Durante el trayecto a tu casa estuvimos conversando como lo habíamos hecho los días anteriores por teléfono, de forma amena y sencilla. Me dijiste que estabas cansado de tus clases en la secundaria porque habían dejado de significar un reto para ti, cada día ansiabas más el ingreso a la preparatoria para alejarte de todo ese mundo, enfocarte en metas más grandes e importantes.
Te pregunté qué tenías pensado estudiar como si no recordara tus palabras sobre la beca, y cuando respondiste que estabas entusiasmado con la Musicología, en especial con la gestión y difusión musical, abrí la boca para pedirte que me dejaras ser tu tutor y ayudarte a ingresar en la preparatoria afiliada a la escuela de música. Las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta al ver que afuera de tu casa, recargada en la puerta, estaba una chica de cabello largo, negro y piel canela. Reconozco que lucía bastante bonita con su falda rosa —aunque algo corta— que combinaba con una blusa amarilla llena de rosas.
Me estacioné lo más cerca que pude de tu casa, con mi ventana de frente a la puerta y por consiguiente, también a la chica. Cuando bajaste del auto caminaste hasta ella, quien se acercó de inmediato a ti con paso lento, meneando la cadera de un lado a otro como si estuviese en alguna especie de pasarela. La vi llevarse una mano a la cadera con los dedos apuntando hacia su trasero al mismo tiempo que ladeaba el cuerpo. Esa postura enmarcaba las curvas de su figura, lo que no me gustó para nada.
—Hola, Stephen. —La oí pronunciar tu nombre con un tono de voz tan meloso que me resultó molesta. Tú la observabas con una expresión que yo no lograba descifrar. ¿Tal vez intriga, confusión, curiosidad? ¿Gusto?—. Como hoy no fuiste a la secu pensé en venir a avisarte personalmente: dijo la miss que el lunes tenemos examen.
—Oh, gracias por tomarte la molestia de venir a decirme —agradeciste con una amplia sonrisa. Yo apreté el volante. No quería irme hasta estar seguro de que ella hiciera lo mismo.
—Ay, pero si no es molestia —señaló la chica cruzándose una mano por el cabello de forma coqueta—. Lo malo es que necesito mis apuntes para estudiar. ¿Ya terminaste de copiarlos?
—Oh, los apuntes —susurraste previo a llevarte una mano al mentón—. La verdad es que no, todavía me falta uno, lo siento. Pero si quieres te los entrego de una vez, yo puedo estudiar con el libro de todas formas.
—Ay, no, ¿cómo crees? No podría apresurarte, tú termina de pasarlos sin prisa. ¡Es más! Si quieres me quedo un rato y estudiamos juntos.
—No sé si deba, es que mi papá no está...
—Podemos hacerlo rápido —insistió dando un paso hacia ti. La vi juguetear con su cuerpo—. Y no creo que tu papá se moleste si nos ve estudiando, ¿no crees?
Todavía ahora me pregunto si ese comentario fue el doble sentido que noté o solo fue mi imaginación. Aun sin saberlo desvié la mirada de ella y la fijé en ti. Admito que no me agradaba para nada la idea de que esta chica, que era más que obvio su coqueteo descarado hacia ti y su valentía para lanzarse directamente, estuviese contigo a solas.
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Como ave cantando [Magnet #1] (COMPLETA)
Novela JuvenilLa música era su mejor aliada, hasta que se convirtió en su peor enemiga. Desde que la madre de Stephen desapareció cuando era un niño, la música fue lo único que alejó su mente de ese suceso que casi le arrebata la vida. Sin embargo, tras conocer...