A remojo las bragas de España y Latam con esta foto. 🦋
Segunda parte.
Ver a Natalia jugar con la pequeña Olivia, que se encontraba subida a su espalda mientras la morena estaba tumbada en la toalla, tratando de apoderarse del extremo del pequeño lazo que sujetaba el top del bikini de la más alta, no le estaba haciendo ningún bien a Alba.
La verdad es que todo el tiempo que les robaba la bebé, se lo robaba a ellas en el sentido más íntimo de la pareja, pues siempre una de ellas acababa rendida después de tratar de calmarla para que se durmiera.
Los primeros meses fueron los más duros, en especial para Natalia, que al no ser ella la gestante, la sensación de nostalgia por los momentos de cercanía con su mujer eran aún mayores, al ser ella la que se libraba de tener que darle el pecho cuando la niña lo necesitara.
— No, no, no. – Gritaba la morena mientras se revolvía tratando de quitarse a la pequeña de encima, la cual había conseguido arrebatarle el top de un tirón. – Alba, que tu hija me ha desnudado, que nos echan. – Se quejaba nerviosa Natalia mientras Alba no podía parar de reír.
— La nena solo quiere que te sueltes un poco, te recuerdo que cuando empezamos a salir te daba vergüenza ir sin sujetador porque se te marcaban los pezones. – Se acercó la rubia a ayudarla. – Menos mal que me encargué de quitarte la vergüenza de un plumazo. – Sonrió Alba mientras susurraba muy cerca de la oreja de la morena.
— Bueno, no fue con un plumazo exactamente...
— Lacunza, delante de la niña no.
— Zorra no empieces tú entonces. – Masculló Natalia pretendiendo que Alba no la escuchara.
— ¿Qué me acabas de llamar? – Le recriminó la más baja con los ojos muy abiertos al verse sorprendida con ese ataque.
— Zo-rra. – Susurró Natalia poniendo sus manos sobre las orejitas de Olivia, para que no pudiera escuchar nada.
— Mira pues estaba pensando en algo pero ahora por listilla, paso. – Aunque la rubia sabía que en parte se había ganado a pulso el insulto de la morena, en estos casos siempre era ella la más orgullosa, y no daría su brazo a torcer.
— Piojo, eres una chantajista. – Rió Natalia ante el inesperado cabreo de la rubia. Alba sonrió al escuchar el mote con el que la llamó Natalia la primera vez que se vieron, piojo rubio concretamente.
Se conocieron en un concierto de The 1975, en Barcelona, al ritmo de 'Somebody else', lo que podría parecer súper romántico, pero lo que ocurrió fue todo lo contrario. Mientras la canción rompía con el estribillo, Natalia notó cómo una persona situada detrás de ella se echaba literalmente encima de sus hombros mientras cantaba a pleno pulmón, y con sus saltos empujaba más y más a la morena. Harta de la situación, la más alta se giró hasta el origen de su dolor de espalda, y se encontró a una chica rubia, con el pelo muy corto casi platino.
<<— Ey, lo siento tía, perdón perdón. – Gritó Alba al ver la cara de enfado de la otra, buscando que Natalia la escuchara a pesar de la música ensordecedora.
— Deja de empujar enana. Si no puedes ver bien, crece, piojo rubio. – Le asaltó Natalia, la cual no estaba pasando por su mejor época y estaba más que susceptible.
— ¿De qué vas tía? ¿Tengo yo la culpa de que tú seas un látigo? – Rió la rubia, que además de la emoción por ver a uno de sus grupos favoritos, se había pasado bebiendo cubatas mientras hacía cola con sus amigas.
— Ahora que te veo reírte quietecita sin intentar subirte a mi chepa, pareces hasta guapa. – Soltó Natalia, para la cual el atractivo de la rubia no había pasado desapercibido en ningún momento.