Por si no os habíais enterado, ahora trabajo para @vilpag
Disfrutad del capítulo ;)
— Puede que tú no lo hayas pensado nunca, pero te aseguro que yo no puedo dejar de imaginarlo. – Sentenció la morena mientras giraba su cuerpo para atacar con fiereza su boca.
El susto que se llevó la entrenadora fue de la misma magnitud que el calentón que recorrió cada centímetro de su cuerpo, bendiciendo su decisión de tomar una ducha fría.
La morena la acorraló pegando su cuerpo desnudo a los azulejos blanquecinos de la ducha, sin darle un descanso a su boca, preparándose para el posible guantazo que se estaba jugando, por lo que no tuvo tiempo de admirar como debía las suaves curvas de la rubia.
Sin embargo, la bofetada no llegó.
En lugar de eso, Alba se separó para reparar con detenimiento las condiciones en las que se había presentado la morena, no perdonando que esta todavía llevase ropa puesta.
— ¿Qué pasa Lacunza? ¿Es que no eres capaz de ganar al rival en igualdad de condiciones? – Picó la rubia tirando del sujetador deportivo que aún cubría a Natalia.
— Si quieres que me desnude solo tienes que pedirlo, parece mentira que te pases el día dando órdenes. – Rió la morena deshaciéndose del top y quedando únicamente cubierta con un tanga negro con el número 11.
Alba no pudo evitar reírse a carcajadas.
— ¿Es supersticiosa la niña? – Dijo acercándose de manera peligrosa a Natalia. – Pues prepara tu suerte porque estas cosas conmigo no te van a servir.
Y sin que la otra se lo esperase, pegó un tirón a su ropa interior provocando que la prenda se deshilachara y cayese sola.
— Tratame con un poquito de cariño, que me das demasiada caña. – Dijo la morena apartando la ropa que había quedado en el suelo para acercarse hasta la pared donde volvía a estar apoyada Alba.
Poco a poco fue sintiendo las gotas que caían en cascada desde la ducha y se estremeció por el frío, pero tardó poco en aclimatarse.
— ¿Te has acobardo? ¿Necesitas que te vaya a por tu silbatito de los cojones? – Jugó Natalia.
— ¿Qué pasa? Te envalentonas porque me has acorralado, porque luego en el campo bien que lloriqueas.
Ese golpe fue directo al orgullo de la más alta, cosa que no hizo más que encenderla.
Rápidamente se acercó y con ambas manos sujetó los hombros de la entrenadora y la empujó con brusquedad contra la pared, metiendo su pierna izquierda entre sus muslos, haciendo algo de presión.
— Joder, cómo se nota que la zurda es tu pierna buena. – Siguió picando la rubia.
Natalia llevó una de sus manos a la mandíbula de Alba, haciendo que se callara y que la mirase directamente a los ojos.
Tentó mucho a su suerte, haciendo más presión con la pierna sobre el centro de la más baja, y acortando notablemente la distancia entre ambas, llegando a respirarse la una a la otra.
El agua caía sobre la espalda de Natalia, por lo que aquella manta cristalina parecía darles incluso más intimidad, llegando a olvidar todo lo demás.
A pesar de que la situación le concebía la superioridad a la morena, Alba no pensó en ceder tan pronto, por lo que guió su mirada por cada recoveco del cuerpo de la más alta.
¿Por qué está tan buena? Uf, cómo se le marcan los abdominales. Y la clavícula, qué ganas de morderla, joder. Pensaba la rubia.
— No sé por qué tienes que ser tan arrogante, con lo buena que estás. – Le susurró Natalia al oído.
Soltó su rostro con rudeza, empujandolo hacia un lado. En este movimiento el camino de lunares que atravesaba el cuello de Alba quedó al descubierto y Natalia no dudó en morder cada uno de ellos, mientras que pasaba su pulgar por uno de los pechos de la rubia.
Sorprendentemente, de forma tierna.
Alba reaccionó a sus propios jadeos y se despertó, tirando de Natalia hacia abajo para que quedase de rodillas ante ella.
Natalia, que se había perdido haciendo caricias suaves y mirando fijamente como el pecho de la otra subía y bajaba, también logró salir de la inopia con aquel gesto.
— ¿Esto es lo que quieres? – Tentó Natalia muy cerca del centro de la rubia, dejando besos sobre sus muslos y algún que otro mordisco sobre su monte de venus.
— Hazlo.
— ¿Es una orden? – Susurró la morena soplando más aire del necesario.
— Hazlo o lo único que vas a chupar en seis meses va a ser el puto banquillo.
— Con mucho gusto. – Concluyó la morena mientras devoraba la parte más sensible de Alba.
Mientras tanto, Alba apartó todos los pensamientos que se cuestionaban los problemas que seguramente le traería lo que estaban haciendo y se dejó llevar, pues si algo no le faltaba eran ganas de quemarse la piel tocando a aquella chica.
Nunca podría negar la atracción que le despertaba, desde que la vio jugar por primera vez en un pequeño equipo de segunda del que no tardó en subir, era joven, talentosa, y tenía un físico que no dejaba indiferente a nadie.
Verla entrenar de la manera que lo hacía, ver la flexibilidad que tenía a pesar de los falsos rumores de que el fútbol te hace perder flexibilidad.
No por nada los periodistas la habían bautizado como la gata negra.
Natalia se movía igual de bien en cualquier ámbito, y eso era algo que Alba tenía que aceptar para sobrellevar esa enfermiza atracción que sentía por ella.
Viviendo una llama que parecía no poder apagarse.
Una vez que su cuerpo se dejó llevar por el laberinto que estaba trazando Natalia con su lengua, tiró de ella hacia arriba para besarla con pasión, como realmente deseaba.
La morena lo notó, notó el cambio que se produjo en la actitud de la rubia, aceptandolo con ganas, transparente, sincera.
Natalia era la primera admiradora de Alba Reche, aplaudiendo cada logro de la carrera de la otra, siempre desde las sombras.
Acariciaban sus cuerpos al compás de sus besos, sonriendo de vez en cuando, empapandose de una ducha que se antojaba más larga de lo normal.
— Siempre has sido mi jugadora favorita. – Musitó Alba cuando se dejó ir por segunda vez, con Natalia escondida en su cuello, exhausta.
Me ha parecido una fantasía escribir este capítulo.
Perdonad la tardanza, he tenido que ir a comprar bombonas de oxígeno para sobrellevar las fotos de la bendita piscina.
¡Viva Canarias y el mojo picón!
Esta de regalo, para que forreis vuestras carpetas con las chicas de moda.
Lo que el fútbol fem ha unido que no lo separe nadie.
Un besote, ya podéis empezar a reíros de la foto.