Gata negra I

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Avanzaba con pasos suaves y elegantes, haciendo de su recorrido un verdadero espectáculo.

Era extremadamente ágil. No cometía errores a pesar de la velocidad.

Si alguien pudiera observarla en este momento, pensaría que era inmortal, se haría cuestiones sobre la fugacidad y querría comprender sus anhelos y hacer que aquello que contiene le perteneciera.

Meses atrás Natalia era aquello que cualquier persona desearía ser o poseer. Sin embargo, para ella su realidad personal había dado un vuelco por completo, veía un mundo acostumbrado a la existencia, vacío de asombro, lleno de miradas mecanizadas.

Natalia veía el mundo así, encadenado.

Aunque ella hacía meses que había dejado de ser Natalia, para ser simplemente, la gata negra.

Y mientras el mundo tenía los ojos nublados con los recuerdos o con los pensamientos futuros, ella aprovechaba para robar la mayor cantidad de dinero en arte que la noche le permitía.

Lo de hoy no era distinto, solo tenía que rehacer el camino que tan bien tenía estudiado mientras se infiltraba en una ceremonia con figuras reconocidas y altos cargos.

Y claro está, pasar desapercibida.

El objetivo eran unos cuadros firmados por un tal 'Reche', que descansaban sobre las paredes de una pequeña habitación junto al dormitorio central.

Nunca insistía en conocer los datos personales de las personas a las que asaltaría, ni tan siquiera su identidad, pues eso convertiría el robo en algo mucho más personal, siendo aquello de lo que Natalia quería alejarse.

Llegó a la gala aprovechando los aplausos y la ovación que el resto de invitados brindaba a una figura situada en lo alto de las escaleras, pasando por delante del guarda de seguridad que revisaba las invitaciones, siendo este incapaz de pronunciar una sola palabra después de la sonrisa y la mirada que Natalia le dedicó, vestida con un traje de chaqueta acompañado con una blusa que únicamente cubría sus pechos, pues su espalda, sus brazos y gran parte de su escote estaban al descubierto, dándole una apariencia de femme fatale irresistible.

Se entretuvo un par de horas disfrutando de aquel ambiente de riqueza, permitiéndose tomar varios tragos de un whisky escocés de la marca Johnnie Walker, siendo esta botella la del valor más bajo de todas las que se servían en la estancia.

Cuando ya estuvo totalmente mimetizada con el ambiente, sobre la dos de la mañana, decidió que era un buen momento para llevar a cabo lo planeado, pues los verdaderos invitados no tardarían en comenzar a retirarse, por lo que los anfitriones deberían atenderlos y la cámara en la que se encontraba el botín quedaría fuera de la atención de los presentes.

Cruzó el ancho salón dando esquinazo a todas aquellas miradas que llevaban fijas en ella toda la noche, seguramente esperando encontrar una oportunidad inexistente para entablar una conversación con ella con distintas intenciones finales.

Por suerte, sus movimientos escurridizos la llevaron en unos minutos hasta su objetivos, y en a penas unos minutos se encontró ante los preciados lienzos cuyo valor se estaba disparando en el mercado de novedades.

No pudo evitar admirar los trazos, realmente aquel tipo tenía talento, por lo que creyó que le hacía un favor tomando prestadas aquellas láminas, así le impulsaría a retomar su trabajo, pues por lo poco que sabía, el artista poseía escasas obras y había dejado a un lado su dedicación.

Tanto enmudecio con aquellas obras que no se percató de que hacía varios minutos que no estaba sola en aquella sala, y la puerta que antes estaba abierta ahora había sido cerrada.

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