CAPÍTULO 28

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CARLOS

Bajo las escaleras y me dirijo directamente a la cocina donde mi hermana se encuentra con el pijama puesto, haciéndose un zumo.

Mierda, la única persona a la que no quería cruzarme esta mañana.

Ver a Natalia con Joan había desatado un odio profundo hacía el que consideraba mi mejor amigo. No podía creer que se hubiera atrevido a poner las manos encima a mi hermana después de haberme negado una y otra vez tener algo. Incluso Julia estaba confundida con lo que nuestros ojos habían visto, suerte que estuvo justo a mi lado para pararme los pies en el momento en que la idea de partirle la cara a ese cabrón había cruzado mi mente.

Frunzo el ceño intentando dejar de lado los pensamientos con lo sucedido ayer y me limito a coger las llaves del coche y el paquete de tabaco de la mesa que hay sobre la mesa.

—¿Dónde os metisteis ayer Julia y tú? Os estuvimos buscando y cuando llegamos al vestuario, vuestras cosas ya no estaban — tenso la mandíbula evitando contestarla de la peor de las maneras justo en el instante en el que mi padre hace acto de presencia en la cocina.

¿Hoy era el día en el que todo el mundo se había propuesto tocarme los huevos? Suelto un bufido en alto y me muevo para salir cuanto antes de casa, pero la mano de mi padre se apoya en mi hombro, parándome, cuando paso por su lado.

—¿Has pensado lo que hablamos? — sonrío irónicamente y quito su mano de mi hombro en señal de negación —Muy bien, entonces no tendrás ningún problema en buscarte la vida por tus propios medios.

—Claro que no — respondo duramente. Fulminándole con la mirada cogiendo mi mochila —Cada uno se arregla la vida por sí mismo. Es lo justo, ¿no crees?

Antes de darle la oportunidad de responder, abro la puerta y la cierro tras de mí con un portazo. Saco las llaves del Range Rover y me monto. Apoyo la cabeza en el cristal cerrando los ojos por un momento, intentando relajarme. No iba a volver a hacer lo que mi padre quisiera solo por salvarse el culo, no iba a pasar por la misma mierda de nuevo. No solo jodería mi vida si no también trastocaría la de Alba. Si ello implicaba perder los beneficios que me daban, los perdería y me buscaría mis propios medios para ganarlos.

Marco un número y me llevo el móvil a la oreja escuchando los tonos de llamada.

—¿Si? — sonrío levemente al escuchar su voz medio dormida.

—¿Estás sola en casa?

—¿Qué pregunta es esa? — ríe y escucho cómo se despereza —Sí, estoy sola. Mis tíos ya se han ido — sonrío ampliamente al obtener la respuesta que buscaba.

—¿Qué te parece la idea de montarte en mi coche y venir conmigo a clase? — arranco y tiro la mochila a la parte trasera.

—Ya he quedado con Natalia en que pasaría a recogerme y...

—Puedes darle largas — la interrumpo. Me incorporo a la carretera una vez salgo de casa y la verja se cierra a mis espaldas —Paso a recogerte, dame tu dirección.

—Carlos...

—Necesito verte — puedo imaginar cómo esto le ha sorprendido.

—Tengo que ducharme, luego nos vemos — se limita a decir y cuelga dejándome con la palabra en la boca.

—¡Joder! — frunzo el ceño observando la pantalla —Mierda... — tiro mi móvil contra el asiento del acompañante, aprieto el acelerador y subo el volumen de la radio.

Entonces el sonido de un mensaje llama mi atención. Espero hasta parar en un semáforo en rojo para leerlo y sonrío de inmediato al ver la dirección de su casa.

LA REPUESTA//JULRIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora