CAPÍTULO 11

1.4K 46 10
                                    

JULIA

Me revuelvo en la cama y suelto un quejido en alto cuando mi cabeza me da un latigazo. Me incorporo sobre mis codos y observo a mi alrededor. Estoy en una cama que ni siquiera es la mía, tapada con unas sábanas que huelen realmente bien y en una habitación que no recuerdo haber visto en mi vida. Por dios, ¿dónde estoy? No recuerdo nada.

Me destapo y suspiro aliviada al verme vestida. Miro una vez más a mi alrededor poniendo atención a aquella habitación: paredes blancas, muebles modernos... Todo está escogido con buen gusto. Me levanto y voy acercándome a un pequeño tocador donde hay un cuadro que se forma con dos fotografías, puedo reconocer a un niño que apenas ha cambiado.

La primera fotografía se trata de Carlos saltando, con una pelota de baloncesto en la mano — ya de pequeño apuntaba maneras, le viene de familia —. La segunda fotografía llama más mi atención, paso el dedo por la cara de aquel niño de ojos verdes y le miro durante unos minutos fijándome en sus rasgos. Esa cara de niño pequeño aún no ha desaparecido... Sonrío llena de ternura. Carlos no parecía estar a gusto al lado de su padre. Su ceño fruncido y la separación tan grande que hay entre ellos me da una pista. Frunzo el ceño fijándome en cómo su padre le coge por la muñeca, dejándome saber que no estaba en esa foto por gusto. Por lo tanto, no debe ser de las favoritas de Carlos.

Muerdo mi labio mirando todo con aún más detenimiento. Me sorprende no ver una sola fotografía de Natalia o Rosa, un marco plateado que está boca abajo encima de una cómoda llama toda mi atención. Me acerco y lo cojo entre mis manos. Me sorprende ver a una chica bastante joven, Rosa se me pasa por la cabeza. Imposible, ella tiene los ojos verdes y esta chica tiene unos ojos negros tan oscuros e intensos que jamás he visto nunca.

Es... Guapísima.

Antes de que pueda seguir mi búsqueda, miro el pequeño reloj que hay al lado de la cómoda y me doy cuenta de lo tarde que es: las 10,15. ¡Dios mío! Mi tío me va a matar. Con algo de suerte podré decirle que era tarde y me quedé en casa de Miki.

Sumida en mis pensamientos, salgo de la habitación. Un largo pasillo con varias puertas me rodea. Vale... Y ahora, ¿dónde está el baño?

Camino hasta una de las tantas puertas que hay y abro la primera que me encuentro. Abro los ojos asombrada cuando veo otra habitación idéntica en la que he pasado la noche donde dos personas duermen sobre la cama. La fiesta. Ahora lo recuerdo, bebí demasiado.

Cierro la puerta inmediatamente e intentando desaparecer de allí, me giro dispuesta a encontrar el baño. Mi vejiga va a explotar y es lo último que me faltaba. Para mi sorpresa, doy con un cuerpo que me saca varios metros de altura. Su torso está desnudo, observo ese perfecto moreno. Fuerte... Pequeños cuadraditos se hacen notar en su abdomen dando la impresión de que se cuida bastante bien para mantener ese cuerpo. Estoy tentada de tocar esos cuadrados tan perfectos... Sacudo la cabeza riñiendome interiormente por mis pensamientos. Me fijo en sus brazos acompañados por varias marcas de cortes, cicatrices y alguna que otra contusión que tiene mal aspecto. ¿Qué le habrá pasado? Las venas se le marcan notablemente. Oh esas venas... Le hacen verse tan sexy...

Observo el poco vello que hay en su pecho comparado por el camino de vello que recorre su cuerpo — desde el ombligo hasta desaparecer por la cinturilla de sus pantalones — es tan caliente... Sin a penas darme cuenta, ya me estoy mordiendo el labio con tanta fuerza que temo hacerme daño.

Alzo la vista para ver de quién se trata, de quién es ese maravilloso y sexy cuerpo que está delante de mí. Inmediatamente dejo de morderme el labio y el calor se instala en mi cara, muriéndome de la vergüenza.

—¿Te traigo algo para las babas, profesora? — cierro la boca y me separo de él intentando recomponerme —¿Qué haces aquí?

—Estaba buscando... — chasqueo los dedos sin recordar lo que quería hacer.

LA REPUESTA//JULRIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora