Hola :) Esta vez me comunico al inicio porque el mensaje es importante y no quiero que a nadie se le escape.
Aunque muchas ya lo sabréis, hay una personita escribiendo una historia que se llama 'La sala de los menesteres', y realmente me gustaría que os pasárais a leerla porque ya sabéis que me gusta recomendar todo lo que me gusta. De calidad no hablo porque nadie me ha dado el permiso de creerme con la potestad, pero yo realmente la estoy viviendo muchísimo. Ya no hablo de grafía ni de musicalidad, pero lo que deja colgando entre líneas la chica a mi me remueve.
Venga, ya estáis todas corriendo a leer que TomorrowJuana actualiza bastante seguidito (no como yo xd) y os tenéis que poner al día. Podéis encontrarla en mi perfil.
Un besote, espero que lo mío también os siga gustando, que esta es nueva :)
La tranquilidad de un día cualquiera era todo eso a lo que no estaban acostumbradas. El aburrimiento, la indecisión al no saber en qué emplear el poco tiempo del que disponían en una larga temporada de trabajo y más trabajo.
Ninguna de las dos quería quedarse estos días en el piso compartido, pues aunque la confianza era muy fuerte, aún seguían sintiéndose algo cortadas y pudorosas delante de sus compañeras, y estos días querían limitarse a sentirse reales.
Se decantaron por alquilar un chalet pequeñito cerca de la sierra de Madrid, lo ideal para dos personas que quieren exprimir y exprimirse al máximo, el tiempo y a la otra.
Era Natalia la que se encargaba de llevar el equipaje que compartían, pues a la rubia no le quedaba más remedio que conducir hasta allí, para disfrute de la más alta.
— Nos hemos perdido. – Sentenció la rubia.
— Qué va Albi, seguro que vamos bien. – Sonrió Natalia aún embobada.
La más baja se carcajeó.
— ¿Cómo estás tan segura de que vamos bien? Si no has dejado de mirarme ni un segundo, has pasado absolutamente de las señales. – Atacó la rubia, mientras apartaba el coche del medio del camino y tiraba del freno de mano.
El rubor en las mejillas de la morena fue más que suficiente para confirmar las palabras de Alba.
— ¿Ahora tengo yo la culpa de que nos hayamos perdido? Solo quiero disfrutarte. – Se defendió Natalia con una mueca triste.
Alba se arrepintió un poco de la dureza de sus palabras, pero el estrés al que había estado sometida todo el mes le estaba pasando factura.
— Ven aquí. – Demandó Alba mientras agarraba la nuca de Natalia para pegarla a ella. – Lo siento mucho mi amor, ya sabes que estoy un poco susceptible. – Finalizó dejando un beso suave en los labios de la otra, semejante a una caricia.
Natalia no pudo evitar cerrar los ojos, echaba tanto de menos esa intimidad.
— Voy a salir para estirar un poco las piernas y ver si tengo cobertura. Me ubico y enseguida estamos allí, ya verás. – Aseguró la morena después de que Alba se separase de ella, consiguiendo un gruñido de decepción por su parte.
Salió del coche y Alba desplomó el peso de su cuerpo contra el respaldo del asiento del conductor, mientras veía a Natalia estirarse como solo ella lo haría, consiguiendo mil posturas imposibles para cualquier mortal.
La rubia recorría cada centímetro del cuerpo de la morena con admiración, recreandose en casi todos los rincones.
'Cómo puede ser tan guapa'. Pensaba mientras la otra había empezado a alzar su móvil para conseguir algo más de cobertura.