5. Banquete de Medianoche

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Corrimos y corrimos,  días y noches enteras sin detenernos y sin que nadie se atreviera sugerirlo siquiera.

Cruzamos estados completos sin parar, Saura a la cabeza y los demás siguiéndola de cerca.

Jamás pasamos por zonas pobladas así que suponía que nuestra demora a donde sea que fuéramos se debía a evitar a los humanos.

Por fin paramos luego de dos días, acampando a oscuras a la orilla de un lago en medio del bosque, el ambiente había empeorado entre todos, la tensión era tan palpable que casi podía rebanarla con mis zarpas.

La mayoría luchaba con su sed y resistirse al deseo no era nada agradable, exigía toda tu concentración y energía.

El carácter y el buen humor del grupo empezaba a ser afectado y las peleas (por suerte) verbales estallaban cada cierto rato, lo que era fácilmente entendible como que un cazador ataque a un vampiro.

 La sed te dejaba la sensación de tener la garganta en llamas y cargar con esa sensación no debía ser nada agradable.

 Por sorprendente que fuera Saura y yo éramos la más tranquilas, ella por su paciencia y disciplina y yo por haber bebido sangre apenas hacia tres días.

Un día entero aguardamos a  que los otros nos alcanzaran, un día entero en que ni el viento se cruzo en nuestro camino… ¿es que nadie había sobrevivido?

El humor meditabundo y decaído del resto del clan, daba entender que todos habían llegado a la misma pregunta que yo.

Saura estaba bajo demasiada presión, no podía encontrarle el lado bueno a nada.

Si la respuesta era no, el sobreviviente debía de arreglárselas solo, habíamos esperado todo lo que podíamos y no se podían dejar mas marcas si es que algunas vez quisiéramos asentarnos en algún lado sin ser atacados.

Saura debía decidir si arriesgar nuestra seguridad aguardando un poco más o si dejar a la deriva a quien sea que allá escapado, ahora bien si la respuesta era si y ya no existía ningún sobreviviente, Saura se convertiría en la líder de inmediato y la disminución de nuestro numero debía ser su mayor problema para defendernos, sin mencionar la sed….

En un momento determinado de la tarde justo cuando el sol empezó su glorioso descenso, Saura anuncio.

-         nos iremos mañana a primera hora.

El ambiente se puso más tenso, pero nadie se atrevió a cuestionar.

Muchas horas más tarde cuando la noche ya reinaba y la quietud reinaba en el bosque, Saura y yo corrimos hacia la población más cercana.

A penas nos llevo unos minutos llegar hasta un pueblo pequeño, estaba casi desierta por lo tarde que era.

Cruzamos a paso lento por la aldea, como dos demonios negros, que aterrorizaron a uno que otro rezagado por la calle.

-         ¿estás bien?- susurro rápidamente, mientras me estudiaba con una mirada inescrutable.  Asentí.

Había estado tan ocupado estudiando las reacciones exageradas y temerosas de los pequeños mortales, que no había pensando en el hecho de que eran precisamente eso, mortales. De que su cuerpo frágil rebozaba de deliciosa sangre, de que su sangre era caliente y satisfactoria.

En seguida se me hizo agua la boca y mis manos se volvieron puños, tratando de contener el deseo de correr y beber su sangre tan deprisa que no tuviera tiempo de enfriarse.

Ahogue una maldición.

Tenía serias dudas de si podría contenerme delante de Saura, no entendía por qué ella me había traído a este lugar lleno de suculentos humanos. ¿Acaso mi autocontrol no había sido probado lo suficiente?

Me detuve sin pensarlo  y mi vista se clavo en el cuerpo de un humano que caminaba despreocupadamente con la mano en los bolsillos y la mente perdida muy lejos del callejón que atravesaba.

Saura me codeo suavemente, siguiendo el curso de mi mirada, sacándome del trance que me había sumido la figura del mortal.

-         ¿nos divertimos un poco?- susurro en tono juguetón y cómplice, la mire expectante como si espera que dijera “día de los inocentes” y mi mandíbula se descanso por algo menos de un segundo al convencerme de que hablaba en serio

Me recompuse, esbozando una sonrisa siniestra y contrayendo cada músculo de mi cuerpo, como hacia cuando estaba a punto de atacar.

Pero…

Pero aun tenía una parte humana, una parte débil que no había muerto por completo y que me mantenía anclada al piso. Mis ojos seguían a mi presa con deseo y mis dedos ansiaban entrelazarse con sus cabellos rubios inmovilizándolo y permitiéndome perforar su cuello lentamente.

-        solo no lo mates Ok- interrumpió mi debate interno-entre mi moral humana y mi instinto animal.

Sonreí, la frase fue como un empujón a la perdición. Corrí hasta plantarme delante de él. ¿Sería tan delicioso como lo imaginaba?

-         humano- emitió Saura con voz solemne, parándose a mi lado. El chico levanto la vista del suelo y la giro de Saura a mí, una y otra vez con los labios ligeramente separados por la sorpresa. Miro nuestros rostros con los ojos brillando de deseo como si contemplara dos gemas preciosas.- ¿quieres ser inmortal?- continuo con voz tentadora.

-         ¿Qué?- contesto él con una sonrisa confundida, al parecer pensando que le jugábamos una broma. Suspire su aliento había llegado hasta mi, arrancándome una mirada de anhelo.

-         Si quieres- susurro Saura colgándose de su cuello y seduciéndolo abiertamente- ser inmortal?- el chico no se lo pensó ni un segundo.

-         Por supuesto, siempre y cuando este a tu lado, nena.- Saura rodo los ojos y espero una respuesta más seria de su parte, pero yo no podía esperar más y no le ninguna oportunidad para redimirse. Lo agarre rápidamente por el rostro, guiándolo hacia el mío y susurre con ironía.

-         No digas que no te lo advertí.

INMORTALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora