A remojo I

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- Albi, ¿Crees que es necesario llevar todo esto? Solo vamos a pasar el día en la piscina.- Se quejaba la morena mientras una incansable Alba no dejaba de añadir trastos a la cesta que usaban para bajar a la playa cuando pasaban una temporada en Valencia.

- Vamos a pasar todo el día en un pueblecito en el que a penas habrá pequeños comercios, no quiero que nos falte nada.

Natalia no pareció estar del todo de acuerdo, y más sabiendo que le tocaría cargar a ella aquella cesta.

Sin embargo, algo se le tuvo que ocurrir a la rubia para que dejara a medias su misión de llevarse la casa a cuestas, pues se volteó de forma repentina y se acercó lentamente a Natalia, mirando fijamente aquellos ojos felinos de los que tanto le costaba separarse.

- Nat, ¿puedes ponerle tú la ropita a la nena mientras yo decido que traje de baño llevar? - Murmuró Alba dando pequeños besos en el cuello de la más alta.

La morena pensó que esto ya rozaba el esclavismo.

- Preferiría ponerte la ropita a ti. - sugirió Natalia dando un tirón al labio inferior de la rubia mientras la sujetaba por la barbilla.

- Natalia Lacunza, no vuelvas a hacer este tipo de comentarios cuando hablamos de nuestra hija, y ahora ves a cambiar a la bebé.

Se separaron y la morena soltó un pesado suspiro.

- Es que cuando le cambio la ropa parece karateca, se nota que es una Reche, y no solo por tener los ojitos más grandes y bonitos que he visto jamás. - Sonrió por inercia mientras caminaba hacia la habitación donde dormía la pequeña Olivia.

Mientras tanto, Alba jugaba en la habitación principal a elegir el bikini que pudiera gustarle más a Natalia, hacía mucho que no iban a un sitio de baño juntas.

- Bebé, pórtate bien que sino mami me va a hacer dormir en el sofá ¿vale? - Hablaba la morena con Olivia mientras intentaba ponerle un pequeño bañador encima del sofá. Sin embargo, la pequeña parecía no estar muy dispuesta a vestirse. - Olivia, yo sé que te encanta ir desnuda porque sé quien te ha parido, pero hazme el favor cariño y mete el piecito por aquí. - Natalia intentaba a duras penas manejar el cuerpecito de la rubia hasta que finalmente consiguió vestirla.

Una vez estuvieron todas listas, amarraron a la pequeña a la sillita e iniciaron un pequeño viaje en coche hasta cruzar la frontera con Portugal y llegar a un pequeño poblado con piscinas que solían frecuentar cuando buscaban tranquilidad.

Una vez allí, a Natalia no le quedó más remedio que cargar con la cesta y la sombrilla, mientras que Alba cargaba a la pequeña, que se había convertido en su pequeña doble.

- Creo que aquí está bien, hace mucho calor, no sé si hemos elegido un buen día para venir. - Se quejó Alba mientras señalaba el lugar donde Natalia debía dejar todas las cosas que transportaba.

- No te preocupes Albi, ahora le llevo la piscinita para que se refresque aquí a la sombra y luego ya nos metemos en el agua. - Sonrió Natalia, pues a veces las preocupaciones de la rubia eran exageradas.

- Te he dicho muchas veces que te quiero ¿no? - Susurró Alba mientras se abrazaba a la espalda de la morena y dejaba besitos por su nuca.

- Unas cuantas pero creo que nunca serán suficientes. - Rió Natalia, inclinando la cabeza hacia atrás para que la rubia tuviera mejor acceso a sus labios.

Mientras la más alta terminaba de ordenar y atender las necesidades de la pequeña, Alba pensó en que era un buen momento para relajar tensiones y darse un baño.

Se quitó el conjunto playero ibicenco que llevaba con lentitud, de espaldas a Natalia, y creyó escuchar como a la morena se le caía la mandíbula dentro de la piscina donde se estaba bañando la bebé.

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