Epilogo

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Los rayos del sol asomaban con lentitud detrás de las cortinas iluminando de apoco la habitación cuyos reflejos permitían apreciar el cuerpo de ambos amantes cubierto por las sabanas.

Tras removerse en la cama debido al claro panorama fue imposible para él no ensanchar su sonrriza.

El cuerpo de su acompañante estaba envuelto con el suyo, recargado plácidamente sobre su hombro derecho. No pudo evitar enterneserse ante tal escena, su mano apartaba hacia detrás de la oreja esos mechones rubios que no dejaban ver bien ese rostro angelical. Sus manos volvían a recorrer esa fina cintura deslizando la hacía su espalda para comprobar que no se tratara de la cruel trampa del sueño, lo estrecho aún más entre sus brazos para poder sentir más la calidad de su piel desnuda contra él.

- '' Si es un sueño no quiero despertar jamás. "- Es lo que pensaba el kazajo mientras incrustaba su rostro en el cuello de su amante.

La piel se le erizaba con cada inhalación de su piel, cada trazo, cada línea, cada expresión en él era perfecto. Su manos se deleitaban al recorrer cada centímetro de su piel desnuda. Recordar la noche anterior donde el paso del tiempo permitió que sus cuerpos, almas y corazones se fundieran en una sola. Siguiendo el latido del corazón del otro. Donde las danzas de sus cuerpos iban de forma equivalente, la noche donde se entregaron el uno hacia el otro, la noche donde el sexo no fue la primera excusa, si no, el amor incondicional que sentían mutuamente fundiendo se en su piel, calando hasta lo más profundo de sus almas. Con cada caricia, cada beso y cada palabra, a través de ese contacto tan frágil y delicado que sentían hormiguear la piel debido al roze de los dedos recorrer el cuerpo ajeno que ahora pertenecía al otro.

El rozar de sus labios provocaba que el cosquilleo en su vientre lo estremesiera completamente. Al abrir los ojos después de ese pequeño roce no pudo evitar que el ardor recorriera su cara.

Sus ojos color jade lo observaban con ese brillo especial que sólo le dedica a él, el único que le saca una sonrriza sincera, el único con el que podía ser solamente él, con la única persona que no seria capaz de recriminar su ira y enojo.

Su somnoliento rostro esbozo una sonrriza, sabiendo todo lo vivido esa noche y las que están por venir. Se acerco lentamente al rostro del moreno mientras cerraba sus ojos incrustado los labios con los del contrario de la forma más delicada tomaba y rozaba los pómulos de la piel morena de su acompañante deleitandose de la corriente eléctrica que recorría su cuerpo al unir sus labios y saborearlos.

- Aún pienso que es un sueño Beka.
- Ya somos dos.- Entrelazo sus dedos mientras atraía su mano hacia sus labios rozando cada centímetro de este. - Yuri... Solo dime que esto no es un sueño, que lo que está pasando es real... Porque si no es haci. Porfavor no hagan el intento de despertarme.

La sonrriza del rubio se espandio a medida que enredaba sus dedos en el cabello azabache. De la única persona que sentía que su corazón iba a rebentar en cualquier momento.

- Beka... No te puedo decir si es un sueño o no, porque me siento igual... Sentir tus labios, tu cabello y tu piel. Siento que este es el cielo para mi.
- Oh Yuri... - Sus ojos no pudieron evitar cristalizarse al escuchar salir esas palabras de sus labios. Unos labios que solamente él podía reclamar ser el único dueño. Ante ese comentario envolvió el delgado cuerpo del que anteriormente fue su amigo, sintiéndose cada vez más feliz con cada segundo que pasaba aferrándose a él.
- Aunque... Aun no estoy del todo convencido que no este soñando. - Una sonrriza pícara se dibujo en su rostro, provocando que el moreno se sonrrojara y a la vez sonrriera por el sarcasmo que iban esas palabras. Las manos del moreno bajaron hasta la delgada cintura del rubio incrustado sus dedos en los puntos de presión sencibles de esta, causando al instante que la risa del menor surgiera, tratando de safarse de sus dedos. - ¡Eso!.. Eso no... ¡Para!...

El kazajo se sentía feliz de solo escuchar su risa, no comprendía como pudo vivir sin ella antes, sin tocarlo, sin besarlo ni abrazarlo, sin poder sentir la calidez de su cuerpo ni la dicha de su voz. Se sentía extasiado por cada segundo que pasaba con el.

- Entonces... - Se acerco aun más a su rostro mientras aún sus dedos seguían haciendo presión. - ¿Aún no estás convencido de que es un sueño? - Decía de forma algo burlesca.
- E.. Es real... ¡Por... Porfavor!... ¡Para! - Los dedos del moreno se dejaron de agitar en la sencible cintura del rubio acercándose cada centímetro más a sus finos labios.

Sus ojos jade se abrieron chocando con la oscuridad más profunda de la noche al momento de contemplar sus ojos, cuales describían que el era el único y absoluto dueño de su corazón. Como si el tiempo se detuviera su cercanía se acortaba milímetro a milímetro, el rubor se apoderaba de sus rostros a medida que iban sintiendo el roze de los labios del otro... Antes de sellar sus labios sus ojos se cerraron al unísono para así poder sentir a más profundidad ese sentimiento que te causa el besar a la persona que más has amado en la vida. La danza de sus labios y la calidez del cuerpo ajeno producía una sensación tan grata en los vientres de ambos, el escalofrío en su cuerpo y la aceleración cardíaca eran las sensaciones que ambos experimentaban, cualquiera se sentiría mal con esos síntomas pero al saber lo que significaban se sentían felices que sintieran lo mismo el uno por el otro.

El rubio enredo los brazos sobre el cuello del moreno mientras este lo estrechaba más apretado a su cintura, sus lenguas esploraban el sabor y el deleite del otro, el deseo de jamás separar sus labios del otro se hacía a cada segundo que transcurría más persistente, el deseo de amar sin límites el explorar el cuerpo del otro y unir sus almas para siempre era el deseo que en ese instante sacudía el corazón de ambos.

Lentamente sus labios se separaron pero aun así sus cuerpos no, una sonrriza de dicha se dibujo en el rostro de ambos. El kazajo sólo lo contemplaba mientras lentamente se acercaba a su cráneo depositando un suave beso.

El sentimiento de desesperación invadieron al rubio provocando que se aferrara fuerte al cuerpo de su compañero...

- ¡Otabek!... Porfavor... Jamas te alejes de mi. - Su lado más vulnerable se vio espuesto derrepente, la impresión de el chico fuerte y deslenguado se vio quebrada ante ese momento tan mágico. Una paz recorrió el cuerpo del moreno al escuchar esas palabras que jamás pensó oír de él. Estrecho su rostro en sus manos para que sus ojos lo miraran detenidamente y que no le quedara duda de lo que iba a decir.
- Yuri, jamás sería capaz de alejarme de ti... Siempre tuve el miedo de decirte lo que sentía y ahora que se que tu también sientes lo mismo no pienso alejarme de ti. No solo eres mi amigo, sino que también el amor de mi vida.

El ardor en el pecho se hacía más intenso con cada palabra que le decía Otabek, una oleada de sentimientos rondaban su cuerpo las palabras que quería decirle les fueron robadas por el moreno en un abrupto de emociones mezcladas.

- Yuri... Te amo.

Los ojos de Yuri se cristalizaron de inmediato de la alegría que sentía, se acerco nuevamente para unir sus labios en respuesta a lo que él kazajo había declarado. Aunque la vida puede ser caprichosa y nos puede golpear y aplastarnos en la cara los gratos momentos que vivimos con los seres que amamos.

- ¡Yurio, es hora de despertar! ¡¿Aún sigues molesto por lo de anoche?!... Sabes que te quiero como si fueras mi propio hijo y por eso trate de darte un empujó con tu amigo... - La puerta retumba mientras la voz de Viktor se escuchaba del otro lado con un deje de arrepentimiento. Tanto Otabek como Yuri quedaron pasmados ante la abrupta intromisión y sus mentes no pensaban con lógica al momento en que descubrieran que ambos habían compartido en la misma cama donde la noche Anterior se habían entregado el uno al otro. - ¡Yurio... No me importa si estas enojado. Sino abres esa puerta la derribare!

- ¡Oh mierda!



Unos meses antes...

Otayuri Eres Mi Nuevo AnheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora