Servicio de habitaciones I

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Cayo Largo del Sur, Cuba12:03 p.m.

Caminaba hundiendo sus blancas bambas de lona en aquella arena ardiente, deseando una y otra vez no haber abusado con tanto exceso del equipaje.

Una barca de dudosa estabilidad había sido el único medio de transporte posible para llegar hasta aquella isla remota.

Vete a Cuba decían, allí se te quitarán las penas. Necesitas un descanso. Pensaba la morena mientras arrastraba las maletas que iban dejando surcos profundos por la arena allá donde pasaba, añadiendo una dificultad extra al objetivo de llegar al hotel donde se hospedaría durante casi un mes. Menuda forma de empezar las vacaciones, joder. Se lamentaba mientras el armatoste que empujaba se anclaba a la arena por undécima vez.

A duras penas y tras hacer más ejercicio del que llevaba hecho en todo el año, Natalia llegó por fin  a una pequeña cadena de bungalows bastante lujosa que contaba incluso con una piscina descomunal en plena isla.

Joder, el flato. Se quejaba mentalmente mientras se acercaba a recepción a finalizar los trámites de su estancia.

— Dígame su nombre.

— Natalia Lacunza Sanabdón.

— No figura. – Respondió tajante la encargada.

— Eso es imposible, debe de ser un error. Mi jefa me aseguró estas vacaciones. Compruebe la reserva realizada por la multinacional Administraciones Villar.

Bien, se encuentra una reserva por parte de esa empresa, a nombre de "Willy Wonka". – Leyó la mujer de tez oscura con extrañeza.

Puta Mari.

— Soy yo, tome mi tarjeta, le rogaría que pudiera instalarme lo antes posible.

— Está bien, diríjase al bungalow de la avenida 4902, más tarde, una vez que se haya instalado, pasará el servicio de la casa a informale sobre las actividades y comodidades de las que dispondrá en las próximas semanas.

— Perfecto, gracias por todo.

Y una vez dicho esto, volvió a empuñar el mango del bulto en el que aguardaba toda su ropa y buscó con desesperación el lugar indicado, indignada por tener que llevar ella misma su equipaje hasta allí. ¿Qué clase de servicio es este? ¿También voy a tener yo que limpiarme la habitación?  Tendría que haber ido a La Habana, ¿Dónde está la amabilidad y humildad tan famosas de Cuba? No vuelvo a fiarme de María.

Sin embargo, una vez tuvo tiempo de apreciar el lugar tan maravilloso en el que se encontraba, empezó a valorar y disfrutar de la decisión de su jefa de darle estas merecidas vacaciones, pues a decir verdad, vivía tan inmersa en su trabajo que no recordaba cuando fue la última vez que fue tan libre. Playas paradisíacas, un tiempo perfecto, deseada soledad ¿qué más podía pedir?

Tras deshacer la maleta y colocar meticulosamente todos y cada uno de los objetos que trajo consigo, decidió ponerse el bikini para mimetizarse más con el ambiente, recogiendo en un pequeño moño desecho su azabache melena con la intención de tomar el sol hasta que incluso su nuca rapada tornase de un color dorado atractivo.

Justo cuando se disponía a colocarse el sujetador de su traje de baño negro, una figura interrumpió en su habitación.

— Servicio de habita..

— ¡Joder! – Chilló la morena al llevarse el susto de su vida y al ver como la prenda se le escapaba de las manos debido al sobresalto.

En ese momento, la chica que arrastraba consigo el carrito con toda clase de manjares tropicales y preparados de cócteles, se giró para comprobar que era eso que tanto alarmaba a sus huéspedes.

— Pero ¿qué? – Boqueó cuando al girarse se encontró a una mujer semidesnuda exponiendo su pecho ante ella mientras se dolía de un golpe en el pie izquierdo.

— ¿Se puede saber qué cojones haces entrando sin llamar? – Maldijo Natalia sin levantar la vista de la zona donde ella misma se había propinado un golpe.

— ¿Pero qué maneras son esas de dirigirte al servicio? Si te apetece estar en tetas no es mi problema, yo solo hago mi trabajo.  – Rugió la rubia.

— Serás arrogante, ¿quién te crees que eres para hablarme así? – Gruñó la morena levantando la vista por primera vez hacia el sujeto que había usurpado su tranquilidad.

Se quedó paralizada y el gesto de su cara cambió por completo.

— No tienes pinta de ser cubana.

— ¿Es que acaso tengo que serlo? – Rió.

— Pues la verdad es que habiéndome recorrido siete mil kilómetros, esperaba que al menos el personal fuera nativo, y tú por no decir no estás ni morena.

— Nativa de Elche, y no sé a qué clase de sitio te crees que has venido si pensaba elegir hasta la etnia. A los ricos se os pira cada vez más, y por cierto, sigues en tetas. – Añadió.

Ese último comentario provocó que un calor repentino subiera por todo el cuerpo de Natalia hasta depositarse en sus mejillas, y rápidamente alcanzó la prenda que minutos antes había salido despedida.

Es realmente atractiva, pensaba Natalia mientras reparaba en cada una de las curvas de la trabajadora.

— Perdona, venías a informarme sobre los posibles servicios y actividades ¿no? – Preguntó con una sonrisa pícara.

— Así es, antes de que me interrumpieras con tu numerito.

— Olvídate de eso, me gustaría informarme acerca de algo.

— Estoy aquí a tu servicio, con una disponibilidad de 24 horas, pregúntame lo que quieras. – Sonrió Alba inocente mientras reunía todos los folletos informativos.

— En primer lugar, me gustaría proponer un cambio en tu vestuario.

— ¿Perdona?

— Sí, me preocupa que pases calor y además luce muy incómodo, ¿qué tal si te haces de un buen traje de baño y procedes a enseñarme con detalle la isla?

— Estoy en mi horario laboral, 24 horas al día, ¿recuerdas?

— Nadie se enteraría, si preguntan, yo te cubro, no hay nada que temer, ¿te llamas? – Sonríe mientras se acerca a la placa que cuelga del pecho de la chica. – Alba... Alba Martínez, ¿no me digas que vas a rechazar la mejor oferta que te van a hacer en todo el mes?

De repente la rubia en un movimiento ágil se deshace de su uniforme quedando expuesta únicamente con una pequeña braga brasileña, mientras que con soltura se dirige hacia la ropa ya colocada de Natalia y pilla prestado uno de sus bikinis.

Ante la atónita mirada de la morena termina de realizar el cambio y se acerca de nuevo a su anterior posición.

— Si no te importa, llámame Alba, Alba Reche, y te aseguro que no sabes dónde te acabas de meter.

Pues aquí está el primero :).

Decir que la idea fue una de las propuestas que realizasteis en aquella publicación en "Reflejos", y la cabecilla fue peseterilla

Espero que os haya gustado, dejadme por aquí vuestras opiniones y si tenéis alguna idea.

Un abrazo.

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