempo con Viktor y Katsuki. Provocaban que se sintiera tan confundido con lo que estaba sucediendo con su amigo?... El caso era que mientras más lo observaba, más apreciaba aquellos rasgos que las chicas consideraban irresistible del Kazajo. El ardor en su pálido rostro tomaba forma, dándose cuenta que siempre que se trataba de Otabek su pulso se aceleraba. Los acercamientos tan espontáneos y esas miradas fugaces que no quisiera que terminarán y producían el escalofrío en su suave piel, era el mayor síntoma de que el Kazajo estaba domando su corazón de apoco...

— "¡Maldita sea Yuri Plisetsky!... De todas las chicas que te pudiste haber fijado, ¿Tenias que haberte fijado en tu mejor amigo? ¡Esto es culpa del anciano y el cerdo! ¡Mierda... Ellos tienen la culpa que me sienta tan confundido con Otabek! — Se disponía a levantarse, pero le resultaba imposible.

Los brazos de Otabek lo tenían encadenado a su cuerpo, el ardor nuevamente se hizo presente en su rostro. Sinceramente no quería despertarlo, realmente la imagen que contemplaba era única. Inevitablemente el recuerdo de lo que casi ocurrió esa madrugada inundo su mente.

– "¿Si esta durmiendo no vale cierto?" — Pensaba el rubio mientras sus manos se metían al interior de la playera del Kazajo. Deseaba tanto delinear su abdomen y poder sentir más de su piel.

Delicadamente las yemas de sus dedos recorrían de arriba hacia abajo los laterales de su torso. Lentamente masajeaba el costado de la cintura del Kazajo con su pulgar. El pensamiento de que quizás y sólo quizás pudieran llegar a ser más que amigos sucumbían de apoco su mente, mientras sus ojos no se separaban de los semi-cerrados labios de Otabek. Lentamente sus labios se acercaban a los del Kazajo. Si de verdad estaba sintiendo algo más profundo debía comprobarlo, a los escasos milímetros que le faltaban para sellar sus labios, su plan fue descartado rápidamente notando como los labios de su amigo se curvaban para regalarle una sonrisa.

— Eso hace cosquillas. — Mencionó Otabek con sus ojos aún cerrados.

Yuri solo quería que se lo tragara la tierra o empujarlo de su cama. Jamás en su vida se había sentido tan avergonzado y a la vez pervertido como en ese momento.

Respiro hondo para calmarse e internamente agradecía que no sucedió lo que estuvo a escasos milímetros de pasar.

— ¿Estabas despierto? Y yo que no quería moverme para que no despertaras.

— Desperté porque sentía cosquillas en mi cintura.

— ¿Enserio?... ¿Sabes que puedo vengarme ahora de cuando me torturaste en el hotel? - Mencionó con una mirada perversa.

— Lo dudo... Y aunque empezarás, en menos de cinco segundos estarías rogando clemencia ya que no tienes suficiente fuerza. — Dijo con su sonrisa ladina.

— Ahora tengo más apoyo...

— ¿A sí?

— Tengo a Potya.

— ¡Ja! Dudo que Potya te ayude... Ella es tan dulce. — Le acariciaba su lomo mientras la mascota ronroneaba ante las caricias de Otabek. — Creo que ya te reemplazo Yuratchta.

Otayuri Eres Mi Nuevo AnheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora